Publicado el 12/09/2015por sidartavlc
España
es un país que ha sufrido con una dureza cruel el dolor del terrorismo.
Mirando hacia atrás hasta nos parece mentira. Nos estremecía la
frialdad de los encapuchados, su inclemencia, su desprecio por la vida.
Decían que tenían razones y una parte no pequeña del pueblo vasco les apoyaba.
Nunca entendimos la connivencia de otros países con los terroristas, y si pensamos hoy que hubo que comprar trenes de alta velocidad a un país vecino para que dejara de ser santuario material y simbólico de los que atentaban contra nuestra legalidad nos sobrecogemos.
Nunca entendimos la connivencia de otros países con los terroristas, y si pensamos hoy que hubo que comprar trenes de alta velocidad a un país vecino para que dejara de ser santuario material y simbólico de los que atentaban contra nuestra legalidad nos sobrecogemos.
Los países tienen que ayudarse a respetar la legalidad, no lo contrario.
Hubo
episodios terribles en la lucha contra el terrorismo que nos
equipararon con los del gatillo, el coche bomba y la extorsión.
Aún
no sabemos quién es el señor X pero no será porque no nos han dado
indicios. En la lucha contra el terrorismo España se equivocó muchas
veces y eso dio alas a que la justificación de la violencia -“estamos en
guerra con el estado”- tuviera mas aceptación.
Endurecimos
las leyes a niveles inaceptables en democracia -hemos recuperado ideas
premodernas, como la cadena perpetua, que niegan nuestra propia
Constitución que establece que la pena busca la redención del preso-, y
hemos mantenido en la carcel por años a personas sin ninguna vinculación
con la violencia solo porque dijimos que la organización juvenil en la
que estaban tenía alguna confusa ligazón con una banda armada.
Hubo torturas – así lo sancionaron tribunales internacionales- y miramos para otro lado.
El
terrorismo nos mató también la humanidad. Debiéramos estar en la
primera línea contando nuestras enseñanzas para que nadie las repita.
Tanto
nos ha ocupado la lucha contra el terrorismo, causante de cientos de
asesinatos en nuestro país, que tenemos en la cárcel a una persona
acusada de poner en marcha un proceso político para que los terroristas
dejaran de matar y amenazar, aunque el partido que buscaba fundar sea
hoy legal, esté en las instituciones y haya sido refrendado en su
legalidad por las más altas instancias judiciales españolas.
Somos muy sensibles a todo lo que tenga que ver con el terrorismo.
Somos muy sensibles a todo lo que tenga que ver con el terrorismo.
Uno
de los asuntos que más nos preocupó después de los coches bomba y los
tiros en la nuca fue la llamada “kale borroka”, la lucha callejera, que
convertía nuestras ciudades en batallas campales con cientos de
heridos, algún muerto y una sensación de miedo que suspendía la
democracia.
Comparemos.
Comparemos.
Ahora
solo falta imaginar que en las últimas elecciones generales alguien
hubiera llamado a desconocer el resultado de las urnas porque no le
gustó lo que votó el pueblo y hubiera invitado a sus seguidores a tomar
las calles con violencia para revertir el resultado electoral.
Imaginemos
que alguien vinculado en algún momento a algún movimiento golpista o
terrorista hubiera salido en televisión la noche de las elecciones
pidiendo tomar las calles y sembrar el caos hasta que el gobierno
elegido renunciara.
Imaginemos
que después de esa noche hubiéramos dejado en las calles de Bilbao, de
Barcelona, de Madrid o de Sevilla ni más ni menos que 43 muertos,
cientos de heridos y millones de euros perdidos en destrozos
materiales.
¿Qué diríamos en España si eso hubiera ocurrido y hubiera un responsable político claro?
¿Qué pediría La Razón, el ABC, El Mundo o El Pais para ese responsable? ¿Qué dirían las televisiones y las radios? Porque eso es lo que pasó en Venezuela en las últimas elecciones.
¿Qué pediría La Razón, el ABC, El Mundo o El Pais para ese responsable? ¿Qué dirían las televisiones y las radios? Porque eso es lo que pasó en Venezuela en las últimas elecciones.
La
persona que llamó a la “kale borroka” se llama Leopoldo López,
implicado en el intento de golpe de estado de 2002 y que nunca ha estado
dispuesto a aceptar la legalidad vigente en Venezuela.
Las leyes venezolanas, sometidas a la jurisdicción latinoamericana e internacional, han condenado a trece años de cárcel a López por ser el instigador de esos hecho que terminaron con cuarenta y tres seres humanos muertos -no uno ni dos ni diez, sino cuarenta y tres- por la irresponsabilidad de una persona que desprecia las leyes.
Las leyes venezolanas, sometidas a la jurisdicción latinoamericana e internacional, han condenado a trece años de cárcel a López por ser el instigador de esos hecho que terminaron con cuarenta y tres seres humanos muertos -no uno ni dos ni diez, sino cuarenta y tres- por la irresponsabilidad de una persona que desprecia las leyes.
Hemos
sufrido mucho el terrorismo en España y me estremece ver nuestra
insensibilidad de tanta gente con las víctimas del terrorismo en
Venezuela.
Para los medios solo existe Venezuela. Mientras, se ignora el terrorismo de estado continuo que golpea México y Colombia |
No
entiendo que el Parlamento español no haya recibido a las victimas del
terrorismo de aquellos días (y lo haya hecho con la esposa del
delincuente), que los familiares de los 43 asesinados no hayan sido
consolados ni por el PP ni por el PSOE y que la presión mediática y
política nos haga perder tanto corazón que nos haga olvidarnos de
quiénes fueron las victimas y quiénes los verdugos.
¿Podríamos imaginarnos que un Parlamento europeo o latinoamericano recibiera a familiares de los terroristas de ETA con honores y no atendiera a familiares de policías, guardias civiles, militares, políticos o civiles victimas del terror? ¿Qué estamos haciendo?
¿Cómo podemos estar alimentando a los que quieren hacer en Venezuela otra Ucrania u otra Libia? ¿Es que no aprendemos de todo lo que implica desestabilizar los países?
¿Podríamos imaginarnos que un Parlamento europeo o latinoamericano recibiera a familiares de los terroristas de ETA con honores y no atendiera a familiares de policías, guardias civiles, militares, políticos o civiles victimas del terror? ¿Qué estamos haciendo?
¿Cómo podemos estar alimentando a los que quieren hacer en Venezuela otra Ucrania u otra Libia? ¿Es que no aprendemos de todo lo que implica desestabilizar los países?
Hemos
sufrido tanto por la locura asesina de los terroristas que hoy
debiéramos ser los primeros en poner nuestro esfuerzo para frenar
cualquier intento de sembrar el terror y de desconocer por la fuerza
cualquier Constitución democrática.
Si
no entendemos que nuestro compromiso en cualquier momento y lugar es
con la democracia y en contra de cualquier tipo de atajo violento
habremos desperdiciado la posibilidad de sacar enseñanzas de humanidad
de tanto dolor como el que hemos sufrido.
Y los que tienen dos varas de medir con la muerte nos arrastrarán a sus infiernos.