Nov 20, 2015
- No
existe vínculo directo con el caso
de Charlie Hebdo
La
prensa
francesa interpreta este acto de guerra vinculándolo al atentado
perpetrado en las oficinas de Charlie Hebdo, a pesar de que
los modus operandi son totalmente diferentes. En enero,
el objetivo era matar a personas bien identificadas mientras que el
viernes 13 se vio un ataque coordinado e indiscriminado contra un
gran número de personas.
Hoy
se sabe que el redactor jefe de Charlie
Hebdoacababa de recibir una «donación» de 200 000 euros para que
continuara su campaña antimusulmana [1]. También se sabe ahora que los
asesinos
de Charlie Hebdo estaban vinculados a los servicios de
inteligencia franceses [2] y que el origen del armamento que
utilizaron
está clasificado como Secreto Militar [3]. Ya demostré en un trabajo anterior
que este
atentado no fue una operación islamista [4].
También demostré que fue objeto de una inmediata
recuperación mediática [5] y que esa recuperación encontró eco
en la población
hostil a la República [6] –idea brillantemente desarrollada
unos meses
después por el demógrafo Emmanuel Todd [7].
Si
volvemos a concentrarnos en la guerra que acaba de extenderse a París,
veremos
que es una novedad en Europa occidental. No es comparable a los
atentados
perpetrados en Madrid en 2004. En España nadie disparó sobre la
gente, tampoco hubo kamikazes sino 10 bombas distribuidas en
4 lugares diferentes [8]. Lo que se vio el viernes en
Francia es
lo que viven cada día numerosas poblaciones del «Medio Oriente
ampliado»
desde 2001. Y también encontramos hechos comparables fuera de esa
región, como
los 3 días de ataques diferenciados en Bombay –en 2008 [9].
Aunque
los atacantes de París fuesen realmente musulmanes e incluso a pesar de
que algunos de ellos hayan gritado «¡Allah Akbar!» mientras disparaban
sobre los transeúntes, no existe ningún vínculo entre esos ataques,
el islam y una eventual «guerra de civilizaciones». O sea, esos
comandos tenían órdenes de matar gente al azar, sin preocuparse por la
religión de sus víctimas.
De la
misma manera, es absurdo tomar al pie de la letra el móvil que el
Emirato
Islámico invoca contra Francia –aunque no quepa duda de la implicación
de
ese grupo en este ataque. Si el Emirato Islámico realmente quisiese
«vengarse», sería en Moscú donde habría realizado esos ataques.
Francia
es un Estado terrorista, al menos
desde 2011
La
lectura de esos hechos se hace más complicada porque detrás de los
grupos
no estatales siempre se esconden Estados que los financian.
Durante los años 1970, el venezolano Ilich Ramírez Sánchez, más
conocido
como «Carlos», se había puesto, por convicción, al servicio de
la causa palestina y de la Revolución, con discreto respaldo de la
URSS. En los
años 1980, el ejemplo de Carlos fue invocado por mercenarios que
en realidad trabajaban para quién mejor pagara, como Sabri al-Banna,
más
conocido como «Abu Nidal», quien efectuó atentados por cuenta de
Libia y Siria, pero también por encargo de Israel. Hoy en día existe
una
nebulosa del terrorismo y de la acción secreta en la que están
implicados
numerosos Estados.
Aunque
los Estados siempre niegan su participación en grupos terroristas, el
ministro
francés de Exteriores Laurent Fabius declaró en diciembre de 2012,
durante la
conferencia de los «Amigos de Siria» en Marrakech, que al-Nusra
–la rama
de al-Qaeda en Siria– estaba haciendo «un buen trabajo» [10].
Teniendo
en cuenta su condición de ministro francés, el señor Fabius sabía
perfectamente que su respaldo a una organización que el Consejo de
Seguridad clasifica como terrorista no le valdría acabar ante un
tribunal.
