Con la Historia entre los dedos. Por Javier Gómez Sánchezpor Iroel Sánchez |
Durante
el rodaje de la teleserie LCB La Otra Guerra, que ahora se transmite
cada sábado a las 8:30 pm por Cubavisión, nos acompañaron situaciones
muy diversas. El año y medio de preparación, rodaje y post filmación ha
dado fruto en una serie dramática tan querida e imperfecta como los
seres humanos delante o detrás de las cámaras en nuestra televisión y
nuestro cine.
Intentamos
contar las historias de acción, romance y suspenso de un grupo de
personajes que viven la Guerra del Escambray, el principal escenario en
Cuba de la Lucha Contra Bandidos de 1960 a 1965.
Fueron
diversas las situaciones que motivaron el fenómeno del bandidismo,
condiciones sociales, históricas y políticas específicamente en el
Escambray y en Matanzas (que llevó a lo que se llamó la ¨Limpia de
Matanzas¨). El alzamiento inicial de grupos armados hizo que la CIA
ideara la teoría de que el Gobierno Revolucionario podía derrocarse con
una guerra de guerrillas similar a la que venció a la dictadura. Luego
que los grupos armados serían la retaguardia activa de una invasión.
Hasta finalmente convencerse de que esas ideas eran una quimera.
Un
logro en el arte militar poco reconocido a los revolucionarios cubanos,
es que en el mismo país donde se alcanzó el mayor éxito de la
guerrilla, se logró luego por los mismos, el mayor éxito
contra-guerrilla. Más efectivo que el de los norteamericanos con décadas
de contrainsurgencia, Escuela de las Américas y actividad de este tipo
en todo el mundo.
La
misma fórmula no fue aprovechable por la doctrina militar
estadounidense. La manera en que en Cuba se ganó la guerra
antiguerrillera se logra solo teniendo el masivo apoyo popular que se
convirtió en las Milicias Nacionales Revolucionarias.
Personajes
diversos confluyen en los capítulos de la serie: Campesinos que
encuentran un nuevo sentido a sus vidas después de una existencia al
servicio del latifundio. Otros que no comprenden los nuevos tiempos.
Estos se mezclan con personajes cuya existencia se debía al sistema
anterior: capataces, guardiajurados, administradores, empleados fieles a
los antiguos dueños y abandonados por los terratenientes que tenían la
fortuna para irse del país. También ex -revolucionarios que pretendían
disfrutar de beneficios personales con la Revolución y al ver que no
sería así, terminaron contra ella.
Es
la representación de lo que fue ese conflicto: el choque de dos mundos.
El viejo orden social del capitalismo y el latifundio contra el nuevo
que representaban la Revolución, la Reforma Agraria y la Alfabetización.
Muchas
claves en las historias de entonces, y que están en la serie, nos
sirven para esta Cuba de hoy, en la que se nos quiere presentar a ese
mismo viejo sistema disfrazado como ¨nuevo¨: Campesinos que no
comprendían el carácter colectivo de la cooperativa y que querían
confabular a otros para seguir robando como hacían con los antiguos
dueños. El de la incomprensión generacional, con jóvenes que por
inconformidad y rebeldía ante los mayores identificados con la
Revolución, terminan atraídos por los alzados. Personajes que sabiendo
esto intentan influir en esos jóvenes para atraerlos con diverso éxito.
Otros
que pretenden presentar a los victimarios durante siglos de latifundio y
explotación como víctimas de un régimen que les quitó sus tierras. Que
tratan de sembrar el miedo al futuro, al ¨qué pasarᨠcon los que apoyan
a la Revolución cuando esta caiga. Que venden como fortaleza el apoyo
de los americanos, ¨que nunca han perdido una guerra¨ y ¨que son los que
saben más¨.
Como también, por nuestro lado, historias de ¨confiables¨ qué traicionan, ¨no confiables¨ que arriesgan la vida.
Tras
las cámaras estaba la vida que vivimos hoy, que cada vez se convierte
más rápido en Historia. Vino a Cuba el mismo Papa dos veces, nos visitó
un Presidente de los Estados Unidos, se firmaron los acuerdos de paz en
Colombia, falleció Fidel…
Pero
el equipo de rodaje se dividía ante acontecimientos más cotidianos, el
trabajo se matizaba con las discusiones por los boteros y
carrotenientes, con sus defensores que los presentaban como víctimas del
sistema, o en justificadores de la especulación de las mafias
agrícolas, defensores que después igualmente son robados por estas o del
que construyó para su fortuna una piscina y en medio de la sequía
quiere tener el ¨derecho¨ a llenarla.
El
que llegaba contando que había ofrecido dinero en un hospital para que
lo atendieran mejor o más rápido, y lo hacía con el placer de poder
decir que no le debe nada a la Revolución. (Como un tío-abuelo mío que
se quedó analfabeto por propia decisión, y que se sentaba a ver los
discursos de Fidel, atento para saltar si decía que en Cuba no había
analfabetos: ¨Eso es mentira, porque mira, yo soy analfabeto¨.
Hasta que falleció se consideró la prueba viviente de que Fidel era un
mentiroso, y de paso, de que no solo la realidad supera la ficción, los
personajes reales también.)
O
los que se hacían un eco irracional de que volveríamos al Período
Especial como antes hubo quienes creyeron que les iban a quitar la patria potestad.
Con
el tiempo se podían ir reconociendo características de los personajes
de 1961 ante las cámaras, entre las personas del 2017 detrás de ellas.
Los tiempos cambian, pero la sicología de los conflictos no.
Como
también vimos a choferes de alquiler que rentamos para la producción,
de autos, de camiones, hombres dedicados a trabajos alienados, taxistas
de dormir fuera de los bares en la noche hasta que una prostituta los
alquile con un cliente. Ver poco a poco, como esos hombres iban
encontrando placer en sentirse cada día parte de una obra con su oficio,
y terminaron haciendo más de su trabajo, incluso queriendo salir en una
escena, algunos hasta insistiendo en que fuera de miliciano.
Entonces
uno se da cuenta de que, siendo un fenómeno tremendamente humano, la
Revolución está hecha de esas revoluciones pequeñas dentro de la gente.
Quien
quiera buscar defectos en la serie, los encontrará sin falta y si
conoce la profesión técnicamente, los hallará más fácil. Los que la
hicimos les aseguro que podemos enumerarlos de memoria. Pero satisfechos
en estos tiempos de ganarnos la vida haciéndola. Y si en las noches de
varios canales, de discos duros llenos de series y películas, de una
televisión que nos enajena cada vez más con fútbol y video clips, llega
un mensaje a un público que lo reciba, valió el esfuerzo.
Fuimos felices y lo seremos más.
Esa es nuestra comunicación política.