Implantado en Brasil por el MST, el proyecto que alfabetizó más de 7 mil personas tiene apoyo del gobierno de Maranhão
La ama de casa Doralice dos Santos Oliveira tenía 53 años – por más de 40 estuvo trabajando con la azada, bajo el sol ardiente del campo – cuando conoció el mundo de las letras. “La cosa que más me ha gustado en la vida fue ir a la escuela”, cuenta. Habitante del municipio de Itaipava do Grajaú, en el interior del estado de Maranhão [en la región noreste de Brasil], e hija de analfabetos, pasó la vida poniendo su huella dactilar en lugar de firma.
Tras una invitación del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), pasó a participar del proyecto “Yo sí puedo”. Fueron ocho meses asistiendo a las clases hasta que Dona Dora – como es conocida en la comunidad – finalmente pasó a formar parte de las nuevas estadísticas del estado. Ella es una de las 7 mil personas que aprendieron a leer y escribir a través del proyecto, una iniciativa para la alfabetización de jóvenes, adultos y personas mayores, apoyada por el gobierno de Maranhão.
“LA VOLUNTAD ES LA MITAD DEL VIAJE”
Con 48 años de trabajo en la agricultura, Raimundo estudió solamente una vez en la vida, en la adolescencia, cuando tuvo la oportunidad de aprender el abecé con una profesora particular. Pero cargando el peso de la azada, no pudo continuar con las clases y solo ahora puso los pies en un aula por primera vez. “Prácticamente no sé nada, pero tengo muchas ganas de aprender”, dice con entusiasmo.
¿Qué va a hacer tras concluir los ocho meses del curso de alfabetización? Escribir un libro sobre la historia del municipio de Itaipava do Grajaú, donde nació y creció. “Eso aún está muy lejos de suceder, pero la voluntad es la mitad del viaje, entonces lucharé para lograr la otra parte”, dice, enseñando a todos a su alrededor.
COMPAÑERISMO
Con el mismo origen pobre que su compañera, Miguel no se planteaba la posibilidad de conseguir estudiar, pero hoy, tras pocos meses de clase, ya celebra el hecho de poder firmar con su propio nombre. “Estoy muy satisfecho, muy contento”, dice exhibiendo sus documentos nuevos con su firma de puño y letra.
Cuando fueron invitados a participar del proyecto, los dos, así como otros muchos alumnos, pese a la timidez y a los recelos, aceptaron la propuesta ansiosos por tejer una nueva vida, a pesar de la edad. Según la coordinadora pedagógica del programa, Maria Zenilde, responsable por acompañar siete núcleos del proyecto; en las clases, la fascinación de los alumnos se sobrepone a los miedos. “Se resisten a venir a clase hasta el momento que vienen por primera vez, al día siguiente, ya no piensan en desistir”, cuenta. Lo que confirma Dona Lara, que ni bien terminó el curso en el programa, se matriculó en el programa Educación de Jóvenes, Adultos y Personas Mayores (EJAI por sus siglas en portugués) del estado. “Seguiré estudiando, cuando no estoy tejiendo a crochet, estoy leyendo. Tengo ganas de aprender”, dice. El miedo, que casi le impidió iniciar los estudios, quedó en el pasado, en la retaguardia de la vida, a donde Dora no piensa volver. “Ahora voy adelante, con más y más cursos”, afirma, mirando al porvenir.
La periodista viajó con el apoyo del Gobierno del Estado de Maranhão y del MST. Edición: Camila Maciel y Vivian Fernandes | Traducción: Luiza Mançano | Fotografía: Leonardo Milano/Mídia Ninja*