Posted: 17 Jun 2017 10:40 AM PDT
Por: Tito Andino U.
Generalmente
se usa el vocablo ‘terrorismo’ como una expresión retórica que sirve de
pretexto para que los fuertes aplasten a los débiles. Respecto al
terrorismo yihadista la realidad puede variar, éstos apoyan la política
de los fuertes para aplastar, aún más, a los débiles.
Irónicamente los Estados Unidos y algunos de sus socios del Próximo Oriente han “declarado” la guerra al terrorismo. La Arabia de los Saud y otros acusan a Qatar de fomentar y auspiciar a grupos terroristas. Mientras, entre bastidores los US Army continúan entregando por “error” armas al Estado Islámico (Daesh) tanto en Irak como en Siria. Las fuerzas armadas sirias y otras fuentes sobre el terreno denuncian también el rescate de decenas de líderes del Daesh en Raqa por parte de helicópteros norteamericanos para ser algunos trasladados a la región de Palmira y desconociéndose el paradero del resto. Se dice que son líderes yihadistas occidentales del Daesh; o, puede tratarse de miembros de los servicios de inteligencia y fuerzas especiales de la OTAN que entrenaban y dirigían sobre el terreno a los yihadistas.
Por otro
lado, bandas armadas radiciales chocan entre sí en Siria, no solo por el
control de regiones estratégicas, en el fondo la disputa se debe a las
rencillas entre socios, o deberemos decir entre ex socios? (Arabia
Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Turquía, etc).
Básicamente,
a lo largo del siglo XX y de lo que vamos de recorrido del siglo XXI,
Los Estados Unidos, Francia e Inglaterra no han criticado nunca al Islam Político
encabezado por las naciones sunníes, ni han alzado la voz de protesta
por las actividades de organizaciones terroristas en esas naciones –a
menos que esas acciones afecten sus intereses-.
Sin
rodeos, el terrorismo islámico existe porque las grandes potencias
occidentales lo han tolerado y los utilizan para sojuzgar a otros
pueblos musulmanes.
Hay una gran división desde el punto de vista Occidental (imperialista) respecto a los musulmanes: Apoyan abiertamente el Islam Político Sunní,
los buenos, según ellos, no tiene importancia que de allí provengan los
Hermanos Musulmanes, Al Qaeda, Estado Islámico, los Talibán y tantas
otras organizaciones yihadistas que combaten a lo ancho del Medio
Oriente y otras regiones. Por otra parte, no toleran, reprueban y atacan
duramente al Islam Político Chiíta -los malos-, según Occidente.
Los verdaderos terroristas, según ellos, constituyen los chiíes, con la
República Islámica de Irán a la cabeza y todas aquellas naciones que
han sido calificadas de pertenecer al “eje del mal” (Siria, Líbano,
Yemen y hasta Irak).
Solamente diremos que hay una forma de distinguir el Islam Político contemporáneo:
Los sunníes han demostrado a lo largo de su historia un fervoroso
intento expansionista (mediante la guerra), para ello, en la actualidad
se han sometido a las potencias occidentales; mientras los chiíes han
mantenido una posición política de defensa de sus tierras, tradición y
cultura, una especie de nacionalistas, por así llamarlos, anti
imperialistas y no dispuestos a obedecer directrices foráneas.
Pues
bien, si debemos creer en el presidente Trump, éste ha ordenado el fin
del terrorismo en Próximo Oriente (que se va colando en Europa). En su
gira por la región, el mandatario de los Estados Unidos se decanta por la Arabia de los Saud
–la mayor monarquía wahabí- que ha enviado y sigue enviando
fundamentalistas no solo a Irak y Siria sino también a lejanas regiones
del Cáucaso. Curiosamente, los Estados Unidos reniegan ahora de Qatar, sin duda, otro auspiciante del terrorismo.
