Por Jaime Galarza Zavala
El imperio es insaciable e incontenible: siempre quiere más y más poder, más y más tierras de conquista, pueblos obedientes, naciones de rodillas. Hoy más que en la época del mismísimo George W. Bush, gracias a las ínfulas de emperador que mueve a Donald Trump.
Con México se propone cercarlo con un muro de miles de kilómetros que deberán pagar los propios mexicanos, Venezuela debe inclinarse ante el mando imperial, guillotinar al presidente Nicolás Maduro, su legítimo gobernante, sepultar la Revolución Bolivariana y retornar a los tiempos dorados en que la gran riqueza petrolera de la patria de Bolívar era el bocado predilecto de las multinacionales yanquis y sus socios británicos.
¿Qué Venezuela no agacha la cabeza? Pues que se atenga a las consecuencias, con la descarada movilización de la maquinaria del Pentágono, con la OTAN de yapa; esa misma OTAN que por mandato yanqui destruyera Libia, Irak, Afganistán, Siria y tantos otros puntos calientes del globo, encendidos por Washington. Hoy mismo rugen los motores de una vasta agresión contra Irán, con el apoyo del testaferro mayor, Israel.
Dentro de esos planes de dominación mundial, le toca el turno de sentir la insolencia de la bota opresora a los países de América Latina y el Caribe. Ahora se trata de acabar con toda tentativa de liberación y soberanía de este vasto mundo, mediante golpes de Estado de nuevo cuño, en que no se recurre – por lo menos no este momento- a las clásicas dictaduras pinochetistas, sino a los llamados “golpes blandos” o “golpes continuos”, con máscaras electorales y parlamentarias, levantando en alto dos banderas propias de las luchas de nuestros pueblos: los derechos humanos y la anticorrupción. Así han caído brutal o gradualmente Paraguay, Brasil, Honduras, Argentina, para dar paso a la restauración conservadora-neoliberal.
En el caso del Ecuador, los reveses sufridos por la Revolución Ciudadana van creando una situación propicia a esa restauración, como se puede advertir en las declaraciones altisonantes del mandamás que hoy ocupa la embajada norteamericana en Quito: Todd Chapman, quien sentencia que si el Ecuador quiere beneficiarse del comercio con Estados Unidos, deberá antes resolver diez temas “irritantes” que molestan al imperio y al emperador “como los juicios que involucran a empresas de Estados Unidos”, los que no señala expresamente pero que sin duda incluyen a las justas demandas de las poblaciones amazónicas contra la Chevron-Texaco por la criminal afectación a los recursos naturales y a la vida humana durante los años en que campearon en nuestra patria a su libre capricho y ambición, bajo los gobiernos más corruptos de la historia nacional, como la Junta Militar del 63, los de Osvaldo Hurtado, Febres Cordero, Lucio Gutiérrez, Noboa Bejarano, Jamil Mahuad, Sixto Durán y tantos otros.
Las indignantes declaraciones de dicho mandamás diplomático figura en la página 5 de El Comercio de 22 de febrero, y es un claro anuncio de lo que se viene: si queremos condiciones favorables de comercio con los yanquis, el país deberá resolver esos “diez puntos irritantes”, que molestan a su sacra majestad y que no se explicitan con claridad en qué consisten. ¡Y hay autoridades , medios periodísticos, banqueros y altísimos notables que claman por traer urgentemente empresas petroleras y mineras, inversiones y tratados de libre comercio con los yanquis!