Así fue que
cobraron fuerza, en los últimos 15 años los más diversos términos y
teorías, entre los que se pudieran citar: “Revoluciones de colores”,
“Poder Inteligente”, “Golpes Suaves”, “Guerra No Convencional”, “Guerra
Irregular”, “Guerra de Cuarta Generación” y “Guerra Cibernética”. Si
hurgamos en la semántica de los términos, tendríamos que entablar un
arduo debate con políticos y filólogos, pero lo cierto es que no importa
el adjetivo que se utilice para calificar las guerras, todas son
iguales: laceran sentimientos humanos, dividen naciones, devastan
pueblos y culturas, e incluso acaban con civilizaciones.
Durante su
visita a La Habana, el presidente estadounidense Barack Obama con
“palabras almibaradas” convocó a olvidar el pasado, e incluso dijo: “He
venido aquí para enterrar el último resquicio de la Guerra Fría en el
continente americano”. Nada más lejano a la realidad: ni olvidan el
pasado y continúan con una guerra, que de fría solo tiene el nombre, ya
que han convertido al continente americano en un “caliente” balón de
ensayo de sofisticadas estrategias de agresión.
¡Quién tenga
dudas! solo estudie pormenorizadamente las agresiones a la revolución
bolivariana. No obstante, si el tiempo o la falta de información no se
los permitiera, trataré a grandes rasgos de explicárselo. La “Guerra No
Convencional” que hoy enfrenta Caracas no es solo un fenómeno del
presente, sino que es la respuesta del Imperio y sus aliados de la
derecha internacional a sus fracasos en el pasado.
La historia
pudiera haber comenzado a finales del pasado siglo, exactamente el 13 de
diciembre de 1994, cuando por primera vez Hugo Chávez Frías visitara
Cuba y fuera recibido en la escalerilla del avión por el Comandante en
Jefe de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz. Desde ese preciso
instante, las huestes imperiales presagiaron que Fidel había
identificado algo en el joven estudioso de Bolívar. La historia después
se lo develó: un carismático estadista antiimperialista de talla
mundial.
Al comentar
el suceso -diez años después, en ocasión de conmemorar la intervención
de Chávez en el Aula Magna de la Universidad de La Habana- Fidel dijo:
“Al referirse al hecho de que yo lo esperase en el aeropuerto, expresó
con increíble modestia: “Cuando recibí la inmensa y agradable sorpresa
de ser esperado en el aeropuerto internacional «José Martí» por él mismo
en persona, le dije: ‘Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo
algún día en los meses y en los años por venir’. Lo mismo les digo a
todos ustedes, queridos compatriotas cubano-latinoamericanos: Algún día
esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y en
condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario
latinoamericano, imbuidos, como estamos, desde siglos hace, en la idea
de un continente hispanoamericano, latinoamericano y caribeño, integrado
como una sola nación que somos”.[1]
Precisamente,
por merecer el honor de ser recibido en reiteradas oportunidades en
Cuba y por convertirse en el mejor de sus amigos, fue incorporado en la
lista de los líderes más “hostiles”, y por ende objeto directo de un
expediente para aplicarle durante sus mandatos presidenciales los más
variados métodos de “Golpe Suave” o “Mecha lenta” como en este último
caso, él solía llamarle.[2]
El 6 de
diciembre de 1998 Chávez gana las elecciones presidenciales con el 56.2%
de los votos contra el 40% de su más cercano contendiente ¡Una soberana
paliza! Como es lógico, no ha sido olvidado.
¿Qué recibió
Chávez de la oligarquía venezolana proyanqui de turno? “Una economía
con carencias macroeconómicas y sociales. El porcentaje de personas en
situación de pobreza extrema se ubicaba en 20.3%, […] la inflación
promedio del sexenio precedente fue del 57.6%, […] solo el 43.3% de la
población accedía a la educación preescolar y el 21.6% a la educación
media superior, 37% de desnutrición infantil, 21% de mortalidad infantil
y 30% de deserción escolar”.[3]
A partir de
ese momento, comenzó la construcción del proyecto del socialismo del
siglo XXI. Ese sistema político el Imperio ya lo conocía, o al menos
había oído hablar de él: se dice que una pequeña isla del Caribe a 90
millas de distancia de sus costas había construido un sistema enfocado
en esa dirección, y su pueblo vive en paz. Como es evidente, no se le
podía permitir tal atrevimiento.
No importa,
pero como Chávez estaba hecho de la fibra de los grandes guerreros
siguió en la batalla y en tan solo unos catorce años en el poder, sacó
de la pobreza a millones de venezolanos; erradicó prácticamente la
desnutrición; incrementó el gasto per cápita en sanidad de los 176
dólares de 1998 a los 663 dólares en 2012; en educación garantizó que la
Unesco declarara al país libre de analfabetismo, así como fomentó
proyectos sociales en las áreas de salud, cultura y deporte para
devolverles a los venezolanos la dignidad humana que durante la Cuarta
República era vulnerada diariamente. Tampoco se lo perdonaron y mucho
menos lo han olvidado hasta el día de hoy.
