
Veamos los siguientes dos cuadros. El 
primero de ellos muestra un comparativo realizado por la Comisión 
Económica para América Latina CEPAL (oficina de la ONU responsable de 
hacer seguimiento y apoyar el desarrollo económico en la región), entre 
los niveles de inversión pública en los diferentes países  del 
continente. La inversión en este caso corresponde a la Inversión en 
Formación Bruta de Capital Fijo (IFBKF) medida como porcentaje del PIB.
La IFBKF es un indicador muy importante 
para medir la productividad de una economía en razón de su composición. Y
 es que toma en cuenta todas aquellas inversiones realizada en 
maquinaria, equipos y construcción necesarios para producir. Así las 
cosas, la IFBKF suele reflejar la voluntad de los agentes económicos de 
aumentar la producción más allá de la capacidad instalada presente.
| Inversión Pública. Formación bruta de capital fijo en porcentaje del PIB. Promedio anual | ||||||
| 1880-1981 | 1982-1990 | 1991-1994 | 1995-1998 | 1999-2003 | 2004-2010 | |
| Argentina | 2,2 | 1,5 | 1,6 | 1,5 | 1,2 | 2,5 | 
| Bolivia | 6,9 | 8,2 | 8,4 | 6,4 | 5,2 | 7,7 | 
| Brasil | 2,2 | 2,2 | 3,2 | 2,2 | 2,2 | 1,7 | 
| Chile | 1,9 | 2,4 | 2 | 2,5 | 2,4 | 2,4 | 
| Colombia | 7,1 | 7,5 | 4,7 | 4,4 | 3,2 | 3,7 | 
| Costa Rica | 8 | 5,5 | 4,8 | 4,2 | 2,6 | 2 | 
| Cuba | 7,1 | 6,8 | 9,4 | |||
| Ecuador | 8,9 | 5 | 4,5 | 3,8 | 5,2 | 7,6 | 
| El Salvador | 2 | 2,1 | 3,5 | 3,5 | 3 | 2,1 | 
| Guatemala | 5,6 | 3 | 2,8 | 3,2 | 3,4 | 2,6 | 
| Honduras | 8,3 | 7,4 | 9,1 | 6,8 | 4,9 | 3,9 | 
| México | 11,3 | 5,8 | 4,2 | 3,1 | 3,4 | 4,9 | 
| Nicaragua | 10,5 | 10,5 | 7,7 | 6,6 | 5,7 | 3,9 | 
| Panamá | 8,9 | 4,4 | 3,4 | 4,6 | 5 | 5,9 | 
| Paraguay | 5 | 5,1 | 3,7 | 3,9 | 2,7 | 3,1 | 
| Perú | 6,3 | 5 | 4,3 | 4,5 | 3,5 | 4,1 | 
| RepúblicaDom. | 4,4 | 4,2 | 2,9 | 3,2 | 2,1 | 1,5 | 
| Uruguay | 5,3 | 4,3 | 4,1 | 3,3 | 3,1 | 3,9 | 
| Venezuela | 16 | 10 | 10 | 9,5 | 8,8 | 16,8 | 
| América Latina | 6,7 | 5,2 | 4,7 | 4,4 | 3,9 | 4,7 | 
Como se puede ver claramente en el 
cuadro, la IFBKF pública en nuestro país siempre ha estado 
significativamente por encima de la media regional. Anota una 
pronunciada caída conforme avanzan lo que la propia CEPAL llamó “las 
décadas perdidas neoliberales” (80 y 90). Pero remonta a más del doble 
con respecto al último tramo de esa época hasta el 2010,  año donde 
culmina la serie de la CEPAL. Para finales del año 2012, la IFBKF 
pública llegó a colocarse por sobre el 30% del PIB.
