Cervantes

Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.

MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.

9 de enero de 2018

Industria Petrolera: Los balances de las multinacionales se derrumban

Resumen Latinoamericano / 8 de enero de 2018 / Manuel Peinado Lorca, Viento Sur
Las multinacionales petroleras más grandes del mundo están en serios problemas porque sus balances económicos acusan los mayores costes de producción, la caída de los beneficios y el aumento vertiginoso de la deuda financiera acumulada tras años de pérdidas. Castigados por la cada vez más baja Tasa de Retorno Energético (EROI), los días de gloria de los gigantes petrolíferos altamente rentables han llegado a su fin. Todo lo que queda ahora es una sombra de la que una vez fuera una poderosa industria que, como comenté en un artículo anterior, se verá obligada a continuar canibalizándose para extraer la última gota de petróleo.
Desgraciadamente, los analistas energéticos, todos ellos economistas sin nociones de los principios elementales de la Termodinámica, no tienen ni idea del desastre financiero que está teniendo lugar en la industria petrolera mundial por el desplome de la EROI y continúan elucubrando con análisis economicistas y apuntes contables que, como prueba palpable de que el papel lo aguanta todo, ilusionan a los inversores y a un público que no está preparado para lo que viene. Para proporcionar una visión más realista de una industria en desintegración, veamos los datos de siete de las compañías petroleras más grandes del mundo.
Para evitar que el mundo cayera en un colapso total durante la crisis financiera de 2008, la Reserva Federal y los bancos centrales de todo el mundo, con el BCE a la cabeza, imprimieron más papel moneda que en toda la historia. Como efecto colateral de la impresión masiva de dinero (y de la compra de activos) por parte de los bancos centrales, el precio del petróleo alcanzó un récord de más de 100 dólares por barril (U$/b) durante más de tres años. Mientras que las grandes compañías petroleras presentaban resultados con elevadas ganancias debido al alto precio del crudo, invertían una gran cantidad de capital para producirlo.
Como puede verse en la Figura 1, la suma total de la deuda a largo plazo del grupo de las siete multinacionales petroleras más grandes del mundo aumentó de 227 000 millones en 2012 a 272 000 millones en 2013. Toda una paradoja: la deuda aumentó en 45.000 millones, casi la misma cantidad que los pagos totales por dividendos (44 000). No perdamos de vista los 17 000 millones de flujo negativo de caja ese mismo año, pero la diferencia entre dividendos y deuda refleja que las siete principales multinacionales petroleras pidieron dinero prestado en 2013, cuando el petróleo estaba a 109 U$/b, para mantener felices a sus inversores.
Desde la crisis mundial de 2008, las siete principales compañías petroleras han visto cómo su deuda total combinada se cuadriplicaba, pasando de 96.000 millones a los 379 000 millones de deuda actual. Parecería lógico pensar que, habiendo disfrutado durante más de tres años de un precio del petróleo a más de cien dólares el barril, estos gigantes energéticos habrían reducido su deuda o, al menos, la habrían contenido. Desgraciadamente para ellas, el coste de reemplazar reservas, producir petróleo y repartir “ganancias” con los accionistas superó los ingresos de un petróleo caro.
Figura 1. Cifras en miles de millones de dólares americanos ($). (SRSrocco Report).
Ahí radica el problema. Una de las desventajas de cargar con una deuda es la cantidad creciente de intereses que la compañía tiene que pagar para sufragarla. Si miramos la Figura 1, la brasileña Petrobras marcha a la cabeza del grupo deudor: la carga financiera de Petrobras casi se quintuplicó al pasar desde 21 000 millones en 2008 a 109 000 millones en 2016. Acumulando deuda, también tuvo que pagar más para amortizarla. En esos ocho años, los pagos por intereses crediticios de Petrobras aumentaron desde 793 millones en 2008 a 6000 millones en 2016. Para sus accionistas está siendo un desastre: el incremento de los intereses de la deuda impidió que la compañía pagara dividendos en los últimos dos años. En cambio, en el trienio 2009-2011, mientras que el mundo se apretaba el cinturón, Petrobras pagó dividendos por valor de 19 500 millones de dólares.