Pero sí asumía un grave riesgo para su país, hundiéndolo así en la
caldera
del terrorismo.
En
realidad, Francia ya estaba implicada del lado de al-Qaeda –al menos
desde
inicios de 2011. En aquel momento, el Reino Unido y Francia se habían
unido al
proyecto estadounidense de «primavera árabe». El objetivo era
derrocar a todos los regímenes árabes laicos y reemplazarlos por
dictaduras de la Hermandad Musulmana. Londres y París descubrieron esa
operación cuando ya estaba en marcha en Túnez y en Egipto, pero es muy
probable que la participación de ambos gobiernos haya sido solicitada
de
antemano contra Libia y Siria [11].
En
Libia,
los gobiernos de Francia y del Reino Unido organizaron –con ayuda de
las
fuerzas especiales de Italia– las matanzas de Bengazi y, posteriormente
–con
ayuda de al-Qaeda– la toma de varios arsenales del ejército libio.
Yo mismo soy testigo de ello ya que, en agosto de
2011, hallándome bajo la protección de Khamis el-Kadhafi, en momentos
en
que la OTAN tomaba por asalto la capital libia, el hotel Rixos –donde
nos encontrábamos– fue asediado por la “Brigada de Trípoli”, una unidad
de
al-Qaeda bajo el mando de Mahdi al-Harati, cuyos hombres, al grito de
«¡Allah Akbar!», estaban directamente dirigidos por oficiales franceses
en misión. Posteriormente, el propio Mahdi al-Harati fue, junto con
su jefe Abdelhakim Belhadj, fundador del Ejército Libre Sirio,
en realidad un grupo de al-Qaeda que se identifica con la bandera de
la colonización francesa.
En
Siria, está ampliamente demostrada
la presencia de oficiales franceses a la cabeza de los grupos armados
en momentos en que perpetraban crímenes contra la humanidad.
Francia
ha estado jugando, desde entonces, un juego extremadamente complejo y
peligroso. En enero de 2013, un mes después de la declaración pública
de Laurent Fabius en apoyo a al-Qaeda en Siria, Francia emprendía
en Mali una operación contra ese mismo grupo terrorista, provocando así
acciones de represalia contra sus agentes infiltrados en Siria.
De
todo
eso, los franceses nunca han oído hablar. Y nunca se les ha hablado de
ello porque, aunque Francia dispone de organizaciones democráticas,
la política actual del gobierno francés en el mundo árabe nunca se
ha debatido públicamente. Lo único que se ha hecho
–en violación del Artículo 35 de la Constitución de la República
Francesa– ha sido entrar en guerra contra Libia y contra Siria
después de unas pocas horas de debates parlamentarios, superficiales y
sin voto final. Los parlamentarios franceses han renunciado a ejercer
su mandato, que consiste en controlar las acciones del Ejecutivo
en materia de política exterior, pensando que se trata de un sector
reservado al presidente de la República, supuestamente
sin consecuencias
para la vida cotidiana de los franceses. Hoy todos pueden comprobar,
por
el contrario, que la paz y la seguridad –uno de los 4 «Derechos del
Hombre y del Ciudadano» proclamados en 1789 (Artículo 2), dependen
directamente de la política exterior. Lo peor está por llegar.
A
inicios
de 2014, cuando los halcones liberales estadounidenses daban los
últimos toques
a su plan de transformación del «Emirato Islámico en Irak y el Levante»
(EIIL)
en lo que sería Daesh [12], Francia y Turquía se encargaron
de hacer llegar municiones a al-Qaeda para que combatiera el Emirato
Islámico –esto está debidamente comprobado gracias a un documento
presentado al
Consejo de Seguridad de la ONU el 14 de julio de 2014 [13].
