Publicado: 18 febrero, 2017 Archivado en: Uncategorized
Cuando el gobierno de George W. Bush acusó a Saddam Hussein de ser un
dictador tan malvado que tenía armas de destrucción masiva, dejó bien claro que
estas acusaciones no eran contra del pueblo iraquí, por el contrario, eran para
protegerlo de la malvada dictadura que hacía de sus vidas un infierno. Entonces,
los opositores a Saddam recorrían el mundo, buscando apoyo de la “comunidad
internacional” para que, por favorcito, los ayudaran a derrocar al tirano porque
ellos no tenían ni la fuerza ni las pelotas para tumbarlo por sus propios
medios.
Cuando en 2003 los EEUU invadió Iraq, lo hizo, ya saben, porque Saddam
era malo y tenía armas de destrucción masiva. Desde la Casa Blanca, George W.
felicitaba al pueblo iraquí por haber recuperado su libertad, mientras los
mataba a bombazos. A todas estas, voceros de la oposición iraquí, instalados en
Londres, declaraban a los grandes medios su satisfacción porque su país, por
fin, conocía la libertad.
Ya sabemos cómo sigue la historia. Ya sabemos qué pasó con el pueblo
iraquí. Hundidos en una guerra sin final a la vista, pero eso no es contra
ellos, ya saben, es contra el malvado de Saddam y esas armas de destrucción
masiva que tenía… “Bueno, que no tenía, que nos equivocamos”, dijo Tony Blair;
“que cualquiera se equivoca”, dijo José María Aznar; “que sí, que nos dieron
informes falsos”, dijo Obama porque Bush no estaba ya ahí para lavarse las
manos. Los que no han dicho ni pío fueron aquellos opositores que facilitaron la
invasión, aquellos que sirvieron de títeres para confirmar cada mentira
inventada para justificar el saqueo de su propio país… tan habladores que eran y
no han dicho ni pío…
Antes de Iraq fue con Afganistan, pobre país tomado por talibanes
trogloditas que obligaban a sus mujeres a llevar burkas, nos contaba el
Departamento de Estado, y lo confirmaba en perfecto inglés británico un señor
que decía ser afgano. Tampoco era nada contra el pueblo, sino contra los
talibanes que lo oprimían. Ahora, además del problema de llevar burkas a juro,
las afganas tienen que lidiar con una guerra que no se acaba.
Lo mismo hicieron con Libia. Aquel montón de expedientes, aquel chorro de
declaraciones, aquella “profunda preocupación” por la democracia, por la
libertad del pueblo libio. Vimos a los títeres de turno, dirigentes de oposición
que hablaban en nombre del pueblo que iban a masacrar. Y otra vez las bombas,
esta vez llamabas “humanitarias” como diciendo “Les pegamos porque los
queremos”
También sabemos qué pasó con Libia. ¿Me pregunto dónde están aquellos
voceros opositores?
Y luego Siria, donde se le enreda el yoyo a la OTAN, porque Rusia… Y en
medio de todo Ucrania para cercar a ese hijo de Putin, y estamos profundamente
preocupados por la democracia Rusa -dicen desde los EEUU- y que quede claro que
esto tampoco en contra el pueblo… Pero Putin es mucho Putin y hay que andarse
con cuidado…
Y Venezuela, la mina de los mil tesoros, sigue sin entrar por el aro.
Torres de expedientes acusando al gobierno de terrorista, primero, de narco
terrorista después, de amenaza inusual y extraordinaria para los intereses de
los Estados Unidos pero que quede claro: todo esto no es contra el pueblo
venezolano, sino que es por su bien, dice cada vocero gringo que abre la boca, y
lo repite cada vocero de la oposición con la boca llena de dólares, con sus
hijos a salvo en Miami y un green card en el bolsillo.
Si desde el norte dicen que el gobierno es terrorista, salen todos de
gira internacional a reforzar las palabras de sus amos. Si dicen que ahora es
narcotraficante, salen de gira otra vez, a lambucear afuera el apoyo que no
consiguen en su propio país.
Esta semana, el cuento gringo es que, según el Departamento del tesoro -y
sin presentar ni una prueba, por cierto-, Tareck El Aissami, nuestro vice
presidente, es narcotraficante. ¡Una pelusa! Y agrega, como siempre, el
secretario del tesoro que “esto no es contra el pueblo de Venezuela”.
Ese mismo día, en el Congreso colombiano, Julio Borges, declaró, con una
sincronía asombrosa, que Venezuela es un narco estado y es una amenaza para
Colombia y el resto de América Latina. y pide acciones internacionales contra su
país.Y Luís Florido se apresuró a poner lo suyo diciendo que Tareck tiene que
“separarse del cargo, si no teme someterse a investigaciones de las autoridades
internacionales”. Esto es que cada vez que los gringos quieran cambiarnos el
vice presidente, o cualquier ministro, o incluso el presidente, solo tienen que
montar otro expediente de esos y ¡zuas! Florido, excitadísimo, advierte además,
que estas acusaciones pueden derivar en un bloqueo financiero contra nuestro
país, pero esto no es contra el pueblo, sino contra Tareck que no quiere
renunciar e irse a vivir a la cárcel Guantánamo. Freddy Guevara, fue más allá y
le dijo al Presidente Maduro: “Si usted permite que un vicepresidente de la
República acusado de narcotráfico esté a un paso de la presidencia de la
República, el responsable de traición a la patria será usted”. Mira tú, según
Guevara, si el Presidente de Venezuela se niega a ser un títere del gobierno
gringo y no hace lo que éste le manda, entonces es un traidor a la Patria, mire
usted. Y, casualmente de gira en Washington, no podía faltar Lilian Tintori
quien, con su cara de princesa Disney monjil transfigurada de violenta
excitación, reclamó al mismísimo Donald Trump, más que palabras, acciones
contundentes contra Venezuela.
Yo les dijo una cosa: en los Estados Unidos, si algún político gringo
hiciera contra su gobierno, contra su país, lo que Borges y su combo hacen aquí,
serían acusados de traición a la Patria por atentar contra la seguridad nacional
y esto allá implica hasta la pena de muerte. Aquí, en esta “cruel dictadura que
persigue a la disidencia y coarta la libertad de expresión”, a lo máximo que
llegamos es a llamarlos vende patrias y, para colmo, ellos se
ofenden.