Por Earle Herrera, Resumen Latinoamericano, 16 de enero de 2018.-
Quienes militamos en organizaciones de izquierda en las que se entregaba todo y no se buscaba nada material o personal, de ninguna manera nos resulta extraño el momento difícil por el que atraviesa la revolución. De allí venimos, y de circunstancias peores. En cambio, aquellos que conocieron el socialismo o se le acercaron con un barril de petróleo por sobre los 130 dólares, se declaran confundidos, entre otros súbitos estados del alma.
Hay quienes practicaron el izquierdismo furibundo en la universidad. Muy pronto se postraron con el primer sueldo y de allí redujeron su existencia a carguitos directivos, puestos de tercera en embajadas e hicieron de la adulancia a sus otrora “enemigos” un método y del rastracuerismo un oficio. Otros que practicaron el turismo-leninismo con el oro de Moscú y después con el de los chinos, descubrieron a Stalin y a la Pandilla de los Cuatro cuando les quitaron el boarding pass .
La revolución bolivariana, más allá de su contenido profundo, tuvo el metálico atractivo de unos altos ingresos petroleros. En 17 años, hubo gente que se acostumbró al cargo y se mimetizó con el mismo. Otros llegaron a considerarse “imprescindibles”. A algunos se les metió en la sesera que eran “históricos” y, como todo lo que para la historia, inamovibles. Y estaban también los que descubren los “defectos” del líder y el proceso cuando los apartan del cargo. Entonces se vuelven “críticos” y hasta algo que da más bomba: “disidentes”. Uf.
El socialismo bolivariano cruza terrenos escarpados. Vienen tiempos más difíciles. Es hora de los que aportan y se entregan a una causa, no de los que buscan. Muchos de estos, arquitectos y grandes responsables de esta crisis, le critican a Maduro lo que es obra de ellos. Otros, los socialistas de barril a 130 dólares, se lanzan del barco y buscan la balsa de la MUD o cualquier tabla opositora. Nada nuevo bajo el sol del oportunismo y la doblez.
Hay quienes practicaron el izquierdismo furibundo en la universidad. Muy pronto se postraron con el primer sueldo y de allí redujeron su existencia a carguitos directivos, puestos de tercera en embajadas e hicieron de la adulancia a sus otrora “enemigos” un método y del rastracuerismo un oficio. Otros que practicaron el turismo-leninismo con el oro de Moscú y después con el de los chinos, descubrieron a Stalin y a la Pandilla de los Cuatro cuando les quitaron el boarding pass .
La revolución bolivariana, más allá de su contenido profundo, tuvo el metálico atractivo de unos altos ingresos petroleros. En 17 años, hubo gente que se acostumbró al cargo y se mimetizó con el mismo. Otros llegaron a considerarse “imprescindibles”. A algunos se les metió en la sesera que eran “históricos” y, como todo lo que para la historia, inamovibles. Y estaban también los que descubren los “defectos” del líder y el proceso cuando los apartan del cargo. Entonces se vuelven “críticos” y hasta algo que da más bomba: “disidentes”. Uf.
El socialismo bolivariano cruza terrenos escarpados. Vienen tiempos más difíciles. Es hora de los que aportan y se entregan a una causa, no de los que buscan. Muchos de estos, arquitectos y grandes responsables de esta crisis, le critican a Maduro lo que es obra de ellos. Otros, los socialistas de barril a 130 dólares, se lanzan del barco y buscan la balsa de la MUD o cualquier tabla opositora. Nada nuevo bajo el sol del oportunismo y la doblez.
Earle Herrera