ANA DELICADO / PROCESO.ES – El presidente
Mauricio Macri no ha sabido sorprender en sus primeros dos meses de
Gobierno. Siendo un político que viene del sector empresarial, y con un
gabinete conformado en su mayoría por ejecutivos de empresas
multinacionales, las medidas que ha tomado son coherentes con ese
perfil.
Sin ser objeto de un incisivo desgaste en los medios de comunicación, y con la ventaja de un verano estival que ha tenido a la Justicia y al Congreso en receso por vacaciones, Macri ha hecho honor a su profesión de ingeniero poniendo énfasis en los números.
El mandatario se ha empleado a fondo para deshacerse de la “grasa militante”,
como denominó con desprecio su ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay a
los contratados en el Estado durante el anterior Gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner (2007-2015). Más de 27.000 personas ha sido
expulsadas de la administración pública. No hubo auditorias públicas, ni un proceso transparente para justificar la sangría de despidos.
Un sindicato estatal ha plantado cara anunciando una huelga general
para el 24 de febrero. Las manifestaciones están a la vuelta de la
esquina.
Siempre a través de sus ministros, y con la ayuda de un par de
decretos que le dan el marco legal, Macri anunció que ya prepara la
suspensión de otros 11.000 concursos públicos. En el sector privado, casi 23.000 personas han perdido sus puestos de trabajo.
El Gobierno no ha tomado, desde que
asumió el poder en diciembre, ninguna medida relevante en materia
social, educativa, sanitaria o laboral
Mientras tanto, el presidente pide “prudencia” en
las negociaciones salariales que comienzan ahora entre empresas y
trabajadores con el afán de que los aumentos en los salarios queden por
debajo de la inflación, aunque eso haga perder poder adquisitivo a las
familias. Su prioridad es garantizar la “competitividad” a las empresas.
El Gobierno no ha tomado, desde que asumió el poder en diciembre,
ninguna medida relevante en materia social, educativa, sanitaria o
laboral que se haya acercado a los sectores más vulnerables de la
sociedad.En cambio, se ha apresurado en arreglar el litigo judicial que desde hace quince años enfrenta el país con los fondos especulativos por la restructuración de una parte de la deuda que fue declarada en suspensión de pagos con la crisis de 2001.
Aunque el 92 % de los acreedores entró en los canjes de deuda propuestos por los ex presidentes Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández en 2005 y 2010, hubo un 7 % de los llamados fondos buitre que decidió batallar en las Cortes de Nueva York.
Antes de terminar su mandato, la ex mandataria consiguió que la ONU emitiera una resolución en la que aprobaba siete principios básicos para procesos de reestructuración de deuda. Ajeno a ello, Macri mandó a sus negociadores a Estados Unidos para proponer a los fondos buitre el pago de 6.500 millones de dólares, de los 9.000 que reclamaban. Dos de los seis acreedores principales han aceptado. Ese dinero saldrá de la emisión de nuevos bonos que generarán más deuda.
El actual Gobierno ha eliminado los
subsidios en electricidad, tras declarar oportunamente, y por decreto,
la emergencia energética.
Como por algún lado hay que ajustar, el actual
Gobierno ha eliminado los subsidios en electricidad, tras declarar
oportunamente, y por decreto, la emergencia energética. También ha devaluado el peso argentino un 30 % con respecto al dólar,
dejando su cotización libre en el mercado. Además ha suprimido las
retenciones en la exportación de cereales, y ha reducido los impuestos
sobre la soja, el principal cultivo del país.
Los grandes productores del campo, que en 2008 casi hicieron caer el
Gobierno de Cristina Fernández por su intento de establecer un sistema
móvil en los aranceles de la soja, el trigo y el maíz de acuerdo a su
precio internacional, han tardado poco en comenzar a liquidar la cosecha que tenían almacenada.