Petrobras, como el resto de sus colegas, es un ejemplo perfecto de cómo la caída de la EROI castiga a una petrolera desde sus entrañas hacia afuera. La penosa situación de la petrolera carioca es la siguiente: si usted es accionista, no cobra dividendos, y si invirtió fondos (en bonos de la compañía, o en fondos que tuvieran inversiones en ella) para recibir intereses más altos, despídase porque nunca obtendrá su inversión inicial. Así las cosas, inversores y accionistas se quedarán con dos palmos de narices. Este es lo que sucede durante la etapa final del anunciado colapso de la industria petrolera. Y eso explica que los grandes inversores como el fondo soberano de Noruega o la Fundación Rockefeller, cuyos patronos lograron su vasta fortuna con el petróleo, hayan retirado sus inversiones en la industria de los combustibles fósiles.
Figura 2. Cifras en miles de millones de dólares americanos ($). (RSRrocco Report).
Otra consecuencia negativa de la caída de la EROI en los balances financieros de las compañías petroleras es la disminución de las ganancias, ya que el coste de producir petróleo aumenta más lo que el mercado puede pagar por el crudo. Para poder entender la mala situación financiera de las multinacionales petroleras, hace falta mirar hacia atrás y comparar la rentabilidad de la industria con el precio del petróleo. Para encontrar un año en el que el precio del petróleo era similar al de 2016, tenemos que regresar a 2004, cuando el precio medio del crudo era de 38,26 U$/b frente a los 43,67 del año pasado (Figura 2). Sí, el precio del petróleo era más bajo en 2004 que en 2016, pero las compañías petroleras no se quejaban porque ese año el ingreso neto combinado de las siete petroleras fue de 99 200 millones. Todas ellas obtuvieron pingües beneficios en 2004 con un precio del petróleo de 38,26 U$/b. Sin embargo, el año pasado, las ganancias netas del grupo se desplomaron un 90% (10 500 millones), incluso cuando el precio del petróleo había aumentado en más de cinco dólares el barril. Solo cuatro obtuvieron ganancias en 2016, mientras que tres perdieron dinero (Tabla 1).
Tabla 1. Ingresos netos de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).
Además, la situación financiera está mucho peor debido a que el apunte contable “ingresos netos” no tiene en cuenta los gastos de capital o los pagos de dividendos de las empresas. En cualquier caso, está claro que la rentabilidad de las principales compañías petroleras se ha esfumado incluso con precios del petróleo más elevados.
Otro indicador que proporciona una muestra aún más inquietante del descenso de la EROI es el desplome del “Retorno del Capital Empleado” (ROCE por sus siglas en inglés), una ratio de contabilidad usada en finanzas, valoración y contabilidad. Es una medida útil para comparar la rentabilidad relativa de las empresas después de tener en cuenta la cantidad de capital usado. El ROCE es el cociente entre los beneficios antes de intereses e impuestos y el capital invertido. En 2004, las siete compañías anunciaron un ROCE de entre el 20 y el 40%. En la década siguiente el indicador se desplomó drásticamente y ahora se registran los dígitos más bajos (Figura 3).
Figura 3. Retorno del Capital Empleado. (SRSrocco Report).
En la Figura 3 se puede ver que BP tuvo el ROCE más bajo (19,68%) del grupo, mientras que Statoil tuvo el más alto (46,20%). Si promediamos las cifras más altas y más bajas, el promedio para el grupo fue del 29%. Ahora, compare ese porcentaje con el promedio de 2,4% en 2016, y eso sin incluir los rendimientos negativos de BP (-0,64%) y Chevron (-0,84%), respectivamente. Aunque no hayan sido negativos, obsérvese el desplome del ROCE de Statoil que ha experimentado una caída desde el 46,2% en 2004 a menos del 1% en 2016, todo un síntoma de que algo huele muy mal en esa compañía. Debemos recordar que el alto Roce obtenido en 2004 por las compañías se sostuvo en un precio de petróleo de 38 U$/b, mientras que los ROCE de un solo dígito de 2016 se derivaron de un precio más alto (43 U$/b). Estas son malas noticias porque el mercado no puede permitirse un alto precio del petróleo a menos que la Reserva Federal y los bancos centrales vuelvan a darle a la manivela del dinero con programas de estímulo QE (Quantitative Easing).