Sin embargo,
Francia se unió después a la operación secreta de los halcones
liberales
de Washington y participó en la coalición internacional contra el
Emirato
Islámico, de la que hoy sabemos todos que, contrariamente a lo que
anunciaba su nombre, no bombardeó al Emirato Islámico sino que le
lanzó en paracaídas cargamentos de armas durante todo un año [14]. La situación siguió evolucionando
aún
después de la firma del Acuerdo 5+1 con Irán. En el terreno,
Estados Unidos se volvió súbitamente contra el Emirato Islámico y
lo empujó hacia Hassaké (en Siria) [15]. Pero no fue hasta mediados de
octubre
de 2015 –hace sólo un mes– que Francia reinició los ataques contra el
Emirato Islámico. Pero no fue para detener las masacres de sus
yihadistas
sino para conquistar parte del territorio que estos ocupan en Siria y
en Irak e instalar en ellos un nuevo Estado colonial que sería
designado como «Kurdistán», a pesar de que los kurdos serán allí
extremadamente minoritarios [16].
Con
esa
perspectiva, Francia envió su portaviones –que todavía no está en la
zona–
para apoyar a los marxista-leninistas kurdos del YPG –pero,
¿qué significa
esta referencia política cuando el proyecto es la creación de un Estado
colonial?– contra el Emirato Islámico… el ex aliado de París.
Ahora
estamos viendo un segundo efecto de boomerang. Pero no de parte de
al-Qaeda en Siria. Ahora el golpe viene del Emirato Islámico
en Francia, que sigue instrucciones de los inconfesables aliados de la
propia Francia.
¿Quién
dirige el Emirato Islámico?
El
Emirato Islámico, llamado Daesh en el mundo árabe, es una creación
artificial. Es solamente el instrumento de la política de un grupo de
Estados y
multinacionales.
Sus
principales recursos son el petróleo, las drogas afganas –los franceses
siguen sin entender las consecuencias que tienen estas últimas en su
propio suelo– y las antigüedades provenientes del Levante. Todo el
mundo está
de acuerdo en que el petróleo robado transita libremente a través de
Turquía antes de ser vendido en Europa occidental. A
la vista de los volúmenes de petróleo robado, trasladado y vendido
no cabe duda del apoyo que el Estado turco aporta al Emirato
Islámico [17].
Hace
3 semanas, el vocero del Ejército Árabe Sirio
revelaba que 3 aviones –fletados uno por Turquía, otro por Arabia
Saudita
y el tercero por los Emiratos Árabes Unidos– acababan de sacar de Siria
grupos de combatientes del Emirato Islámico, transportándolos a Yemen. En
este caso, tampoco hay
duda posible sobre los vínculos de esos 3 países con el Emirato
Islámico,
en violación de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad
de la
ONU.
Desde
la
primera conferencia de Ginebra, en junio de 2012, he venido
explicando que en el seno del aparato estatal de Estados Unidos existía
una facción que estaba haciendo su propia política, en contra de
la política de la Casa Blanca. Al principio, quien encabezaba esa
facción
era el general David Petraeus, el entonces director de la CIA y
cofundador del
Emirato Islámico en 2007 («The Surge») [18], hasta que fue arrestado, al día
siguiente de la reelección de Barack Obama. Vino después el turno de la
secretaria de Estado Hillary Clinton, a quien un «accidente»
le impidió mantenerse en el cargo durante la llamada «transición
presidencial». Esa facción prosiguió entonces la lucha a través
del embajador Jeffrey Feltman, secretario general adjunto de Naciones
Unidas, desde sus oficinas en la sede de la ONU, y del general John
Allen,
a la cabeza de la coalición que supuestamente luchaba contra el Emirato
Islámico.
Ese
grupo, que forma parte del «Estado profundo» estadounidense, que sigue
oponiéndose al Acuerdo 5+1 firmado con Irán y lucha contra la República
Árabe
Siria, sigue teniendo gente dentro de la administración Obama. Lo más
importante es que puede contar con la ayuda de grandes transnacionales,
que disponen
de presupuestos más importantes que los de los Estados, lo cual les
permite financiar sus operaciones secretas. En ese caso se hallan,
por ejemplo, el gigante petrolero Exxon-Mobil (el verdadero dueño de
Qatar), el fondo de inversiones KKR y el ejército privado Academi
(antes
conocido como Blackwater).