Sin
embargo, preferir a la nación terrorista, por antonomasia, del reino de
los Saud solo significa que Norteamérica prefiere sacrificar a los
emires qataríes que a sus hijos putativos saudíes. Al fin y al cabo, la familia de los Saud encarna el perfecto ideal imperialista de dominación regional,
los Saud reinan a sus anchas pero son esclavos complacientes de todas
las políticas anglo-americanas y seguirán participando, cuando así lo
ordenen sus amos en el futuro, en toda guerra yihadista-terrorista, con
gente y dinero. No hay otra explicación – a más de la riqueza petrolera –
para que los democráticos occidentales consientan sostener en el
poder a las más retrograda monarquía que el mundo ha visto desde inicios
del siglo XX. El régimen qatarí puede ser sacrificado, pero tampoco
significa que consentirán que salga de su zona de influencia, su
posición geográfica es vital para el control del Golfo Pérsico.
Ha
sido solamente hace poco días que nos hemos enterado de una noticia
bomba. El mayor estado terrorista del mundo, no ha sido Corea del Norte,
ni Siria, ni Libia y otros que pertenecieron al selecto club del “eje
del mal”, según los estadounidenses y saudíes el demonio terrorista ha
estado encarnado siempre en IRÁN…
Y bueno, que le vamos hacer? Reír o llorar?
Yo
prefiero reír, la risa es el remedio infalible. Por favor, menos CNN,
al Jazeera (no esa ya no, porque ha caído en desgracia por promover el
terrorismo auspiciado por Qatar) y otras cadenas de embrutecimiento
masivo.
Otra novedad que nos madrugamos es que los malos han sido exclusivamente los “Hermanos Musulmanes” con mayor tendencia salafista que wahabí,
pero no por ello menos importantes y terroríficos. Esta Hermandad es la
cabeza política visible –el lado suave, por así decirlo- del terrorismo
internacional cuyo aporte con importantes líderes a las organizaciones
yihadistas es conocido por todos los servicios de seguridad. No
olvidemos que muchos de los integrantes de Al Qaeda y otros grupos
fundamentalistas provienen de la Hermandad. Ahora debe entenderse por
qué el presidente turco apoya a Qatar, Erdogan pertenece a la “Hermandad Musulmana” y no quiere aparecer como el malo y como buen Hermano debe apoyar a los suyos.
Puedo
comprender la posición de Egipto, que ha sido asolada duramente por los
Hermanos Musulmanes, el verdadero azote del país, por tanto, su deseo
ferviente de luchar contra el terrorismo es justificado… pero, los Saud hablando de poner freno al terrorismo?… como dicen los españoles, la ostia, me cago en la leche!
La verdad?
Ya
lo hemos revelado antes, nos decía Thierry Meyssan que quien se ocupa
del manejo del terrorismo internacional por cuenta de Londres y
Washington es la Liga Islámica Mundial desde 1962. La Liga Islámica Mundial abarca simultáneamente la Hermandad Musulmana –que se compone de árabes– y la Orden de los Naqchbandis –cuyos miembros son fundamentalmente turco-mongoles y caucásicos.
“Hasta
el inicio de la guerra de Yemen, el presupuesto militar de la Liga
Islámica Mundial era más alto que el del ejército de Arabia Saudita, lo
cual quiere decir que la Liga es el primer ejército privado del mundo,
sobrepasando ampliamente al tristemente célebre Academi/Blackwater.
Aunque es una fuerza estrictamente terrestre, resulta particularmente
eficaz en la medida en que su logística depende directamente del
Pentágono y porque dispone de numerosos combatientes suicidas”,
explicaba Meyssan.
Fue
esa Liga Islámica Mundial, es decir la familia Saud, la casa real de
Arabia Saudí, quien proporcionó a los anglo-americanos el torrente de
“voluntarios” y “espontáneos” para la parcialmente exitosa “Primavera
Árabe” desatada en 2011, reeditando la segunda “Gran Rebelión Árabe” de
1916 que privó al imperio otomano de sus dominios en beneficio de los
actuales amos de la región. Para buen entendedor, en los dos casos, las
chequeras saudíes han sido utilizadas con un solo objetivo: Rediseñar
las fronteras de Oriente Próximo en interés de los anglosajones.
