Por Javier Gómez Sánchezpor La pupila insomne |
Un año completo del gobierno de Trump transcurrió entre su toma de posesión en enero del 2017 y el anuncio de un grupo de Internet Task Force
para Cuba, casi en los mismos días del 2018. Antes habían pasado unos 5
meses desde ocupar el cargo hasta derogar la Directiva Presidencial con
la estrategia adoptada por Obama y firmar una propia retomando los
viejos métodos.
El
mandato de un Presidente de los Estados Unidos es de 4 años. Desde su
toma de posesión el 20 de Enero del 2017 hasta el 7 de febrero del 2018,
fecha de la primera reunión hecha pública del Task Force se han agotado 383 días de gestión para determinar una estrategia para Cuba que sea:
- Distinta a la de Obama.
- Satisfactoria para el grupo de presión de Marco Rubio.
- Pero que se base en el uso de Internet y las tecnologías.
- Que presente algo que parezca que pueda funcionar e idealmente lo haga.
- Pero no usar nada que Obama haya creado al abandonar lo que antes no funcionaba.
- Que evite hacer el ridículo.
Los
puntos 1 y 2 ya los han logrado, ahora intentan alcanzar una
combinación posible del 3, 4 y 5, mientras intentan evitar el 6. Pero
entre no volver a usar los proyectos de la Era W. Bush (2000-2009), que fueron pragmáticamente disfuncionales y tampoco usar
los proyectos de la Era Obama (2009-2017), que le son políticamente
inconvenientes, es poco probable que la Administración Trump y sus
impulsores anticubanos encuentren una fórmula para implementar un tercer tipo de proyectos en los cuales usar el presupuesto destinado para la subversión en Cuba.
Sería
en los 3 años que quedan de un solo mandato, en caso de que Trump no
sea reelecto, aunque habiéndose demostrado que electoralmente en Estados
Unidos puede pasar cualquier cosa, no puede descartarse que vuelva a ocurrir.
Pero incluso si un Trump presidente se convierte en un Trump reelecto
en el 2020, lo que bien pudiera desaparecer en algún momento es la
capacidad de influencia del grupo cubanoamericano del Partido
Republicano, no por motivos referentes a Cuba sino por el vaivén de la
política norteamericana.
Tampoco es descartable que Donald Trump llegue a vivir la suerte de Richard Nixon y no termine ni su mandato.
La Task Force
parece tomarse las cosas con calma, el resultado de la reunión del
pasado 7 de Febrero fue el anuncio de la creación de dos subgrupos, uno
dedicado a ¨estudiar el rol de los medios de comunicación y la libertad
de expresión¨ (Entiéndase qué contenidos generar, cómo producirlos y
dónde publicarlos) y otro ¨enfocado en el acceso de Internet en Cuba¨
(Léase cómo hacer visible en la isla lo que genere el otro subgrupo).
Según el calendario anunciado, emitirán un informe preliminar dentro
de un plazo de 6 meses, tiempo que expiraría aproximadamente en Junio, y
en Octubre se volverían reunir para elaborar un documento final con
recomendaciones sobre el asunto para entregar al Presidente y al
Secretario de Estado Rex Tillerson , o al que esté en ese cargo para
entonces.
Hay
que entender la importancia de los cronogramas en la mentalidad
anglosajona norteamericana, muy distinta a la proveniente de nuestras
raíces hispanas, y que constituye una de las claves de diferencia en el
desarrollo. Producir resultados determinados va ligado siempre a
lograrlo en un tiempo determinado. El factor tiempo es
fundamental en un país que no solo se rige así en los períodos
electorales de su modelo político, sino que es algo que está presente en
todo su funcionamiento y sintetizado en el slogan ¨Time is money¨.
En Octubre del 2018 cuando el Task Force
deposite sobre el buró de la Oficina Oval el resultado teórico de su
trabajo, habrá trascurrido aproximadamente 1 año y 9 meses de gobierno.
Quedarían poco más de 2 años para llevarlo a la práctica, suponiendo que
como dice la información oficial, el presente 2018 casi completo será
para estudios y elaboración de recomendaciones.
De
ese tiempo, el 2020 y cuarto año del mandato, estará como es tradición,
dominado por un ambiente electoral. Los demócratas se lanzarán con
todas sus fuerzas y es probable que junto a muchos otros, el retroceso a
una equivocada política hacia Cuba, sea un tema al que le puedan sacar
provecho en la campaña.
La
política adoptada por Obama tomó años de maduración. Lo que ha
trascendido de lo ocurrido en la reunión de este 7 de Febrero, en la que
participaron cubanos “opositores”, es que hubo voces discrepantes,
mientras la presencia de representantes de Oficinas, Agencias y think tanks,
cuyos programas anteriores devoraron millones de dólares sin obtener
resultados indica que los presentes necesitarían de muchísima
creatividad para subir la cuesta contra el sentido común.
La
expansión misma del uso de Internet entre los cubanos y la
diversificación del consumo audiovisual, va convirtiendo el lenguaje del
Task Force de obsoleto a arcaico al ser el Gobierno cubano el
que en los últimos años lo ha proporcionado y aprendido a convivir con
ello, e incluso, a utilizarlo a su favor.
Todo
parece indicar que respecto a la guerra comunicacional contra Cuba, más
importante que lo que intente hacer este gobierno, es lo que haga el
próximo después de Trump.
Mientras,
la maquinaria de “medios independientes” en Cuba, que fue construida
durante la Administración Obama, imponiendo el sentido común de cómo
usar el dinero contra el socialismo, podrá explotar lo que haga Trump en
este tiempo (En el que no dejará de ni de trabajar, ni de ser
financiada) para cultivar su imagen de ¨alternativa¨ ante los cubanos,
hasta que regrese el smart power a la Presidencia. Ya sus
miembros, que fueron beneficiados a través de becas, fondos europeos y
fundaciones ¨fachada¨, lo hacen.
Solo
queda la respuesta que se pueda dar, una vez que llegue el cambio a la
Casa Blanca, al resultado de la estancia de Donald Trump para los planes
de subvertir a Cuba con la seducción:
¿Un tiempo aprovechado o un tiempo perdido?