Veamos ahora la Figura 4, que muestra como la caída de la EROI está destruyendo a las principales compañías petroleras del mundo. El gráfico presenta los flujos de caja, es decir, los flujos de entradas y salidas de caja o efectivo en un período dado y, por lo tanto, es un indicador importante de la liquidez de una empresa. En 2004, las siete compañías petroleras disfrutaron de un flujo de efectivo neto combinado menos dividendos de +34.000 millones; en 2016 el flujo era negativo: -39 100 millones. Eso quiere decir que, en 2004, después de que estas petroleras pagaran sus gastos de capital y abonaran los dividendos a sus accionistas, les quedaban 34 000 millones netos. Sin embargo, en 2016 las mismas compañías tenían un agujero de 39 100 millones después de pagar gastos de capital y dividendos. Por lo tanto, muchas de ellas tuvieron que pedir prestado para pagar dividendos.
En la Tabla 2 se puede ver cómo las siete principales compañías petroleras mundiales obtuvieron en 2004 más efectivo de las operaciones (139 600 millones) en comparación con 2016 (118 500 millones). Ese extra de 21 000 millones en efectivo operativo se obtuvo en 2004 en comparación con 2016 aunque el precio del petróleo era más bajo. Sin embargo, lo que realmente ha perjudicado el flujo de caja libre del grupo de petroleras es el mucho mayor gasto de capital (117 500 millones) en 2016 en comparación con los 67 700 millones en 2004.
Tabla 2. Flujo de caja de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).
Por tanto, el menor efectivo operacional y los mayores gastos de capital han tenido un gran impacto en los balances de estas compañías petroleras. Esa es precisamente la razón por la que la deuda a largo plazo se dispara, especialmente en los últimos tres años, cuando el precio del petróleo cayó por debajo de los cien dólares en 2014. Para seguir contentando a sus accionistas, muchas de las compañías están pidiendo dinero prestado para pagar dividendos. Lamentablemente, endeudarse para pagar a los accionistas no es un modelo de negocio prudente a largo plazo.
Figura 4. Flujo de caja menos dividendos para el total de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).
Las principales compañías petroleras del mundo seguirán operando con un precio del petróleo en torno a los cincuenta dólares. Aunque algunos analistas pronostican que está próxima una subida de los precios del crudo, la bonanza no durará mucho. Sí, es cierto que los precios del petróleo podrían subir más durante algún tiempo, pero la tendencia será menor a medida que las economías mundiales empiecen a contraerse. Conforme los precios del petróleo bajen a cuarenta dólares o menos, las compañías petroleras comenzarán a recortar los gastos de capital aún más. Por lo tanto, el ciclo de precios más bajos y el desmoronamiento continuo de la industria petrolera mundial se acelerarán.
Hay una alternativa que podría proporcionar a estas compañías petroleras un colchón: que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo pongan de nuevo en marcha la imprenta monetaria a una escala aún más grande, pero eso traería como resultado una inflación severa y posiblemente una hiperinflación. Pero esa no sería una solución a largo plazo del mal, sino simplemente otro parche de una serie de parches que solo están retrasando lo inevitable.
La inminente quiebra de la una vez todopoderosa industria petrolera será la sentencia de muerte de la economía mundial. Sin petróleo, la economía mundial se detiene. Por supuesto, esto no ocurrirá de la noche a la mañana. Tomará tiempo. Sin embargo, la evidencia muestra que ya se ha producido una herida considerable en una industria que ha proporcionado al mundo el petróleo que tanto necesita desde hace más de un siglo.

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