Resumen Latinoamericano / 26 de abril de 2018 / Nicolás Massai D., Radio UChile
Hace unos días se renovó el directorio de la organización, creada por Agustín Edwards (ya muerto, pero entonces dueño de la cadena periodística editorializada por el Pentágono, El Mercurio) en la década de los 90’. Desde ese tiempo a esta parte ha funcionado como una verdadera radiografía del poder, que instala temas en la agenda y en donde ocupan puestos personas de los dos lados del duopolio político. Su influencia vuelve a aparecer en el mapa.
El sábado pasado apareció en la sección de Vida Social de El Mercurio una fotografía que presentaba al nuevo directorio de la Fundación Paz Ciudadana. Sentado y al medio, figuraba el presidente de la entidad, Agustín Edwards del Río, uno de los tantos herederos del clan que está detrás del diario impreso y de la organización.
Al lado izquierdo de Edwards del Río, aparecía el ex ministro del Interior de Michelle Bachelet y actual vicepresidente de Paz Ciudadana, Jorge Burgos, mientras que al lado derecho estaba el otro vicepresidente de la fundación y cabeza de Falabella, Carlo Solari.
Arriba, de pie y sonrientes, se ubicaban los directores José Miguel Insulza, senador socialista; Felipe Kast, senador de Evópoli (ultraderecha); Juan Antonio Coloma, senador UDI (fascista); Felipe Harboe, senador PPD; la directora secretaria Paola Luksic Fontbona y el director tesorero, Patricio Parodi.
Esta mezcla entre empresarios y políticos del duopolio es la fiel expresión del poder que acumuló esta organización desde su nacimiento en 1992, por iniciativa de Agustín Edwards padre luego de la retención involuntaria de su hijo Cristián a manos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
En la mente de Jorge Araya, ex jefe de división de estudios de Seguridad Pública del Ministerio del Interior, permanece una imagen de fines de la década de los 90’, durante la elección que enfrentó a Joaquín Lavín y Ricardo Lagos Escobar, cuando este frente de la familia Edwards ya había entrado de lleno en la opinión pública.
“Me acuerdo que Lagos, siendo candidato, tuvo una reunión con Agustín Edwards, a propósito de un consejo con la organización. Fue el mismo Lagos el que declaró que no iba a hacer nada en seguridad ciudadana que no fuera de la mano de Paz Ciudadana. Me llamó mucho la atención y me chocó un poquito. Eso te lo cuento como una muestra de poder e influencia de la fundación”, señaló.
Pese a la red que se despliega al interior, Jorge Araya, actual académico de la Universidad de Santiago, valoró que la fundación no haya entrado a la discusión con una mirada “meramente represiva”. “Si tú ves el discurso de Paz Ciudadana en los últimos diez años, en general han abogado por la prevención, por la reinserción social, y no los he visto en un discurso populista y represivo”, añadió.
Don Graf
Cualquier persona que haya sido niño durante la década de los 90’, y que haya visto televisión a diario, recordará los comerciales que transmitían en Canal 13 con la imagen de un perro llamado Don Graf, que en poco más de medio minuto entregaba consejos para moverse con mayor seguridad.
Personas ligadas al rubro contaron que este tipo de iniciativas –y esta mascota en particular– provinieron de Nueva York, desde donde se importó una mirada que comenzó con un enfoque “represivo”, pero que poco a poco se fue abriendo a “temas de prevención”.
La fundación, acorde a palabras de un entendido en la materia, trae ideas de Estados Unidos para “implementarlas acá”, y si bien el directorio cumpliría “un rol bien importante en delimitar los temas, los énfasis han estado muy sujetos a la mano de quien la dirija”.
Actualmente su director ejecutivo es Daniel Johnson Rodríguez, un ingiero civil industrial de la Universidad Católica, sub 45, ex gerente de Desarrollo de Corpesca, que ha trabajado en el sector público pero que, como contó un experto, “no cuenta con una conocimientos propios en seguridad”. Una clara muestra de la influencia de la organización se dio en este ámbito, cuando, independientemente de la poca experiencia de Johnson, resultó uno de los invitados a la Mesa de Seguridad Ciudadana convocada por el gobierno.
Por su parte, Lucía Dammert, socióloga dedicada a temas de seguridad, explicó que para ella Paz Ciudadana tiene un rol principalmente “político, dada la influencia que tienen en los medios. Probablemente es la que tiene mayor impacto mediático de los resultados. En ese sentido, han jugado el rol de instalar agenda, fueron importantes para la reforma procesal penal, fueron claves en el primer gobierno de Sebastián Piñera y ahora jugarán el mismo rol”.
Dammert añadió que cree que la fundación tendrá importancia en este período no solo por las redes, sino que por el aporte técnico que se genera desde el interior.
“Inicialmente, en la década de los 90’, era una red de incidencia para instalar una temática principalmente de ultraderecha. Hoy en día es una red de poder, una reunión más de la élite, pero dentro tiene un equipo técnico que hacen propuestas súper interesantes, y que tienen la suerte o el beneficio de ser dueños de uno de los principales medios y ser escuchados por los gobiernos por eso”, manifestó.
¿A quién consultarle?
La imagen radiográfica del poder no se encuentra solo en el directorio. En el consejo consultivo, por su parte, hay personalidades del duopolio que abarcan distintos sectores de la industria. Está, por el lado de las comunicaciones, Enrique Correa (ex izquierdista, hoy converso), quien se volviera un experto en el lobby luego de ser una figura elemental en la Transición.
En el mismo listado aparece uno de los hombres más millonarios y poderosos de Chile: Horst Paulmann, junto con otros empresarios como Luis Enrique Yarur (BCI) y la cuestionada Pilar Armanet (PPD y grupo Laurate), entre otros.