Pese
a todo, quizá soy de los pocos que intenta entender y dar algo de
credibilidad a la nueva política exterior del presidente Trump, quien en
efecto ha ordenado cancelar el programa de conquista del Próximo
Oriente utilizando a sus peones yihadistas. Frenar ese programa no
significa que va abandonar sus planes de seguir manteniendo su
influencia política y militar en la región e intervenir por cualquier
vía para desanimar a cualquier revoltoso líder regional que ose actuar
en sentido contrario al Imperio. De todas formas Trump (y los Halcones
de Norteamérica en general) tienen un as bajo la manga para seguir manteniendo el caos en la región, quiénes? Los KURDOS.
El consenso,
todos ya lo tenemos claro, el Daesh (Estado Islámico) tiene sus horas
contadas, su aparición en el juego geopolítico y estratégico debe
culminar… se le da las gracias por los servicios prestados a la causa;
pero es indispensable ponerlo fuera de circulación, no liquidarlo
militarmente (seguramente reaparecerá con otra denominación en un futuro
mediato), ya conocemos anteriores transferencias de personal y mandos
del EI a otras regiones geográficas, allende de las fronteras
siria-iraquí.
En conclusión:
El presidente Trump anunció que ya no utilizarán el yihadismo como arma
de imposición imperial (reunión previa del 22 de marzo -plan de lucha
contra el Emirato Islámico –Daesh-. Dados los hechos, el trabajo deberá
hacerlo Rusia y los países afectados por ese flagelo). Pese a sus
detractores en casa, Trump ha logrado imponerse y, sobre todo, convencer
a los Saud con la misma propuesta, éstos últimos lo han tomado bastante
bien, gente dispuesta a llevar la yihad en cualquier momento habrá de
sobra; en recompensa los Saud recibirán miles de toneladas de
sofisticadas armas (a cambio de miles de millones de dólares, por
supuesto). Entonces “encontrar” a los super-villanos para decorar el escenario es cosa de niños: Qatar e Irán.
Mas,
las cosas no son así de simples, no se trata solo de dejar a un lado a
sus yihadistas, el alma del terrorismo en esencia; sino que están
desilusionando a los más importantes socios atlantistas: Francia, Gran
Bretaña, Alemania, Turquía, etc. También tendrán que negociar el futuro
de países árabes del norte de África como Libia, Sudán y Túnez.
…Y como la historia debe continuar, el terrorismo no va a parar.
A
continuación, la segunda parte de este reportaje es un análisis de
Guadi Calvo, escritor y periodista argentino, analista internacional
especializado en África, Medio Oriente y Asia Central, sobre las
recientes actividades terroristas en Europa.
Buena lectura
*****
Atentados: Instrucciones para jugar a la ruleta rusa
Guadi Calvo
9 de junio 2017
La seguidilla de atentados que asolan el mundo será por mucho tiempo un padecimiento crónico que nadie ni nada podrá detener. Estos ataques no tienen organicidad, ni lógica, por lo que es imposible preverlos.
Tras
el último ataque en Londres, se conoció que la inteligencia británica
tenía detectado en su territorio unos 23 mil potenciales terroristas.
Según expertos, para vigilar a cada uno de ellos 24 horas al día, se
necesitarían entre 14 y 20 agentes. La multiplicación aporta una cifra
que supera en mucho los casi 210 mil efectivo con que suman sus fuerzas
armadas.
El acuerdo de Sykes-Picot de 1916, entre Reino Unido (la zona naranja: B) y Francia (la zona azul: A)
Esta
clase de terrorismo que no tiene ni organicidad, ni lógica, si tiene
razones, y explicaciones. Quizás debamos profundizar post colonialismo,
que ha conformado geografías contra natura.
El tratado Sykes-Picot de 1916,
entre Reino Unido y Francia diseñó un mapa de Medio Oriente a imagen y
semejanzas de sus propios intereses estratégicos y económicos, sin
considerar las enormes diferencias entre la multiplicidad de tribus,
etnias y variantes religiosas de la región.