En 1999, los
venezolanos, en muestra de la más ferviente prueba de democracia,
aprobaron en referendo la nueva Constitución Bolivariana, que por
primera vez en la historia de esa nación se logró con el 71,21% de los
votos. Este pasaje de la historia, tampoco lo olvidaron, y en el 2002,
la oposición, con el respaldo de una intensa campaña mediática, llevó a
cabo un golpe de estado contra los poderes constitucionales. Una vez
más, se impuso la razón y la voluntad popular, y en menos de 72 horas
reinstalan a Chávez en su cargo. El 14 de abril de 2002 llega al palacio
presidencial de Miraflores y asume de nuevo la Presidencia.
Coincidentemente en ese propio mes, pero del año 1961, en aquella
pequeña islita del Caribe que les comenté, el imperialismo sufrió una
gran derrota, en lo que ellos mismos han reconocido como una acción de
Guerra No Convencional, y casualmente en menos de 72 horas.
A pesar del
fracaso en Venezuela volvieron a insistir en su derrocamiento, y en
diciembre del propio año, comenzó el “paro petrolero”, demandando una
vez más la renuncia de Chávez, la que igualmente terminó con resultados
infructuosos. La derrota hizo a la oposición “replegarse” por un tiempo
para tejer nuevas intrigas. Tal es así, que en el 2004 inician una
campaña para un referendo revocatorio contra Chávez, al que este se
somete, en respeto absoluto a la institucionalidad. Como es lógico, los
“defensores de la democracia y el Estado de Derecho”, tampoco lo han
podido olvidar.
En 2006,
otra victoria se suma al palmarés de Chávez, y con más del 62% de los
votos gana las elecciones presidenciales para el período 2007-2013 y
comunica la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela. En ese
mandato anunció que se nacionalizaría todo lo que había sido
privatizado; toma el control operativo de las actividades primarias
relacionadas con los hidrocarburos en la Faja del Orinoco, a través de
la estatal PDVSA, y alcanza un rotundo triunfo al aprobarse en referendo
la reelección ilimitada del Presidente, que le daba la posibilidad de
presentarse a un nuevo mandato en 2012, el que también gana, en esta
oportunidad al hombre de Washington en Venezuela, Henrique Capriles
Radonski. Esta victoria tampoco fue olvidada y por ende todas las
fuerzas contrarias a los postulados de la Revolución Bolivariana
trataron de frenar su auge, para lo que agudizaron el sabotaje
económico, la guerra psicológica, el financiamiento multimillonario a
sus opositores y a sicarios para que atentaran contra la vida de Chávez,
así como trataron por todas la vías y métodos posibles de fraccionar la
unión cívico militar.
Tampoco le
perdonan ni olvidan que impulsara la integración regional y la creación
de organizaciones como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), así como que
educara en sus principios a un “busero”, quien se convirtiera en el
primer Presidente obrero de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, contra
quien han agudizado las agresiones para tratar de que no continúe con el
legado de Chávez.
Hoy se
reclama que Venezuela busque una salida constitucional a la “difícil
situación interna” y que convoque un referendo revocatorio. No obstante,
todo parece indicar que al no poder lograr esos propósitos de manera
legal, se afanan en recurrir a lo que mejor saben hacer: la violencia
contra las instituciones legítimas del poder.
Recientemente,
sitios digitales dieron a conocer elementos de la agenda del Comando
Sur contra Caracas, bajo el título: “Operación Venezuela Freedom-2”. El
documento refiere varias recomendaciones entre las que destacan: “Con
los factores políticos de la MUD hemos venido acordando una agenda
común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones
callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada, […] el
referéndum o la enmienda se impulsa en tanto cobertura, […] la
responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial de la
Operación Venezuela Freedom-2 en los actuales momentos descansa en
nuestro comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de
los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la MUD
involucradas en el Plan, por eso nosotros no asumiremos el costo de una
intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos los diversos
recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las
políticas para sacar a Maduro ”.
Agregan:
“[…] Mantener la campaña ofensiva en el terreno propagandístico,
fomentando un clima de desconfianza, incitando temores, haciendo
ingobernable la situación. […] Particular importancia tiene la
explotación de los temas como la escasez de agua, de alimentos y de
electricidad, […] reforzando la matriz mediática que ubica la crisis
eléctrica como responsabilidad exclusiva de Maduro”.
Es por ello
que al estudiar nuevamente los documentos programáticos del Gobierno de
Estados Unidos sobre la Guerra No Convencional, no se puede dejar de
encontrar “casuales coincidencias” con las acciones que hoy se emplean
contra la revolución bolivariana. En tal sentido, razones sobran para
reiterar que la Guerra No Convencional seguirá siendo el principal
instrumento para perpetuar el dominio imperial, y que por el momento,
seguirá siendo la más convencional de las guerras.
Referencias
[1]
Palabras pronunciadas por el Presidente de la República de Cuba Fidel
Castro Ruz, en el acto de condecoración con la Orden “Carlos Manuel de
Céspedes” al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo
Rafael Chávez Frías, en el X Aniversario de su primera visita a Cuba.
Teatro “Carlos Marx”, 14 de diciembre de 2004.
[2] Término utilizado por el presidente Chávez durante su intervención en el programa “Aló Presidente” el 6.7.2007.
[3] Gracia
M. y Reyes R. (2008): “Análisis de la Política Económica en Venezuela.
1998-2006”, Oikos No 26,25-47, Escuela de Administración y Economía,
Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), Santiago de Chile. [http://edicioesusch.cl/oiks/]