Resumen Latinoamericano/ 27 de dic. 2017 .-
El fallo del Tribunal
Oral en lo Criminal Federal N° 6 determinó otorgarle el beneficio de
prisión domiciliaria al represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, tras el
pedido efectuado por su defensor oficial.
El genocida Miguel Etchecolatz finalmente continuará cumpliendo las
varias condenas que recibió por delitos de lesa humanidad en su casa de
Mar del Plata luego de que el Tribunal Oral Federal Nº 6, que lo está
juzgando por violaciones a los derechos humanos en centros clandestinos
la provincia de Buenos Aires, le otorgara el beneficio de la prisión
domiciliaria por cuestiones de salud.
Los jueces José Martínez Sobrino, Julio Luis Panelo y Fernando Canero
habilitaron el beneficio gaite de edad que impone la ley para
solicitarlo –tiene 88 años–. Además, tuvieron en cuenta “la existencia
de un delicado cuadro de salud” en “progresivo deterioro”. Por último,
mencionaron que su presencia en el hospital del penal de Ezeiza le
provoca al múltiple condenado “el plausible riesgo de contraer nuevas
enfermedades que incidan negativamente en su perjuicio”.
Así como acumuló investigaciones en su contra y condenas por su participación en secuestros, torturas y asesinatos, Etchecolatz también acumuló, hasta hoy, sucesivos rechazos a sus pedidos de prisión domiciliaria en cada una de las causas que lo involucran.
Así como acumuló investigaciones en su contra y condenas por su participación en secuestros, torturas y asesinatos, Etchecolatz también acumuló, hasta hoy, sucesivos rechazos a sus pedidos de prisión domiciliaria en cada una de las causas que lo involucran.
En el fallo que hoy aprobó su
prisión domiciliaria, el TOF 6 que lo juzga desde octubre pasado por los
crímenes cometidos en la comisaría de Monte Grande y en el centro
clandestino que funcionó en División Cuatrerismo, le prohibió “que se
ausente del domicilio bajo apercibimiento de revocar” el beneficio -solo
podrá abandonar la casa por urgencias médicas-, así como la “tenencia
de armas de cualquier tipo”. Esta última aclaración cobra especial
importancia en el caso de Etchecolatz, quien en 2006 perdió el mismo
beneficio luego de que un grupo de jóvenes que lo habían escrachado
mientras gozaba de la prisión domiciliaria en la casa a la que volverá
en los próximos días lo denunciara por haberlos amenazado con un arma.
Foto:Reuters / E. Markarian