Actuando
por cuenta de esos Estados y de esas transnacionales, Francia se ha
convertido
en un país mercenario.
El
chantaje a Francia
El 11
de
noviembre de 2015, el primer ministro de Francia, Manuel Valls,
aseguraba que
Francia tenía un compromiso en contra del terrorismo [19].
El 12
de
noviembre, el Observatorio Nacional sobre la Delincuencia y las
Respuestas
Penales –vinculado al ministerio francés del Interior– publicaba un
informe que señala que el terrorismo se ha convertido en la segunda
preocupación de los franceses, inmediatamente después del desempleo [20].
En la
mañana del viernes 13 de noviembre, el ministro francés del Interior,
Bernard
Cazeneuve, presentaba en la localidad parisina de Nanterre un plan de
20 medidas para luchar contra el tráfico de armas [21].
Es
evidente que el gobierno esperaba lo peor, lo cual quiere decir que
estaba negociando con quienes realizaron los ataques. Francia aceptó
un compromiso que no cumplió y ahora es víctima de un chantaje
de parte de los amos a quienes acaba de traicionar.
En la
mañana del mismo viernes 13 de noviembre, día de los atentados, los
servicios
de urgencia de los hospitales habían realizado un ejercicio que
simulaba varios
atentados [22]. Esta coincidencia ya se había
visto durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York
y
en Washington, al igual en los del 11 de marzo de 2004
en Madrid, en los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres.
Conclusión
provisional
Los
sucesivos gobiernos franceses han establecido alianzas con Estados
cuyos
valores son contrarios a los valores de la República Francesa.
Los gobiernos franceses sucesivos han ido comprometiéndose
progresivamente a librar guerras secretas por cuenta de esos Estados,
antes de renunciar a esos compromisos. El presidente Hollande;
su jefe de estado mayor particular, el general Benoit Puga; su ministro
de
Exteriores Laurent Fabius y su predecesor Alain Juppé, ministro bajo
el mandato del ex presidente Sarkozy, son actualmente objeto de
un chantaje del que sólo podrán liberarse revelando en qué implicaron
indebidamente al país, aunque eso los ponga en peligro de tener que
comparecer ante la Alta Corte de Justicia.
El 28
de
septiembre, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU,
dirigiéndose a
Estados Unidos y a Francia, el presidente Putin exclamaba: Me
gustaría preguntar a los responsables de esta situación:
“¿Están
ustedes al menos conscientes de lo que
ustedes mismos han hecho?”
Pero mucho me temo que esta pregunta quede sin respuesta, porque estos personajes no han renunciado a su política, basada en una exagerada confianza en sí mismos y en la convicción de su propia excepcionalidad y de su propia impunidad.» [23].
Pero mucho me temo que esta pregunta quede sin respuesta, porque estos personajes no han renunciado a su política, basada en una exagerada confianza en sí mismos y en la convicción de su propia excepcionalidad y de su propia impunidad.» [23].
Y no
lo
han escuchado. No lo han escuchado los estadounidenses, ni tampoco los
franceses. Ahora es demasiado tarde.
Elementos
fundamentales:
El gobierno francés ha ido alejándose progresivamente de la legalidad internacional. Está perpetrando asesinatos políticos y dirigiendo acciones terroristas al menos desde 2011.
El gobierno francés ha establecido alianzas contra natura con las dictaduras petroleras del Golfo Pérsico. Está trabajando con un grupo de personalidades estadounidenses y de compañías transnacionales para sabotear la política de apaciguamiento que tratan de aplicar los presidentes Obama y Putin.
El gobierno francés ha entrado en conflicto con esos aliados poco recomendables. Uno de ellos orquestó los atentados perpetrados en París.