Sunníes,
chiíes, hazaras, alawitas, yazidíes, kurdos, wahabitas, sufíes,
shabaks o alevies, fueron condenados a agruparse en disímiles espacios
con la obligación de construir naciones con conceptos absolutamente
occidentales, profundizando así antiguas rivalidades, que confluyeron en
más guerras.
Podemos decir prácticamente lo mismo respecto a África,
para 1800, se estima existían más de 10 mil naciones, agrupadas por
etnias o intereses puntuales, todas con sus Dioses, lenguas, tradiciones
y en diferentes procesos de evolución. Poco más de un siglo después, en
torno a 1960, para cuándo las ex potencias imperiales coincidieron que
podían seguir explotando sus recursos naturales por medio de empresas
privadas en vez de seguir sosteniendo el costoso andamiaje colonial,
abandonaron el territorio que habían particionado en la Conferencia de
Berlín, (1884-185) dejando solo una cincuentena de naciones.
Con
la misma torpeza, ignorancia o desinterés que en Medio Oriente,
aglutinaron a cientos de tribus y etnias rivales en límites artificiales
y exóticos. Entre fronteras que solo figuraban en los mapas europeos,
millones de personas fueron abandonadas para que resuelvan sus
cuestiones “libremente”, siempre y cuando sus guerras, revoluciones y
etnocidios no entorpezcan el flujo de riquezas que sus empresas enviaban
puntualmente a sus casa matrices.
Por
si los procesos de colonización occidental, hubiera omitido cometer
algún error, el imperialismo norteamericano, primero en su guerra contra
el comunismo y más tarde en su Guerra contra el Terror, multiplicó la
expoliación de recursos y los muertos que nunca se sabrán cuántos son.
La catástrofe ya no es solo humanitaria o económica, en esos pueblos si algo sobró siempre han sido muertos y pobreza,
así que eso poco importa, un nuevo mal los devasta: la catástrofe
ambiental. Cientos de ríos, miles de hectáreas, millones de personas
están contaminados por el plomo, el mercurio y el uranio empobrecido,
con que se construyen las bombas de la libertad, el progreso y la
democracia.
Si los
hay, los informes acerca de las consecuencias de la contaminación, están
bien ocultos, pero son millones de personas las que han sido víctimas
de estos efectos “colaterales”.
La
“epidemia” de cáncer o de malformaciones genéticas que ha estallado en
Irak, es apabullante, para 2010, un informe exponía que los casos de
cáncer y malformaciones habían aumentado en un 50%. Con casi treinta
años de bombardeos casi constantes Irak, es solo un anticipo de lo que
tarde o temprano sucederá, en Libia, Siria, Afganistán y Yemen. En el
norte de Mali, se han encontrado desechos nucleares de usinas francesas,
tampoco no es nada extraño que a las playas de Somalia lleguen barriles
con desechos de este tipo sin remitente, obviamente.
Todos somos culpables
Durante los atentados en Irán
No por esperada, la nueva faceta de esta guerra extrémese al mundo, los ataques se siguen multiplicando en un mapa desordenado e imprevisible:
Manchester, Teherán, San Petersburgo, Yakarta, Melbourne, Kabul,
Londres, Estocolmo, Paris, han sido los últimos puntos atacados por ese
ejército fantasmal e inapresables que es el mal llamado fundamentalismo
religioso, que a veces puede tomar el nombre de Daesh u otras de
al-Qaeda, que como habíamos preanunciado hace mucho tiempo, a medidas
que pierda posiciones en Siria e Irak, sus efectivos se replegaran en
muchos casos a sus países de origen o frentes que pretendan activarse,
tanto podría ser el Sahel, como algún país de Asia Central o del
Sudoeste Asiático o el propio Cáucaso para hostigar a Rusia y su próximo
mundial de futbol. Las estadísticas hablan de 220 mil muyahidines que
llegaron a Siria desde 2011, de 93 países para combatir contra Bashar
al-Assad y ahora más fanatizados y entrenados podrían arriesgarse a
todo.
