“La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura”.
Lin Yutang
Cervantes
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.
MIGUEL DE CERVANTES Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.
28 de diciembre de 2015
¿No le gusta la normalización? ¡Pues viaje a La Habana!
Que el ex secretario de Comercio estadounidense, el
republicano de origen cubano Carlos Gutiérrez apoye la normalización de
las relaciones entre Estados Unidos y Cuba no es una novedad. Ya lo hizo
en un artículo de opinión publicado en The New York Times y en una entrevista concedida a OnCuba.
Otros pesos pesados del empresariado cubanoamericano y del staff
político de Washington se han unido a este entusiasmo por la
reconciliación y los cambios en la nueva economía de la isla donde
nacieron ellos o sus padres.
A estas alturas, lo menos importante es comparar las posiciones del
pasado con las del presente, por más que se sienta el impulso de
hacerlo.
Estrechando las manos con Raúl Castro, el presidente Barack Obama
abrió los ojos a una nueva comprensión hacia Cuba, tanto para los
estadounidenses como para algunos emigrados de la Isla, aún enganchados a
una visión típica de la Guerra Fría.
Carlos Gutiérrez demuestra con actos y palabras cómo, en apenas unos
meses, una persona puede pasar del escepticismo total a la defensa
convencida de la normalización, sin renunciar al resto de sus
creencias, como confesó en las páginas de The New York Times en junio pasado.
“Después de años de hostilidad y fallidos intentos de distención, me
pregunté: ¿el gobierno cubano realmente quiere mejorar sus lazos con
Estados Unidos, o es simplemente otro movimiento de ajedrez en un juego
tedioso?” escribió en un artículo donde termina apreciando los cambios
en la economía cubana, una actitud muy diferente al pesimismo expresado
por él mismo en diciembre de 2014 en una entrevista concedida a la revista TIME,
y publicada exactamente un día después de anunciarse un acercamiento
que entonces comparó con “un huevo en la cara”, recomendando “no creer
que Cuba está cambiando mágicamente”.
El mejor consejo que ofrece ahora Gutiérrez a los partidarios del
retroceso con Cuba es subir a un avión y ver el país con sus propios
ojos. Fuertes palabras para un político que durante cuatro años encabezó
una comisión pensada para el cambio de régimen en La Habana a nombre de
la Administración Bush (hijo), cuando era su Secretario de Comercio.
Numerosas delegaciones de congresistas y senadores aterrizaron en el
Aeropuerto José Martí durante 2015, al igual que tres gobernadores (Cuomo de Nueva York, Hutchinson de Arkansas, Abbott
de Texas), persiguiendo plantar bandera para sus granjeros y hombres de
negocios en general, a veces en completa sintonía con los intereses de
la agroindustria en sus territorios.
En contraste, ningún representante político de La Florida o de Miami ha tomado un vuelo a La Habana.
La de por sí numerosa representación cubanoamericana en el Capitolio de
Washington se alineó rápidamente contra la normalización en formas
disímiles: con incisos contra los viajes en proyecto de ley o con un
plan de retroceso incluido en una propuesta general de política
exterior, como hizo Marco Rubio.
“Es curioso, mucha de la gente que se opone a levantar el embargo,
nunca ha ido a Cuba…pero son expertos”, ironizó Gutiérrez en un programa
Club de Prensa de la cadena NTN24, repitiendo los términos e
impresionados antes comentados en una entrevista al blog del Instituto George W. Bush.
En ambas ocasiones, expresó su respaldo a un acercamiento efectivo
con la Isla y que el futuro político del país se decidiría en su
interior, llamando a dejar a un lado los “mitos” acerca de cómo un desbloqueo no beneficiaría a la población cubana en general.
En el verano la Casa Blanca recibió y escuchó a empresarios
cubanoamericanos en un encuentro realizado pocos días desde de la
reapertura de la embajada de la isla en Washington, antes de la entrada
en vigor de un segundo grupo de medidas aplicadas en septiembre pasado para el alivio parcial de las sanciones y restricciones contra Cuba.
Tales acciones son valoradas como insuficientes dentro y fuera de la
Isla, incluso por los senadores Jeff Flake (republicano) y Patrick Leahy
(demócrata), dos veteranos en el respaldo a una reconciliación con el
país caribeño. En una carta a Obama, ambos legisladores propusieron a su
gobierno moldear los cambios a las características propias del sistema
económico cubano y eliminar el resto de las restricciones financieras,
una opción posible en las amplias facultades ejecutivas del presidente estadounidense para modificar el bloqueo.
La diplomacia comercial era uno de los pilares de la nueva política
hacia Cuba en diciembre de 2014. Un año después, el concepto ha
desaparecido de los comunicados, teleconferencias y discursos, incluso a
pocos meses de una visita a La Habana de la secretaria de Comercio Penny Pritzker, cuya agenda estuvo marcada por las líneas de mensaje más recientes de la Administración Obama.
Una parte del empresario cubanoamericano sube al tren de la
normalización y pide desde Estados Unidos que vaya a toca máquina. Pero
la buena nueva mundial de un acercamiento con la isla prohibida es por
ahora un proyecto muy rentable solo para quienes se encuentran fuera de EE.UU. y pueden sentarse a esperar cómo uno de los últimos muros de la Guerra Fría cae… un ladrillo detrás del otro. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo en La Habana. Foto: AFP