Ahora veamos el siguiente cuadro, que compara lo mismo pero tomando como referencia ya no la inversión pública, sino la privada:
| Inversión Privada. Formación bruta de capital fijo en porcentaje del PIB. Promedio anual | ||||||
| 1880-1981 | 1982-1990 | 1991-1994 | 1995-1998 | 1999-2003 | 2004-2010 | |
| Argentina | 22,9 | 15,8 | 16,8 | 18,2 | 14,5 | 18,6 | 
| Bolivia | 7,1 | 3,5 | 6,3 | 11,8 | 10,8 | 7,2 | 
| Brasil | 20,3 | 15,1 | 15,8 | 15,7 | 14,1 | 15,7 | 
| Chile | 16,6 | 15,7 | 23,4 | 25,3 | 20 | 23 | 
| Colombia | 10 | 9 | 15,1 | 16,4 | 10,9 | 18,6 | 
| Costa Rica | 14,2 | 14,1 | 15,3 | 16,7 | 18,5 | 19,8 | 
| Cuba | 4,7 | 4,5 | 2,4 | |||
| Ecuador | 13,5 | 13,1 | 21,2 | 20,8 | 18,2 | 19,6 | 
| El Salvador | 10,6 | 10,5 | 14 | 15,7 | 16,3 | 15,8 | 
| Guatemala | 6,8 | 6 | 7,1 | 8,1 | 12,8 | 14,6 | 
| Honduras | 12,2 | 8,5 | 12,8 | 16,2 | 19,4 | 21,3 | 
| México | 14,3 | 11,4 | 14,7 | 14 | 16,4 | 16,5 | 
| Nicaragua | 7,8 | 7,5 | 8,4 | 15,5 | 18,8 | 17,8 | 
| Panamá | 15,5 | 11,4 | 18,8 | 18,1 | 13,1 | 15,5 | 
| Paraguay | 23 | 15,5 | 19,9 | 18,6 | 13,7 | 13,1 | 
| Perú | 19,2 | 14,1 | 13,9 | 19,2 | 15,1 | 19,2 | 
| República Dom. | 16,8 | 14,3 | 13,4 | 17,8 | 20 | 17,8 | 
| Uruguay | 12,2 | 7,1 | 10,1 | 12,4 | 9,1 | 13,6 | 
| Venezuela | 13,3 | 8,1 | 6,7 | 10,6 | 13,9 | 12,7 | 
| América Latina | 14,3 | 11,1 | 14,1 | 15,6 | 14,7 | 15,9 | 
Como resulta meridianamente claro 
también, al contrario del caso anterior, la tendencia de la IFBKF 
privada en nuestro país ha sido bastante baja comparada regionalmente. 
De hecho, siempre ha estado por debajo del promedio regional, lo cual 
quiere decir que los privados venezolanos invierten mucho menos que sus iguales de nuestros países hermanos,
 que de por sí invierten ya bastante poco en comparación con los 
estándares globales, dicho sea de paso. Ahora bien, como dato notable 
véase que contrario a lo que reza el sentido común mediatizado impuesto,
 es solo a partir de 1999 (el primer año de gobierno del presidente 
Chávez) que el indicador se recupera, manteniéndose todavía por debajo 
del promedio regional, pero significativamente por encima de los años de
 “apertura” económica y experimentos neoliberales durante los 80 y 90.
Llevaría mucho rato explicar en 
profundidad lo que sin duda no es una accidente sino una característica 
estructural del capitalismo venezolano, ese que en deshonor a quién 
deshonor merece, podríamos denominar el modelo fedecamaras de capitalismo dependiente y rentista y
 que es el verdadero origen de todas las distorsiones no de la economía,
 sino de la sociedad venezolana. Pero hagamos el intento de resumir:

Como podemos ver en la gráfica anterior, 
la IFBKF privada (azul) sufrió desde finales de los 70 una 
estrepitosa caída. Sin embargo, esta caída en realidad es relativa, 
porque lo cierto del caso es que del 76 hacia atrás se incluía dentro de
 la misma la realizada por las petroleras transnacionales, por lo que al
 momento de la nacionalización se produjo un sinceramiento estadístico 
-para utilizar el lenguaje de los expertos- o lo que es lo mismo: al ya 
no contabilizarse como privada la inversión en la industria petrolera, 
se corrigió el adulteramiento del indicador, y por lo tanto, se empieza a
 notar de manera más clara la propensión crónica a no inversión de los 
capitalistas venezolanos. De más no está decir que lo de inversión 
privada en nuestro país es un término bastante relativo, en la medida en
 que en buena parte se trata de dinero público que, por vía de créditos 
blandos, exoneraciones fiscales y demás mecanismos de privatización de 
la riqueza nacional, es el que acaba siendo usado para invertir en lugar
 de los excedentes generados por las actividades económicas de dichos 
particulares, los cuales por lo general terminan fugados en el exterior o
 bien malgastados bajos las diversas modalidades del consumo suntuario. 
