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Blockchain es ya una tecnología ampliamente conocida, pero sobre todo publicitada. Todas las empresas dicen estar en Blockchain hoy en día,
pero una parte importante de algunos directivos sólo lo afirma porque
es la moda y porque no quieren quedar en evidencia declarando estar
estar "fuera de la ola".
Pero igual que con internet inventamos la rueda, que con la web 2.0 hicimos que la rueda fuese rodada por todos los ciudadanos, y ahora con Blockchain y los crypto-kitties vamos literalmente a reinventar esa rueda (si permiten esa licencia), pero haciendo un nuevo modelo de neumático mucho más fiable y resistente. Los criptokitties han sido una suerte de pseudo-juego virtual basado en Blockchain, pero que ha demostrado además tener profundas implicaciones socioeconómicas. Con esa nueva rueda fiable de Blockchain vamos a ser capaces de hacer cosas imposibles para internet hasta el momento.
Nuestros compañeros de genbeta escribieron este artículo
explicando detalladamente esa fiebre de los criptokitties (o
cripto-gatitos en español), que invadió Blockchain hace unas semanas, llegando a suponer un sorprendente 3,5% del total de las transacciones con Ethereum.
Vamos, no fue una mera tendencia o una moda, sino que fue literalmente
una fiebre viral que sacudió Ethereum a golpe de Ethers.
Para los que no tengan las ganas o el tiempo de leerse el artículo anterior completo, les resumiré a continuación los puntos esenciales para poder seguir el análisis salmón de hoy. Los criptokitties fueron unos gatitos que se vendían en la red Ethereum a cambio de Ethers, con la característica de que utilizaban la veracidad de la red Blockchain para asegurar que cada gatito único era propiedad de su dueño, que previamente lo había comprado o intercambiado. A su vez, nuestras virtuales mascotas podían reproducirse y tener más gatitos que podrían ser igualmente vendidos.
Merced a la magia de Blockchain y al algoritmo que implementa los criptokitties, cada gatito es único y sólo te pertenece a ti al 100%: gracias a la tecnología de la contabilidad distribuída, nadie te lo puede quitar. Tampoco se puede clonar, ni ser destruido. Pero sí que lo puedes intercambiar o vender por Ethers. Igual que cada Ether o cada Bitcoin es único, y la tecnología Blockchain asegura mediante su estructura descentralizada y distribuída que pertenece a quien pertenece en cada momento, los criptokitties son igualmente de propiedad única y distribuidamente verificable y autentificable.
Aparte de las consideraciones más teóricas y formales, en la práctica la realidad es que se creó por primera vez en la Historia un auténtico cripto-mercado de objetos totalmente virtuales. Y, cosas de los frikis más frikis, la anécdota es que este particular cripto-mercado, que fue creado específicamente por este juego de compra-venta de mascotas virtuales, vió cómo algunos de estos gatitos llegaron a ser comprados por 4.700 dólares. Casi nad.
Pues lo hay, y mucho. Como bien decían en este artículo de The Next Web,
los criptokitties han supuesto reinventar internet. Ya saben, lo de
reinventar la rueda que les decía antes ha sido por fin cierto. Y
decimos reinventar porque si había algo que suponía un problema económico en la Internet primigenia, era la capacidad que las tecnologías digitales tenían de poder clonar literalmente e ilimitadamente cualquier objeto virtual.
Ello suponía una grave limitación para generar sobre internet un modelo económico sostenible, puesto que recuerden que la economía es la ciencia de la escasez. Si no hay escasez, no hay precio. Los mismísimos cimientos de la economía más tradicional se tambalearon, y con ellos tuvieron que transformarse sectores y modelos de negocio como la música, la literatura, etc. y ahora con Blockchain incluso el mismo dinero y... los criptokitties.
Pero esta digitalización del dinero y de los gatitos ya no cumple con esa capacidad de la internet primigenia de poder replicar todo objeto virtual cuantas veces se quisiese. Ahí precisamente están las repercusiones que consideramos más importantes tras la fiebre los cripto-gatitos, y que van más allá de la consideración del artículo anterior de The Next Web.
Los
critpo-gatitos han conseguido demostrar cómo se pueden crear objetos
virtuales únicos, pero además, y aquí viene nuestra aportación más
salmón, han demostrado cómo económicamente se puede crear valor con ellos en un mercado cripto-económico y virtual al 100%.
Se crea un cripto-valor ahora ya también totalmente virtual, pero valor
al fin y al cabo, y realmente el tipo de valor con más vocación de
futuro actualmente.
Aquellos cyberpunks que nacieron en los albores de internet, y que fueron los primeros capaces de ver lo tremendamente disruptivo de la nueva herramienta de la humanidad, tal vez se sientan defraudados con los criptokitties. Aquellos activistas de los bits siempre vieron que internet iba a traer una revolución en muchos planos, incluído el económico. Algunos incluso quisieron ver, y hasta hoy de hecho así ha sido (al menos parcialmente) en varios modelos de negocio, que internet podría significar la abolición de la propiedad privada.
