Fue en el mes de abril de 2015 cuando la alcaldía de París anunció
la puesta en marcha de una nueva economía circular con el objetivo de
proteger jardines y promover el desarrollo de actuaciones ecológicas en
la ciudad. El objetivo era fomentar un ecosistema donde nada se pierda y
todo se transforme y dar un paso para acabar con la imagen de las
ciudad como ente devorador de recursos.
Se pretendía favorecer la ecoconcepción
(productos cuyo ciclo de vida tenga el menor impacto medioambiental),
la ecología industrial (que los residuos de una empresa sean fuente de
otras) y la economía de la funcionalidad (priorizar el servicio prestado
de un bien a su posesión). Entre otros temas se comprometieron ocho
millones de euros para potenciar la agricultura urbana.
En esta línea el Ayuntamiento de París aprobó el pasado 1 de julio
una medida tanto inédita como revolucionaria. Cualquier ciudadano de la
capital francesa podrá reverdecer el entorno y cultivar comida en
cualquier punto de la ciudad, ya sea en su casa, oficina, en los
jardines públicos, las paredes, los tejados o las jardineras de los
árboles en la calle. Se trata de reverdecer la ciudad y promover la
cultura de los huertos urbanos por toda la capital.
La nueva ley pretende crear 100 hectáreas de jardines usando los muros, fachadas y azoteas por toda la ciudad para el año 2020, un tercio de ese espacio dedicado a los huertos urbanos.
El
gobierno de la ciudad francesa permitirá que cualquier ciudadano se
convierta en jardinero, aunque establece una serie de condiciones:
se deberán utilizar métodos sostenibles, evitando el uso de pesticidas
tóxicos y promoviendo la biodiversidad en la ciudad. Según informan
desde Ecoinventos,
se necesitará un permiso del Ayuntamiento -que atorgará en el plazo de
un mes- y se deberán comprometer a mantener correctamente sus huertos
urbanos y asegurar que la vegetación mejora la estética de la ciudad. El
gobierno local de París emitirá los permisos para tres años, con la
opción de renovación. A cambio el gobierno local les aportará un “kit de
siembra” con semillas y tierra vegetal.
Los “ciudadanos-jardineros” firmarán una Carta de revegetación, en la que se comprometen a utilizar plantas locales y a promocionar la biodiversidad de París, a no recurrir al uso de pesticidas y a asegurar la estética y el mantenimiento de sus plantas y materiales.
Esta
medida pretende mejorar la calidad de vida de los ciudadanos parisinos,
dando libertad a sus “jardineros” y permitirles hacer volar su
imaginación, para que puedan ser creativos en sus prácticas de
reverdecimiento local, fortaleciendo la cohesión social y convirtiendo
París en una ciudad más verde y habitable.