El pasado año, Putin se refirió en términos pugilísticos al “combate” de su país contra el llamado Nuevo Orden Mundial.
Estas declaraciones, reproducidas por numerosos medios, fueron interpretadas como una respuesta al multimillonario Jacob Rothschild, quien previamente habría calificado al líder ruso de “traidor al Nuevo Orden Mundial”.
Según el influyente Covert Geopolitics, Putin habría manifestado que “aquellos pocos privilegiados que creen que ciertas normas no se aplican a ellos, deben ser totalmente neutralizados”.
“No son los dueños del mundo y no pueden tener carta carta blanca para hacer lo que quieran. Si no nos enfrentamos a ellos, querran intimidarnos y someternos cada vez más”, agregó.
También dijo que los Rothschild no pueden ser “una soga atada al cuello de la economía rusa”.
Para varios analistas, Putin ha hecho de la unión “social, económica y espiritual de Rusia” su gran prioridad al objeto de liderar un Occidente en progresivo declive moral e identitario. Una de sus medidas más controvertidas fue ordenar la detención del oligarca Mijaíl Jodorkovski Rothschild, estrechamente vinculado a la fundación Rothschild y a personalidades como Henry Kissinger y al ya fallecido Arthur Hartman.
Apasionado de la historia, el presidente ruso parece tener claro el papel fundamental que las élites financieras tuvieron en el fomento de los principales conflictos internacionales del siglo XX. La gran cuestión será si Putin acercará posiciones con los que vienen defendiendo la misma tesis desde la perspectiva defensiva de la Alemania liderada por Adolfo Hitler. Ello supondría un durísimo golpe a la eficaz estrategia de demonización del nazismo para descalificar cualquier proyecto patriótico que suponga una alternativa real al globalismo y que esté basado en valores tradicionales, identitarios, raciales, espirituales y religioso.
El apoyo de Putin a su homónimo sirio al Bashar Háfez al-Ásad, en contra de los objetivos de Europa y Estados Unidos, sería una prueba concluyente de la disposición rusa a ejercer el liderazgo a partir de unas pautas que no estén definidas por los representantes políticos y económicos de la globalización.
Apoyo a los cristianos europeos
Hace unos días, Konstantín Dolgov, encargado de derechos humanos del Ministerio ruso de Exteriores, acusó a Occidente de una creciente discriminación contra los cristianos, especialmente en Europa, donde el «agresivo neoliberalismo» estaría marginando los valores morales tradicionales.
Dolgov denunció que en los países europeos “la cristiandad, sus creyentes y santuarios son objeto de procesamiento, persecución, violencia y discriminación” y acusó a la Unión Europea (UE) de aprobar leyes contra la instigación al odio para “la marginación de los creyentes y los valores cristianos”·
Recordó que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos está desbordado por las denuncias de discriminación religiosa, “incluida la cristianofobia”, que estimó en 250.000, de las que sólo se tramitarían unas 40 al año.
En nombre de un país que se considera la reserva moral del continente europeo, Dolgov criticó las uniones homosexuales aprobadas en los países occidentales.