Ninguna medida ha tomado el Ejecutivo para desconcentrar el poder que
ha favorecido la especulación en un país agroexportador como Argentina.Nuevos amigos en el extranjero
Como si fuera un mantra, el Gobierno alega y repite que Argentina debe “ser un país normal”,
o su variante, “un país serio”. Macri decidió que la nación debía
volver al recaudo del Fondo Monetario Internacional (FMI), y desde el
Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, un cónclave al que no
acudieron ni Kirchner ni Fernández, anunció que el organismo volvería a
auditar las cuentas públicas del país.
Estados Unidos celebró la noticia, y comunicó, también desde Davos,
que daba su consentimiento para que Argentina volviera a recibir
créditos multilaterales de instituciones como el Banco Mundial o el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El veto del Gobierno
norteamericano contra el que llegó a ser “el mejor alumno” del FMI regía desde 2011.
Macri arremetió desde antes de ganar las elecciones contra el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro
Como si tuviera que demostrar su postura ideológica,
Macri arremetió desde antes de ganar las elecciones contra el Gobierno
venezolano de Nicolás Maduro. Aun a sabiendas de que no se cumplían las
condiciones, quiso invocar la denominada cláusula democrática del
Mercosur para expulsar a Venezuela del organismo, sólo aplicable
en el caso de una interrupción en el orden democrático de un país. La
victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias de esa nación
fue lo de menos. Él ya había dado a entender de qué lado estaba.
Entre tanto, el presidente lidia en el norte del país con la detención de una dirigente social muy controvertida, Milagro Sala,
arrestada en un comienzo por haber instalado un campamento frente a la
sede del Gobierno provincial del Jujuy (norte del país), bajo las
acusaciones de incitación a la violencia y tumultoEsas imputaciones fueron desechadas cuando la Fiscalía decidió investigarla por los delitos de fraude y extorsión en relación a los fondos que manejaba su cooperativa Tupac Amaru. Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos han denunciado al Gobierno por “criminalizar las prácticas relacionadas con el ejercicio del derecho a la protesta y a la libertad de expresión”.
Situación económica
Si hay algo que ha aprovechado el mandatario ha sido
la posibilidad de legislar, con el Congreso de vacaciones, a través de
decretos simples o de necesidad y urgencia. Una cautelar judicial ha
paralizado de momento su intento de desvirtuar la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual –o ley de medios–, aprobada por el Gobierno
anterior tras años de debate en la sociedad civil para desconcentrar el poder mediático.
Macri también decretó la emergencia nacional en seguridad pública, y estableció un protocolo de derribo de aviones
Macri también decretó la emergencia nacional en seguridad pública,
y estableció un protocolo de derribo de aviones para aquellos que
tuvieran “entidad suficiente para perturbar” sobre el territorio. Las
organizaciones sociales pegaron un grito en el cielo.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, es una de las
funcionarias más cuestionadas de su gabinete. En Navidades tuvo en vilo
al país con la fuga de tres condenados por un triple crimen de asesinato.
Hace unos días, miembros de Gendarmería reprimieron con balas de goma a
unas 90 personas en un barrio carenciado de la capital argentina, en su
mayoría niños que ensayaban en una murga. Al menos once personas fueron
heridas.Por toda respuesta, Bullrich visitó en el hospital a dos gendarmes heridos en un operativo que ingresó en la misma zona para recuperar coches robados. Con falacia, el Gobierno intentó relacionar ambos episodios. Las imágenes de los niños con impactos de bala en el cuerpo, mientras, repercutían en las redes sociales.
Con tantos frentes abiertos, Macri no tiene tiempo para reunirse con la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, mientras que uno de sus funcionarios cuestiona la cifra de 30.000 desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983).
El Congreso retomará sus sesiones en breve, un campo de batalla en donde el kirchnerismo conserva la mayoría en el Senado pero acaba de perder la de Diputados, después de que quince legisladores rompieran con el bloque Frente para la Victoria (FpV), la coalición referente de los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
Argentina es, no obstante, un país consciente de su historia, con una sociedad activa. Muchos gremios y organizaciones han comenzado a movilizarse, preparados para resistir ante el otoño que se aproxima. Ellos también deciden el curso de la política.