De manera
orgánica, organizado y ejecutado con previsibilidad como pudo ser el
ataque en Manchester o Kabul, o por accionar de lobos solitarios, como
parece ser el protagonista del frustrado ataque del lunes pasado en
Melbourne. Yacqub Khayre, vinculado al Daesh, consideró que las
condiciones objetivas para actuar estaban dadas y a pesar de estar
vigilado por la seguridad australiana, en una frustrada toma de rehenes
alcanzó a herir a tres policías antes de ser asesinado. Aunque los
más peligrosos son los espontáneos, como los últimos dos ataques en
Paris o los últimos dos de Londres, alguien una mañana se despierta y
con demasiados videos vistos en internet y mucho más resentimiento por
la exclusión a los que son sometidos en esas sociedad opulentas y
blancas, entiende que ya es hora y con un auto o un simple martillo
como sucedió en Notre Dame el lunes último, sale a buscar un objetivo
cuanto más inocente mejor.
Como
pasó el sábado a la noche en Londres o el lunes a la tarde en Paris,
comenzaremos a ver imágenes de alelados ciudadanos occidentales, con las
manos en alto rogando a algún Dios, de los que parece haber tantos
ahora, no ser víctima del fanatismo religioso o la torpeza policial.
El reciente ataque en Teherán no cabe duda que fue perfectamente organizado,
ya que Irán ha sufrido desde 2010, una serie de atentados contra
científicos de su plan nuclear, a manos de agentes de la CIA y el
Mossad, por lo que sus servicios de inteligencia y seguridad están
altamente entrenados y atentos, por lo que el accionar de los atacantes
al Parlamento y al mausoleo del venerado Ayatola Ruhallah Khomeini,
padre de la Revolución, en el cementerio teheraní de Behesht-e Zahra, al
sur de la capital, que dejaron 12 muertos y una cuarentena de heridos,
estaban perfectamente organizado.
En el Sudeste Asiático,
si bien la presencia del terrorismo wahabita es antigua en estas
últimas semanas se ha reactivado. Hace ya más de dos semanas que en la
sureña provincia filipina Mindanao, hombres del grupo terrorista Abu
Sayyef, tributario del Daesh, tomaron la ciudad de Marawi de 200 mil
habitantes y a pesar de los intensos bombardeos y los asaltos del
ejército, siguen resistiendo y según algunas versión estarían en
condiciones de hacerlo durante dos meses más. Lo que da idea de la
magnitud y preparación de ese grupo.
La posibilidad que en el sur filipino, donde se asienta la minoría musulmana, se abra un nuevo frente de guerra integrista está latente.
Se calcula que las fuerzas comandadas por Isnilon Hapilon, cuya cabeza
para los de Washington vale 5 millones de dólares, estarían conformada
por más de 1500 hombres. Se ha sabido que miembros de organizaciones
terroristas que operan en países vecinos a Filipinas como Malasia e
Indonesia, el país con la mayor población musulmana del mundo, con más
de 210 millones de fieles, están intentando llegar a Marawi, para
asistir a sus hermanos.
Desde su irrupción en el mundo, en julio de 2014, el Daesh,
no solo ha desplazado a al-Qaeda como la organización terrorista más
importante, sino que ha conseguido que más de setenta grupos
terroristas, de todo el Islam, hayan jurado lealtad o bayat a Abu Bakr al-Bagdadí, o Califa Ibrahim. Cualquiera de estas organización que se extienden de desde
Nigeria al Cáucaso y desde Afganistán a Filipinas, pueden emerger como
ya lo hicieron hace tres años en la frontera sirio-iraquí, fomentada entonces las monarquías del golfo Pérsico, que hoy se acusan mutuamente de ayudar al terrorismo y las
potencias occidentales que jamás pensaron que aquellos hombres que
armaron y entrenaron para desestabilizar a Irak, Siria y Libia, y mucho
antes a la Unión Soviética, sean los responsables de que sus propios
ciudadanos, en sus propios países sean destrozados por una bomba, o
agonizasen por un cuchillo casero.
Fue
el imperialismo, por obsoleto que parezca el término, quien cargó la
bala en el tambor del revolver que ahora gira loco en su eje, para
dispararse en cualquier momento en cualquier dirección.
Fuente original de la segunda parte de este reportaje: