En las calles, sectores del pueblo,siguieron la votación con manifestaciones en favor de la democracia, contra el golpe y en defensa de Dilma; otros celebraron que este proceso haya sigo conquistado y esperan el próximo paso en el Senado.
Mientras tanto, Dilma Rousseff mantiene firme su postura de defender su gobierno y al pueblo de esta acusación sin pruebas que ha sido apoyada con mucha fuerza por medios como O Globo y Folha de São Paulo, medios que apoyaron la última dictadura en el gigante del sur.
La oposición golpista ha acusado a Dilma de ser parte de la corrupción en la que estuvieron vinculados funcionarios de Petrobras y del gobierno, que la propia mandataria ordenó investigar. También se le acusó de recibir grandes sumas de dinero provenientes de la estatal petrolera en 2014, durante la campaña presidencial para su reelección. Sin embargo, el carácter de la investigación terminó siendo presuntamente ocultar el déficit fiscal de la nación. Aún no se presentan pruebas sobre los “crímenes de responsabilidad” que según cometió.
No solo los medios y la oposición lideran esta macabra jugada contra el gobierno legítimamente electo por la mayoría de los brasileños, también el Tribunal Supremo Federal le hizo el juego a este proceso, pues no avanzó como debía en la investigación contra Eduardo Cunha.
Ahora, esta votación se traslada al Senado. Allí se harán dos votaciones. La primera decidirá si avanza o no el juicio político (impeachment) contra Rousseff. Para ello deben conseguir 41 de los 81 senadores, si esto pasa la mandataria será suspendida durante 180 días del cargo. El Vicepresidente, Michel Temer asume el gobierno en ese período.
En la segunda, el Senado ejecuta el juicio. En 180 días deberá decidir si Rousseff es culpable o no de los cargos, deben conseguir 54 votos de los 81 senadores para sentenciarla negativamente y apartarla permanentemente del cargo. Si menos de dos tercios votan en contra, Dilma regresaría al gobierno.
En medio, se encuentra el vicepresidente Michel Temer, sobre quien recae una investigación por hechos de corrupción, y quien traicionó la coalición con el Partido de los Trabajadores.
El político se encuentra en una situación dicifil de cara al proceso electoral del año 2018. Según una reciente encuesta realizada por Datafolha, Temer solo cuenta con 3 por ciento del apoyo popular, lo que evidencia una fuerte debilidad para conquistar la presidencia de la República. En tanto que el expresidente Luis Inacio “Lula” Da Silva obtuvo, en esa misma encuesta, 21 por ciento de los votos a favor de un nuevo periodo de gobierno.
Es evidente que Latinoamérica vive un proceso de golpes institucionales desde el año 2009, año en el que Honduras fue sometida a las pretensiones de Estados Unidos de conquistar nuevamente lo que considera su “patio trasero”. También lo vivió Paraguay en el año 2012, en medio de la masacre de Curuguaty, el congreso forzó al entonces presidente Fernando Lugo a renunciar al cargo. Ahora, Brasil experimenta esta nueva faceta golpista gestada contra los gobiernos progresistas y socialistas de la región.
La ultraderecha internacional y sus aliados han reconfigurado el Plan Cóndor para imponer sus mecanismos de opresión contra el pueblo; solo que esta vez no emplearán los golpes militares como ocurrió en Paraguay (1954), Brasil (1964), Bolivia (1971), Chile y Uruguay (1973), Argentina (1976), ahora bajo la consigna del “cambio”, las guerras no convencionales y siempre con el apoyo de las transnacionales de la comunicación imponen juicios políticos sin basamentos legales contra quienes se oponen a ser nuevamente sometidos por la bota yankee.
Por: @VanessaGF_LRDS
La Radio del Sur