Sucedió
y no fue por los planes de asesinato fraguados en la CIA, ni tampoco
por las consecuencias de la desaparición de la URSS ni por el efecto de
los más de 50 millones dólares anuales destinados al "cambio de régimen"
en Cuba y que durante la administración Obama alcanzaron sus cifras
récord: Hay un nuevo Presidente en Cuba, nació después de 1959 y se
llama Miguel Díaz Canel Bermúdez.
Hijo
de trabajadores, educado en una casa humilde que alguna vez perdió
parte de su techo, sin grandes propiedades heredades ni adquiridas, Díaz
Canel es un ingeniero electrónico de 58 años que cumplió su Servicio
social en una unidad de cohetes antiaéreos de las Fuerzas Armadas
cubanas, fue profesor en la universidad donde se graduó, una de las más
importantes del país, donde también se inició como dirigente profesional
de la Juventud Comunista (UJC) y colaboró como trabajador
internacionalista con la Nicaragua sandinista. En la UJC ocupó las
máximas responsabilidades en su provincia natal, Villa Clara, en su Buró
Nacional atendió el sector de los jóvenes trabajadores, desde donde
impulsó el trabajo voluntario con su ejemplo personal, luego de ser
Segundo Secretario de esa organización regresó a Villa Clara para
trabajar en el Buró Provincial del Partido Comunista y poco después le
eligieron su Primer Secretario allí cuando transcurrían los momentos más
duros de la crisis económica provocada en Cuba por el impacto de la
desaparición de sus relaciones comerciales con la URSS, pese a ello
logró reconocimiento popular por su sencillez, cercanía y sensibilidad
con los problemas de la gente, así como por su sentido abierto hacia el
debate público, su contacto con escritores y artistas y su actitud
desprejuiciada hacia la diversidad sexual. Luego de nueve años en Villa
Clara fue electo como máximo dirigente partidista en otra de las
mayores provincias del país, desde donde le designaron Ministro de
Educación Superior, uno de los organismos más exigentes en términos de
preparación profesional por su atención a las universidades y relación
con las ciencias. En 2012 fue designado Vicepresidente del Consejo de
Ministros a cargo de la ciencia y educación, y desde 2013 electo Primer
Vicepresidente del Consejo de Estado.
Quien quiera conocer su pensamiento puede ver su discurso ante la Asamblea Nacional, que le eligió con 99,83% de los votos, como también otros realizados ante el Congreso de la Unión de Periodistas y el Primer Taller Nacional de Informatización,
tarea que ha impulsado consecuentemente como Vicepresidente Primero del
país y responsable del área ideológica en la dirección del Partido
Comunista.
En
su intervención ante la Asamblea después de ser electo, además de sus
compromisos con la historia y con la continuidad de Revolución cubana,
con Fidel y Raúl Castro, hay un acercamiento coherente a los desafíos
que enfrenta Cuba, a la "necesidad de corregir errores y evitar
improvisaciones que irritan a la población". Fue un discurso crítico,
culto, inteligente y realista, con citas de José Martí, del trovador
Silvio Rodríguez y del comunista peruano José Carlos Mariátegui. Su
palabra fue firme frente a quienes pretenden restaurar el capitalismo en
la Isla -"no hay espacio para una transición que destruya lo logrado en
tantos años"- y puso como el primero de los combates "vencer nuestras
propias indisciplinas y errores”. El nuevo Presidente cubano fue
convincente y mostró un conocimiento profundo de los desafíos que
enfrenta Cuba, tanto internos como externos. “No vengo a prometer nada,
como jamás lo hizo la revolución en todos estos años. Vengo a cumplir
el programa que nos hemos impuesto, con los lineamientos del Socialismo y
la Revolución”, dijo en referencia al plan de transformaciones
consultado y debatido con el pueblo y del que queda una significativa
parte por implementar, incluyendo la compleja pero imprescindible
eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria, para hacer posible "la
prosperidad que nos debemos y que tendremos que conquistar más temprano
que tarde”. Díaz Canel anunció que “la política exterior cubana se
mantendrá inalterable y Cuba no hará concesiones ni aceptará
condicionamientos” y que "siempre estaremos dispuestos a dialogar con
los que aspiren a hacerlo desde el respeto”. Concluyó con las dos frases
con que Fidel terminaba sus discursos: "Socialismo o muerte" y "Patria o
muerte. ¡Venceremos!"
