Posted: 02 Apr 2018 07:24 AM PDT
La
llegada de Donald Trump a la Casa Blanca dio al traste con una nueva
política hacia Cuba. El nuevo presidente, el 16 de junio de 2017, en
Miami, destruyó de un plumazo todo el camino que ya se había alcanzado
en la última etapa de la administración de Barack Obama.
Después
de los pronunciamientos de Mario Díaz-Balart y Marco Rubio, quienes
ejercieron más presión en la aplicación de políticas agresivas contra
Cuba, seguidamente, el auditorio reunido en el Teatro Manuel Artime,
escuchó las palabras del presidente Donald Trump: “Estoy cancelando todo
el acuerdo bilateral del último gobierno.
Estoy
anunciando una nueva política, como prometí durante la campaña, y
firmaré ese contrato en esa mesa en solo un momento… Aplicaremos la
prohibición sobre el turismo. Aplicaremos el bloqueo”,
Y
poco después firmó el memorando y derogó la directiva presidencial
emitida por Obama para la normalización de las relaciones entre ambos
países.
Las
palabras del presidente norteamericano recuerdan a las instrucciones
que el Secretario de Guerra de ese país, Mr. J. G. Breckenridge escribió
al Mayor General Nelson A. Miles, jefe del Ejército norteamericano,
quien llevó la contienda contra Cuba hace 119 años: “Debemos concentrar
el bloqueo, de modo que el hambre y su eterna compañera la peste, minen a
la población civil y diezmen al ejército cubano.”
Desde
enero de 1959 no han faltado todo tipo de agresiones contra el pueblo
cubano. El muestrario va desde: el amparo a delincuentes y asesinos del
régimen batistiano, infiltración de agrupaciones criminales, disparos
con armas de fuego contra la población civil costera, entrenamiento y
financiación de bandas terroristas cuyos actos han causado la muerte a
3478 personas y la discapacidad de otros 2099; organización y
planificación de atentados contra la economía cubana, programas de
incentivo a la deserción en sectores estratégicos, ataques biológicos a
la agricultura y población cubanas, financiamiento a programas de
subversión ideológica y para impulsar la oposición (mal llamados
“disidentes”) que residente tanto dentro como fuera de Cuba; hasta la
ejecución de constantes campañas mediáticas de descrédito,
tergiversación y mentiras sobre la Revolución cubana y su dirección
histórica.
Como
dijo Fidel Castro en la Plaza de la Revolución, el 2 de enero de 1961,
“El imperialismo se convirtió en jefe de la contrarrevolución…”
Los
grandes medios fueron el instrumento de la CIA y elementos
contrarrevolucionarios para llevar a cabo las campañas mediáticas con el
objetivo de crear una opinión desvirtuada sobre la Revolución cubana y
sus conquistas.
La Operación Northwood,
emitida por el General de Brigada William H. Craig al General de
Brigada Edward Lansdale, el 2 de febrero de 1962, en un memorando
titulado “Posibles Acciones para Provocar, Hostigar o Perturbar Cuba”,
consistió en el lanzamiento de rumores por radio, efectuar ataques
contra la Base Militar en Guantánamo, bombardear embarcaciones
estadounidenses, acosar con aviones llevando la insignia cubana a vuelos
civiles de EE.UU o crear terrorismo en Miami para culpar a Cuba y eso
facilitara una invasión militar.
Además,
no faltaron los planes hollywoodenses con la Operación “Dirty Trick”,
la cual consistía en culpar a Cuba en caso de que por cualquier error de
cálculos mecánico o técnico fracasaba la primera misión estadounidense
al espacio “Mercury 6”.
Tampoco
se puede pasar por alto las demenciales acusaciones de John Bolton,
quien siendo entonces Subsecretario de Estado para el Control de Armas y
la Seguridad Internacional en el 2002, se le ocurrió categorizar a La
Habana como parte del “eje del Mal” y que, junto a otros países, podía
“ser bombardeado en cualquier momento”; mucho más porque este chiflado
creyó que los avances de la biotecnología y medicina cubanas era el
engendro de un programa para el desarrollo de armas biológicas de
destrucción masiva.
