Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.

20 de agosto de 2017

The Nation - Washington merece sanciones mucho más que Moscú, Teherán o Pyongyang

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Nation: Washington merece sanciones mucho más que Moscú, Teherán o Pyongyang

Las acciones de EEUU, que tras la disolución de la URSS se autoproclamó ‘gendarme mundial’, sumergieron a todo el mundo en el caos y llevaron al propio país a la decadencia, escribe Tom Engelhardt en el diario The Nation.
Según Engelhardt, las élites gobernantes de EEUU se proponen conducir la democracia a través de las armas, desestabilizando regiones enteras, pero ni siquiera se les ocurre que no son ni Rusia, ni Irán, ni Corea del Norte los que merecen ser castigados, sino un país más cercano: el mismo EEUU.
“Después de desplomarse la Unión Soviética en 1991 y hasta el momento reciente, casi todos los políticos de EEUU nos aseguraban que nosotros éramos la nación indispensable del planeta, la única y excepcional. (…) EEUU resultó ser la única superpotencia, un sheriff global y arquitecto del futuro planetario. (…) ¿Quién podía dudar de que había llegado el siglo americano más allá de toda comparación?”, dice.
Engelhardt recuerda los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando los islamistas desafiaron a la “superpotencia más grande de todos los tiempos” lo que hizo que el triunfalismo organizador del mundo se hiciera más firme en Washington y entre los altos cargos de la Administración del entonces presidente, George Bush.
EEUU, señala, se proponía “limpiar el mundo del terror” al usar, según el mismo Bush, “la fuerza más grande de la humanidad que el mundo jamás había visto antes”.
“Era tan incuestionablemente poderosa que ningún enemigo pudo resistir. ‘Liberó’ no solo Afganistán sino también Irak, el país de Oriente Próximo que no tenía nada que ver con Al Qaeda ni con islamistas, pero que sin embargo, estaba gobernado por una persona a la que odiaba Washington”, indica.
Engelhardt explica que en respuesta a la destrucción del Pentágono y las Torres Gemelas, un grupo de altos cargos de Washington decidió imponer su punto de vista sobre el orden mundial y la democracia, aprovechando el hecho de que en aquel entonces no había otra superpotencia capaz de obstaculizar sus intenciones o hacerle frente: 
la Unión Soviética ya solo era una página en la historia, mientras China, aun teniendo una fuerte economía, carecía de una potencia militar considerable.
De ese modo, las élites estadounidenses aprovecharon el concepto de ‘exclusividad’ de EEUU para mostrar que el país no estaba en decadencia. 
Sin embargo, menciona, tales tentativas muy a menudo muestran lo contrario ya que “cuando eres verdaderamente indispensable y excepcional, no necesitas repetir que es así”.
El actual mandatario, Donald Trump, quizás al haber sentido el declive del país, aplicó el lema de Ronald Reagan: “Make America Great Again“. 
Engelhardt opina que para comprender el nivel de decadencia actual de EEUU vale la pena notar que apenas medio año después del nombramiento de Trump, ya está amenazando con una guerra nuclear.
“¿Acaso no estamos viviendo en un mundo lleno de caos, creado por una sola superpotencia? 
Me parece extraño que nadie que tenga derecho a tomar decisiones, que no sienta ninguna responsabilidad por la frustrante situación en el mundo”, prosigue.
Engelhardt constata que cuando se trata de los males mundiales, los culpables siempre son los mismos, Vladímir Putin o también China, Irán e incluso Filipinas.
“Pero recuérdenme: ¿acaso el Estado Islámico no nació en una cárcel militar estadounidense en Irak? (…) ¿Acaso Washington no ignora sus promesas a Mijaíl Gorbachov? (…) ¿Acaso la Administración Bush no igualó Corea del Norte con Irak, que tanto quería invadir, e Irán (…) a pesar de que Corea del Norte no tenía nada que ver con esos países?”, pregunta.
George Bush calificó estos países de “eje del mal” y los relacionó con el terrorismo al aludir a un posible cambio de poder allí.
“Quiero hacer otra pregunta: si cada país asume una parte de responsabilidad, ¿por qué se condena solo a los malvados? ¿Qué hay de nosotros, de la única superpotencia, de su liderazgo y su mejor fuerza militar en la historia del universo? 
¿Acaso no tenemos ninguna responsabilidad por la situación global, desde Corea del Norte hasta Oriente Próximo, Ucrania y Venezuela?”, reclama.
Al final, el autor recuerda Irak y las acusaciones del supuesto desarrollo de armas de destrucción masiva al calificar al Ejército estadounidense de verdadera arma masiva que desintegró Irak y desempeñó un papel clave en la formación de Daesh.
“En un contexto tan global, nuestro Congreso impone sanciones contra Rusia, Irán y Corea del Norte pero ¿quién va a sancionarnos a nosotros? (…) ¿Acaso EEUU no es responsable de nada? ¿Nadie ni siquiera recuerda nada?”, concluye el autor dejando la pregunta abierta.

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