Los potentados del sistema actual, por otro lado, basan gran parte de su riqueza en la acaparación de activos (y pasivos ajenos) pivotando todo ello sobre la propiedad privada. Estos privilegiados económicamente del sistema actual, tampoco estarán tan contentos con el nuevo modelo que se avecina, puesto que lógicamente prefieren la estabilidad más absoluta, que les permita conservar su posición más que acomodada. La economía digital está removiendo los cimientos de las socioeconomías, y eso para los más beneficiados por el sistema actual supone un gran riesgo.
Así que ni para unos ni para otros. Los cripto-gatitos han revelado que no vamos a ver la abolición de la propiedad privada, pero a la vez vamos a ver el fin de la propiedad privada tal y como la conocemos. La cripto-economía no va a suponer una continuación de la propiedad privada actual. Es un transformación digital más de las muchas que estamos ya viendo, y alumbrará sin duda un nuevo tipo de propiedad privada.
Y por no hablar de las consecuencias aún más disruptivas que suponen que este nuevo tipo de propiedad privada abre literalmente la puerta a un nuevo universo virtual, tan socioeconómico como la realidad que va a contener. Ya analizamos para ustedes en el artículo "Las claves socioeconómicas sobre si Elon Musk lleva razón y vivimos en una simulación tipo Matrix" cómo podemos estar viviendo en una simulación económica.
Pues bien, ahora además, con los criptokitties, esa simulación ya sería económicamente viable y sostenible. Realmente con ello se ha abierto la puerta a que podamos crear esa paradoja teórica por la que, desde dentro de una simulación virtual como podríamos ser, creemos a su vez una nueva simulación virtual subconjunto de la anterior. Ahí es nada para pensar esta noche antes de dormir.
Estarán de acuerdo en que ahora sí que estamos viendo la nueva economía de verdad, y no, no la hemos elegido voluntariamente. Ésta ha sido hábilmente inoculada en nuestro sistema socioeconómico por ese enigmático Satoshi Nakamoto del que aún no sabemos apenas nada. Tal vez sea un replicante luchando por el sistema al estilo del agente Smith de The Matrix, o tal vez sea un amigo de Neo y Trinity luchando por liberarnos del yugo del mundo hierático de los últimos siglos. En todo caso, lo que está claro es que saberlo al final puede ser una simple cuestión de tiempo.
Lo
que está claro es que la humanidad estaba totalmente errada al llamar
la nueva economía a aquella internet primitiva de los albores la red de
redes, y que, dicho sea de paso, dió a luz igualmente a aquella
burbujeante explosión de la "burbuja .com". Ahora nos damos cuenta de
que aquello no era la nueva economía como tal, era la edad de piedra de la nueva economía,
en la que todavía vivíamos en las cavernas físicas de la economía más
tradicional de los últimos siglos, pero con una simple nueva ventanita
al futuro. Iniciamos ahora ya una nueva era de la humanidad.
Ahora se abre un nuevo universo (virtual) ante nosotros, también en lo
económico. Y como no podía ser de otra forma en una nueva
dimensión de nuestra existencia, nos adentramos involuntariamente en el
terreno de lo desconocido. Suerte, a ustedes y, sobre todo, a sus hijos
si los tienen.
Imágenes | Pixabay TheDigitalArtist | Pixabay ractapopulous | Pixabay vpzotova | Pixabay geralt | Pixabay 5arah
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Pero igual que con internet inventamos la rueda, que con la web 2.0 hicimos que la rueda fuese rodada por todos los ciudadanos, y ahora con Blockchain y los crypto-kitties vamos literalmente a reinventar esa rueda (si permiten esa licencia), pero haciendo un nuevo modelo de neumático mucho más fiable y resistente. Los criptokitties han sido una suerte de pseudo-juego virtual basado en Blockchain, pero que ha demostrado además tener profundas implicaciones socioeconómicas. Con esa nueva rueda fiable de Blockchain vamos a ser capaces de hacer cosas imposibles para internet hasta el momento.
¿Pero qué son los criptokitties?
Para los que no tengan las ganas o el tiempo de leerse el artículo anterior completo, les resumiré a continuación los puntos esenciales para poder seguir el análisis salmón de hoy. Los criptokitties fueron unos gatitos que se vendían en la red Ethereum a cambio de Ethers, con la característica de que utilizaban la veracidad de la red Blockchain para asegurar que cada gatito único era propiedad de su dueño, que previamente lo había comprado o intercambiado. A su vez, nuestras virtuales mascotas podían reproducirse y tener más gatitos que podrían ser igualmente vendidos.