De hecho, los picos de entre 1767 y 1978 se deben fundamentalmente al 
impulso de la transfusión de dinero público a manos privadas implicada 
en el proyecto Gran Venezuela de CAP I
Nótese por otra parte que esta 
desinversión privada antecede por varios años al Viernes Negro de 1983. Y
 este es un dato importante pues para el sentido común mediatizado el 
viernes negro es el comienzo de la crisis económica, cuando en realidad 
es el síntoma más visible de los estragos que el colapso del modelo 
fedecamaras y el advenimiento del neoliberalismo comenzaban a causar. Y 
esto no lo digo yo. Y ni siquiera es algo que haya dicho por primera vez
 alguien de izquierda. Lo dijo Miguel Ignacio Purroy, banquero de vieja 
data y hasta no hace mucho presidente de BANCARIBE, y en tal virtud, 
insospechado de chavismo o izquierdismo. En 1985, en un trabajo de la 
ANCE titulado Pasado, presente y futuro de la deuda para el cual se le 
entrevistó, Purroy daba su diagnóstico sobre las causas de la crisis 
venezolana de entonces:
“Se llegó a la crisis porque el 
sector privado entró en huelga de inversiones desde 1979. El Estado 
quiso romper esa huelga aumentando los créditos para la inversión del 
sector privado con la esperanza de que se tradujera en creación de 
riquezas para recuperar los créditos e incrementar el empleo, pero no 
ocurrió así. Simplemente gran parte de esos créditos se transfirieron al
 exterior (…) La Corporación Venezolana de Fomento, por ejemplo, prestó 
quince mil millones (de Bs.) y solo recuperó mil quinientos”
El caso es que dicha desinversión fue la 
respuesta deliberada que el capital que opera en Venezuela (nacional y 
transnacional) practicó ante la situación de sobreacumulación que vivió 
hacia finales de los 70. No fue sin embargo la única: la complementó con
 la fuga de capitales, es decir, la transferencia masiva de capital 
hacia el exterior de manera legal, ilegal y paralegal, así como con el 
consumo suntuario, es decir, la adquisición creciente de propiedades 
vacacionales, vehículos, yates, en fin, de todo aquello que está por 
fuera del alcance del ciudadano promedio tanto en el exterior como en el
 interior del país por ser de lujo. En resumen: al acumular más de lo 
que el mercado interno era capaz de absorber (o sea, la reinversión ya 
no les garantizaba los mismos márgenes de ganancia) no tanto por ser 
pequeño sino por ser radicalmente desigual, concentrado y cartelizado, 
nuestros capitalistas sacaron su plata al exterior, procedieron a 
gastarla de la manera más improductiva posible al tiempo que impusieron 
condiciones draconianas a la economía nacional para seguir operando en 
ella.
La desinversión implicó una 
intensificación del modelo de acumulación rentística tanto radicalizando
 la apropiación de la renta petrolera como llevando al máximo la 
especulación en materia de precios. La intensificación fue del tal grado
 que incluso modificó los esquemas clásicos de competencia capitalistas.