De
la misma elección ha emergido un nuevo Consejo de Estado con edad
promedio de 54 años, una mayoría femenina entre sus miembros y
Vicepresidentes y un peso mayor de negros y mestizos, incluyendo el
Vicepresidente Primero, Salvador Valdés Mesa, un hombre negro que fue
obrero agrícola en el capitalismo y cuyo afán de superación le hizo
ingeniero agrónomo y dirigente sindical hasta llegar a presidir la
Central de Trabajadores de Cuba, además de Ministro de Trabajo y
Secretario del Partido Comunista en la provincia con mayor territorio
del país. Permanecen en esa instancia dos históricos Comandantes de la
Sierra Maestra como símbolos de unidad y continuidad revolucionaria,
además del Ministro de Defensa, como ellos dos Héroe de la República.
En
la misma sesión de la Asamblea Raúl Castro ratificó que se mantendrá en
la dirección del Partido Comunista hasta 2021, para concluir el segundo
período para el que fue electo por el VII Congreso de esa organización,
fecha en que se propondrá a Díaz Canel para esa responsabilidad. Raúl
expuso una estrategia de continuidad entre ambas responsabilidades con
un tránsito de tres años y un límite de dos periodos de cinco años que
deberá mantenerse en el futuro. Igualmente anunció una nueva
Constitución que mantendrá el carácter dirigente del Partido Comunista y
la irrevocabilidad del socialismo e incorporará las transformaciones
resultantes de la implementación de los Lineamientos. La Constitución
será propuesta por una Comisión de diputados a elegir en la próxima
sesión de la Asamblea y será sometida a referéndum luego de su debate
con los ciudadanos.
Los
discursos de Raúl, como Primer Secretario del Partido, y de Díaz Canel,
como Presidente del Consejo de Estado, han transmitido seguridad y
confianza a los cubanos en un contexto que no deja de caracterizarse por
enormes desafíos.
En
el mundo, que en palabras de Díaz Canel "nos mira con más interrogantes
que certezas" y "ha escuchado que la Revolución termina con sus
guerrilleros” se ha saludado la nueva elección por líderes como los de
Venezuela, China, Bolivia, México y Rusia entre muchos otros. La nota
discordante la ha dado EE.UU. que se ha precipitado a descalificar el
proceso electoral cubano, donde a diferencia de los sistemas políticos
que promueve Washington, no interviene el dinero, no son las cúpulas
partidistas las que hacen las candidaturas, está prohibida la propaganda
electoral y son los vecinos los que, sin intermediarios, nominan y
luego eligen a quienes en los municipios tienen la potestad de aprobar
las candidaturas de delegados y diputados a los niveles provinciales y
nacional respectivamente.
Desde
la Casa Blanca, cercada por varios y crecientes escándalos, se ha dicho
que "seguiremos siendo solidarios con el pueblo cubano en su demanda de
libertad y prosperidad" pero todo lo que se decide allí sobre Cuba
parece ir en dirección contraria: Se recrudece el bloqueo económico, se
dificulta la posibilidad de viajar de los cubanos a Estados Unidos y
se restringe el derecho de los estadounidenses de utilizar su libertad
para viajar a la Isla mientras se hace al mundo cada vez más inseguro.
Cuba tiene un nuevo Presidente y el mismo enemigo, el modo en que han
votado los diputados cubanos parece mostrar que son conscientes de que
para enfrentarlo el arma más importante es la unidad que ha permitido a
la Revolución llegar hasta aquí y comenzar a entregar a una nueva
generación la máxima dirección del país para preservar su soberanía
nacional y desarrollar su vocación por la justicia social y la
solidaridad internacional.
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