La sacra sorpresa fue, que la “multitud” de feligreses marabinos que le acompañó fue tan escuálida, pero ¡tan escuálida! que “el Padre Antonio y su monaguillo Andrés”, tuvieron finalmente que rezarle solamente ellos al Santo en cuestión, pues ya el pueblo marabino cansado de tanto invento y embuste, no se come mas esas hostias hechas con huevos chimbos y patacones que les regala la MUD y la Conferencia Episcopal, para que armen un verguero que luego no conduce a nada. Dijeron: “no, noooo, no basta rezar, -perdón- quemar gente.