 Por ello en nuestro país se da el caso que la competencia entre 
capitalistas es ficticia o se da de manera secundaria y focalizada. Aquí
 la competencia realmente existente y determinante es la que opera entre
 los capitales cartelizados contra los consumidores asalariados. De
 manera concertada o no, consciente o inconsciente, premeditada o 
simplemente por costumbre, el mercado venezolano ha devenido en un 
mercado de carteles que se reparten las cuotas, impiden por cualquier 
vía –incluso las gansteriles- la llegada de potenciales competidores y 
donde la consigna es sacar la mayor ganancia los más rápido invirtiendo 
menos, lo cual se hace especulando el precio por unidad de cualquier 
producto ofertado. A ciertos niveles –los de mayor concentración- la 
cartelización es premeditada y consciente –como pasa con los alimentos 
(Cargill “vs.” Polar) y con los vehículos (el famoso modelo de negocios 
bajo el cual los concesionarios y ensambladoras prefieren vender un 
vehículo a un precio que le permita obtener ganancias que en condiciones
 normales le reportarían diez,  antes de fabricar dichos diez con las 
inversiones que implica). Ahora bien, esta cartelización premeditada 
termina arrastrando al resto de la economía, los demás de productores y 
comerciantes se ven espoleados por los más grandes (la especulación con 
los insumos, el cobro de rentas abusivas –por caso: los alquileres de 
locales) o simplemente se ven animados a hacer lo mismo buscando las 
migajas que los más grandes dejan o exprimiendo al consumidor lo que le 
han exprimido a ellos.
En este sentido, llevan la razón los 
expertos de todos los colores que afirman que la inflación en nuestro 
país tiene origen en la no inversión privada. Pero en lo que no tienen 
razón es que en dicha no inversión se deba a que Chávez y ahora Maduro 
les hablaran feo a los “empresarios” y no crearan “condiciones” para 
invertir. La misma, de origen, fue una decisión consciente y premeditada
 de los grandes capitales que terminó, como decíamos, arrastrando al 
resto, decisión que antecede por mucho a la llegada del chavismo. De 
hecho, el drama económico del chavismo es que ha tenido que luchar 
contra dicha inercia, transformada en los últimos años en una feroz 
guerra económica. Es por esto que la problemática de precios en nuestro 
país no responde a esquemas de inflación monetaria (o monetarista) sino 
de especulación en cuanto patrón de acumulación y últimamente como 
práctica de sabotaje. En la siguiente gráfica, tomada de un texto del 
tampoco sospechoso de chavismo economista Asdrúbal Baptista, se observa 
claramente esta correlación histórica entre desinversión privada e 
inflación especulativa de precios:

Claro que no faltará quien diga que todas
 estas son excusas para disfrazar la incapacidad del Estado o mentiras 
para perseguir a los nobles empresarios venezolanos. Ahora bien, a este 
respecto nada puede resultar tan ilustrativo como citar a los propios 
“expertos” de derecha no cuando escriben para el gran público sino 
cuando se escriben entre ellos, cuando se recomiendan cómo operar en 
esta coyuntura. En lo que sigue y a manera de ejemplo de como la guerra 
económica se monta sobre esta tara capitalista, veamos esta 
“recomendación” que la firma Econométrica (una de las más 
conspicuas propagandistas de los males de la economía venezolana y cuyo 
director, Ángel García Banch,  no solo fue uno de los “ideólogos” del 
capitalismo popular de María Corina Machado, sino también, junto al hoy 
notables diputado de la MUD José Guerra asesor del actual des-gobernador
 de Miranda Capriles en sus recurrentemente frustradas aspiraciones 
presidenciales) emite en uno de sus boletines para clientes en abril de 
2012 (lamentablemente ya no disponible en la web de la firma pero que 
con todo gusto podemos enviar vía mail a quién lo requiera):
 “Econométrica recomienda a 
sus clientes postergar sus inversiones en capital fijo (ampliaciones de 
planta, compra de maquinarias, equipos y oficina) hasta el año 2013 en 
los casos en que se posible y se tenga acceso a las divisas (cuando la 
postergación de la inversión no le coloque en riesgo, en términos de una
 pérdida de participación de mercado de su empresa que fortalezca a la 
competencia). Las razones básicas de la recomendación son dos. La 
primera, porque durante los próximos doce meses no habrá una mejor 
inversión que la compra de divisas (el tipo de cambio oficial y paralelo
 aumentará más que la tasa nominal de rendimiento de capital). Y, la 
segunda, porque postergar la decisión de invertir en capital fijo hasta 
2013 o, al menos, hasta que se tenga conocimiento de los resultados 
electorales (los del 07 de octubre de 2012, la última elección ganada por el comandante Chávez), tiene
 sentido, desde el punto de vista de la incertidumbre, la planificación 
de su negocio y anticipación de precios claves como los de bienes 
raíces, el mercado bursátil en moneda nacional, etc.
