Es norma de los historiadores que no utilizan método científico narrar los acontecimientos desde un punto de vista meramente anecdótico. Para ellos la historia carece de proceso y mucho menos se explica en función del Materialismo Histórico, ciencia que desarrolló Marx fundamentándose en la lucha de clases.
Muy bien lo escribe Domingo Alberto Rangel en su libro “La Oligarquía del dinero”: “La larga situación de paz impuesta que el país vivió entre 1920 y 1957, fue creando una burguesía interna, mercantil al principio, más tarde financiera, cuando unió a sus inversiones industriales una superestructura bancaria, cuyo creciente poderío es el suceso cardinal de nuestra evolución en cuanto atañe a las clases dirigentes. La burguesía venezolana que era enclenque a principios de siglo, por ayuna de recursos en un país rural y anarquizado, cambió radicalmente sus posiciones. Cincuenta años de auge petrolero le dieron ingentes recursos y le permitieron explotar a un país unificado, urbanizado y próspero desde el punto de vista capitalista. Al cabo de ese período los términos se habían invertido. La Venezuela rural expiraba o se transformaba ella misma y con ella pasaban al crepúsculo los terratenientes, perdida por completo su vieja jerarquía. Los burgueses de las finanzas acumulaban, por el contrario, los más grandes capitales y desde grupos bien concentrados dirigían toda la economía interna. Se habían logrado las dos condiciones que el capitalismo reclama en quienes aspiren a actuar como clases dirigentes en una sociedad dominada por él. Esas condiciones son la centralización de los recursos en pocas manos y la creación de redes de intereses a lo largo de un país a fin de que pueda acondicionarse la marcha de sus actividades” [1].
Se extinguía el caudillismo militar y le cedía el paso a la pujante burguesía. Ya no era necesaria la coacción militar para mantener al Pueblo dominado: “En general, las oligarquías del dinero prefieren el gobierno democrático al autoritario. La estabilidad de ese sistema es reforzada por la consulta periódica donde resulta ratificado el dominio oligárquico –a esto equivalen las elecciones presidenciales y parlamentarias- y así se evitan los peligros que para las oligarquías significarían los regímenes personalistas y militares” [2].
El 23 de Enero de 1958 representa entonces un hito muy importante en la historia de Venezuela: la transición del caudillismo militar a la democracia representativa burguesa. Todo lo demás es anecdótico.
[1] Domingo
Alberto Rangel, La Oligarquía del dinero, Tomo tercero de “Capital y
Desarrollo”, Segunda edición, Editorial Fuentes, Caracas (1972). Pág.
381-382.
[2] Ibid. Pág. 383.
[2] Ibid. Pág. 383.