Merced a la magia de Blockchain y al algoritmo que implementa los criptokitties, cada gatito es único y sólo te pertenece a ti al 100%: gracias a la tecnología de la contabilidad distribuída, nadie te lo puede quitar. Tampoco se puede clonar, ni ser destruido. Pero sí que lo puedes intercambiar o vender por Ethers. Igual que cada Ether o cada Bitcoin es único, y la tecnología Blockchain asegura mediante su estructura descentralizada y distribuída que pertenece a quien pertenece en cada momento, los criptokitties son igualmente de propiedad única y distribuidamente verificable y autentificable.
Aparte de las consideraciones más teóricas y formales, en la práctica la realidad es que se creó por primera vez en la Historia un auténtico cripto-mercado de objetos totalmente virtuales. Y, cosas de los frikis más frikis, la anécdota es que este particular cripto-mercado, que fue creado específicamente por este juego de compra-venta de mascotas virtuales, vió cómo algunos de estos gatitos llegaron a ser comprados por 4.700 dólares. Casi nad.
¿Y qué hay tan socioeconómicamente disruptivo en unos simples gatitos virtuales?
Ello suponía una grave limitación para generar sobre internet un modelo económico sostenible, puesto que recuerden que la economía es la ciencia de la escasez. Si no hay escasez, no hay precio. Los mismísimos cimientos de la economía más tradicional se tambalearon, y con ellos tuvieron que transformarse sectores y modelos de negocio como la música, la literatura, etc. y ahora con Blockchain incluso el mismo dinero y... los criptokitties.
Pero esta digitalización del dinero y de los gatitos ya no cumple con esa capacidad de la internet primigenia de poder replicar todo objeto virtual cuantas veces se quisiese. Ahí precisamente están las repercusiones que consideramos más importantes tras la fiebre los cripto-gatitos, y que van más allá de la consideración del artículo anterior de The Next Web.
Desde los cyberpunks de los noventa a la cripto-economía más salmón
Aquellos cyberpunks que nacieron en los albores de internet, y que fueron los primeros capaces de ver lo tremendamente disruptivo de la nueva herramienta de la humanidad, tal vez se sientan defraudados con los criptokitties. Aquellos activistas de los bits siempre vieron que internet iba a traer una revolución en muchos planos, incluído el económico. Algunos incluso quisieron ver, y hasta hoy de hecho así ha sido (al menos parcialmente) en varios modelos de negocio, que internet podría significar la abolición de la propiedad privada.
Los potentados del sistema actual, por otro lado, basan gran parte de su riqueza en la acaparación de activos (y pasivos ajenos) pivotando todo ello sobre la propiedad privada. Estos privilegiados económicamente del sistema actual, tampoco estarán tan contentos con el nuevo modelo que se avecina, puesto que lógicamente prefieren la estabilidad más absoluta, que les permita conservar su posición más que acomodada. La economía digital está removiendo los cimientos de las socioeconomías, y eso para los más beneficiados por el sistema actual supone un gran riesgo.
Así que ni para unos ni para otros. Los cripto-gatitos han revelado que no vamos a ver la abolición de la propiedad privada, pero a la vez vamos a ver el fin de la propiedad privada tal y como la conocemos. La cripto-economía no va a suponer una continuación de la propiedad privada actual. Es un transformación digital más de las muchas que estamos ya viendo, y alumbrará sin duda un nuevo tipo de propiedad privada.
Y por no hablar de las consecuencias aún más disruptivas que suponen que este nuevo tipo de propiedad privada abre literalmente la puerta a un nuevo universo virtual, tan socioeconómico como la realidad que va a contener. Ya analizamos para ustedes en el artículo "Las claves socioeconómicas sobre si Elon Musk lleva razón y vivimos en una simulación tipo Matrix" cómo podemos estar viviendo en una simulación económica.
Pues bien, ahora además, con los criptokitties, esa simulación ya sería económicamente viable y sostenible. Realmente con ello se ha abierto la puerta a que podamos crear esa paradoja teórica por la que, desde dentro de una simulación virtual como podríamos ser, creemos a su vez una nueva simulación virtual subconjunto de la anterior. Ahí es nada para pensar esta noche antes de dormir.
Estarán de acuerdo en que ahora sí que estamos viendo la nueva economía de verdad, y no, no la hemos elegido voluntariamente. Ésta ha sido hábilmente inoculada en nuestro sistema socioeconómico por ese enigmático Satoshi Nakamoto del que aún no sabemos apenas nada. Tal vez sea un replicante luchando por el sistema al estilo del agente Smith de The Matrix, o tal vez sea un amigo de Neo y Trinity luchando por liberarnos del yugo del mundo hierático de los últimos siglos. En todo caso, lo que está claro es que saberlo al final puede ser una simple cuestión de tiempo.
Imágenes | Pixabay TheDigitalArtist | Pixabay ractapopulous | Pixabay vpzotova | Pixabay geralt | Pixabay 5arah