La ley de “producción” “nacional” o como apropiarse para unos pocos lo que por hecho y derecho nos pertenece a todos y todas.
La característica de la inversión pública
 dada por el presidente Chávez fue la de invertir en la áreas vitales de
 la economía donde el sector privado no lo hacía. Y en el caso de las 
expropiaciones, resulta público, notorio y comunicacional, que en la 
gran mayoría de los casos por no decir la totalidad, fueron hechas sobre
 activos que cumplían algunos de estos tres requisitos o los tres a la 
vez: estaban quebradas, fueron abandonados por sus propietarios, o se 
encontraban inmersos dichos propietarios en algún tipo de delito 
(laboral, comercial, ambiental, etc.). Excepciones del caso por razones 
estratégicas fueron, por ejemplo, la CANTV y el Banco de Venezuela. Y 
por más que puedan tenerse críticas de su funcionamiento actual, nadie 
sensato duda que son hoy empresas más grandes y mejores de lo que eran 
cuando estaban en manos privadas.
A este respecto, la consabida ley de 
“producción” “nacional” promovida por la actual AN de mayoría 
oposicionista, además de todo lo que se ha dicho, lo que busca nada 
menos es poner en manos de los capitalistas que no han invertido entre 
muy poco y nada durante años, optando más bien por fugar y especular 
contra el país, los bienes y activos que el Estado como parte de una 
política económica inclusiva y de avanzada el presidente Chávez logró 
consolidar para la Nación. Es decir: esos mismos que roban y especulan 
con las divisas, que expolian a más no poder el bolsillo de los 
consumidores, que se han negado a dar todos los beneficios laborales de 
los que hoy gozan los trabajadores y trabajadoras de este país y solo 
los dan porque el Estado los obliga, que reniegan de la estabilidad 
laboral, que no pagan impuestos, que promueven y son protagonistas del 
contrabando de extracción, la especulación y el acaparamiento en nombre 
de los “incentivos”, exactamente esos mismos, escamoteando su 
responsabilidad histórica como saqueadores y vividores del país tras una
 AN cómplice, no conformes, intentan ponerle mano a todas esa 
inversiones para seguir llenando sus bolsillos.
Lo anterior desde luego no quita que haya
 empresas del Estado que sean ineficientes o atraviesen miles de 
problemas. Pero concluir de ello que la gestión pública es un fracaso, o
 peor aún, que para hacerlas eficientes hay que dárselas a los privados,
 solo tiene sentido en el mundo de la dogmática, alcahuetería e 
indolencia de criterio típica de la prédica neoliberal criolla. Entre 
otras cosas, de lo que se requiere para mejorarlas es de un marco de 
control y participación ciudadana-popular transparente que piense en el 
bien común, ninguna de las cuales son características de la actual AN 
llena de intereses más que de principios.
Como dice David Harvey, el famoso 
geógrafo norteamericano, la historia del capitalismo es la historia de 
una continua desposesión, la historia de una continua extracción de 
aquello producido colectivamente. Sin esa continua acumulación por 
desposesión, sin los decretos, rumbos institucionales y tácticas 
capitalistas para cercar y extraer renta de la producción social, el 
régimen de acumulación capitalista no podría mantenerse. Esa es la 
esencia de un modelo injusto en su origen e injusto en su desarrollo 
histórico. Y eso es exactamente lo que pretende hacer la AN, solo que de
 una manera infinitamente vulgar al igual que pasa con las viviendas de 
la GMVV. Se nota que el diputado José Guerra en sus tiempos de 
izquierdista de la UCV y el PRV también leyó -como Harvey- al Marx de la
 acumulación originaria.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
