por Pedro Grima
Ciencia y Política Científica son
dos conceptos diferentes. El primero debe producir conocimiento, el segundo
debe decidir qué hacer con ese conocimiento. Quizás el más trágico ejemplo sea
la energía nuclear: Einstein nos dio la hermosa ecuación E=mc2, poco
más tarde, el gobierno de Estados Unidos asesinó ipso facto medio millón de personas con apenas dos bombas nucleares.
Discúlpenme la violencia del
párrafo anterior que consideré necesario para explicar el título de este breve
ensayo cuyo objetivo es intentar demostrar que la próxima etapa económica de
Venezuela, el período “poli-productivo” en contraposición al “rentista
petrolero”, requiere de una política científica muy precisa ya que los
productores de conocimiento existen y continúan formándose en las universidades
mientras que los recursos en divisas serán escasos a corto plazo.
En primer lugar es necesario que
el Estado Venezolano asuma estrategias prioritarias. Todo es importante, pero
no todas las áreas científicas son igualmente prioritarias. Incluso, algunas no
pueden desarrollarse previamente si otras no están disponibles. Podría asegurarse
que la producción de energía es previa a todas las demás, puesto que sin
energía no hay movimiento. La tendencia mundial es hacia la utilización de la
energía fotovoltaica, eso debiera motivar nuestro interés.
Existen infinidad de ejemplos de
decisiones cruciales, voy a nombrar dos: Francia comenzó a ser la potencia nuclear que
es hoy en día cuando Charles DeGaulle colocó sobre la mesa 50.000 millones de
francos para desarrollarla, una cantidad muy respetable para la época; en 1973
los Estados Unidos sufrieron un embargo petrolero y ese mismo día comenzaron
las investigaciones para extraer petróleo de esquisto que hicieron posible, cuarenta
años más tarde, que Estados Unidos sea el país que impone los precios
petroleros en 2017.
Venezuela es un país petrolero,
pero el petróleo tiene los días contados. ¿Qué será Venezuela mañana? ¿Solar?
En segundo lugar es necesario que
el Estado Venezolano asuma la dirección de la investigación. Venezuela carece
de una infraestructura de empresas privadas que además de producir, investiguen,
contrariamente a lo que posiblemente sucedió en Estados Unidos con el petróleo
de esquisto, pero igual a Francia con la energía nuclear. Por lo tanto es
necesario que asuma qué investigar y con quién. La investigación científica no
es solamente la que aparece en los artículos, me atrevería incluso a afirmar
que ésta es solo la punta del iceberg. La mayor parte de la investigación
científica está en las computadoras de las empresas y las patentes son su única
parte visible. En mi opinión, la investigación científica en Venezuela, en los
actuales momentos, debe apuntar hacia logros muy concretos (componentes
electrónicos, motores, maquinaria, genética, medicamentos) más que a la publicación
de artículos.
En tercer lugar, es necesario que
el Estado Venezolano recupere la infraestructura científica. Venezuela ha
gastado más de mil millones de dólares en equipos científicos en los últimos
años. A consecuencia de la dificultad de obtener divisas para su reparación y delicado
mantenimiento, este capital de todos los venezolanos se está deteriorando muy rápidamente.
Sugiero que, al menos los más importantes, se centralicen en laboratorios de
servicios que puedan ser utilizados por los científicos que los necesiten. Así
mismo es factible la firma de convenios con los laboratorios activos para mantener
y ampliar sus posibilidades de servicios a públicos y privados.