Este
maniático de las conspiraciones pronunció las siguientes declaraciones
en el Heritage Foundation: “He aquí lo que sabemos: Estados Unidos
considera que Cuba está llevando a cabo al menos una labor ofensiva
limitada de investigación y desarrollo de guerra biológica. Cuba ha
proporcionado tecnología de doble uso a otros estados renegados. Nos
preocupa que esa tecnología pueda respaldar programas de armas
biológicas en esos estados. Exhortamos a Cuba a que cese toda
cooperación aplicable a las armas biológicas con los estados renegados y
a que respete plenamente todas sus obligaciones en virtud de la
Convención sobre las Armas Biológicas.”
Es
muy seguro que en su paranoia y complicidad de los grandes medios, se
olvidaron que Cuba fue objeto de ataques biológicos desde Estados Unidos
en más de una ocasión: la roya de la caña (1978), la fiebre porcina
africana (1971), la conjuntivitis hemorrágica (1979), la fiebre
hemorrágica o dengue del serotipo 02 (1981), disentería o bacteria
shigella serotipo 01 (1984), la roya del café (1984), la sigatoka negra (1990),
el pulgón negro (1992), el minador de los cítricos (1993), la Broca
del Cafeto (1993), el thrips palmi karny, de la variedad “Diamand”
(1996) y el síndrome gastroentérico transmisible del cerdo (2002) el
cual se supo en las investigaciones que su cepa original se había
logrado en EEUU en 1999.
Para
colmo, el señor John Bolton llega reciente al gabinete de Donald Trump
como Asesor de Seguridad Nacional, cuando por las redes corre una de las
últimas tramas: los no probados “ataques acústicos a diplomáticos
estadounidenses” en la Embajada en La Habana y que, según autoridades
estadounidenses, algunos funcionarios sufrieron problemas auditivos,
cognitivos, visuales, de equilibrio e insomnio.
No
faltaron los sitios que multiplicaron sus especulaciones fatídicas con
mentiras como INFOBAE, diario digital argentino acostumbrado a
beneficiar la postura norteamericana en temas de conflictos, publicando
supuestas muestras de sonidos que grabaron en la Embajada estadounidense
en La Habana; pero siendo muy llamativo que algunos funcionarios
plantearon en entrevistas que nunca lograron percibir dichos sonidos.
Donald
Trump, en su constante psicosis de entuertos políticos y escándalos,
tomó la decisión de expulsar de EE.UU. a 15 diplomáticos cubanos,
afectando los servicios consulares cubanos en ese país; así también
retiró la mayoría de sus diplomáticos de la Embajada en La Habana.
Sin
embargo, lo paradójico es que hasta el acérrimo partidario de hacer
campañas contra Cuba, el diario El País, este 20 de marzo, ha reconocido
que “la supuesta agresión sónica no ha podido ser documentada. No se
publicaron los partes médicos de las víctimas, ni los equipos utilizados
para enfermarlas. La embajada instaló grabadoras en los domicilios de
su personal sin resultado alguno; tampoco lo obtuvieron los agentes del
FBI desplazados. La acusación pareció inspirarse en una película de
James Bond, dijeron los expertos en acústica consultados por The New
York Times.”
Hasta
el mismísimo FBI no ha podido encontrar prueba alguna que inculpe al
gobierno cubano, después de meses de viajes a La Habana e
investigaciones. El Informe interino de la División de Operaciones
Tecnológicas del FBI, fechado el 4 de junio de 2017, y al cual tuvo
acceso la Associated Press (AP), la misma agencia hizo referencia a que
“el FBI probó la hipótesis de que ondas audibles, infrasónicas o
ultrasónicas pudieran haber sido utilizadas clandestinamente para herir a
estadounidenses en Cuba y no encontró evidencia alguna”.
¿Entonces
por qué el gobierno de EE.UU. mantiene la crisis diplomática con Cuba?
Todo indica que el verdadero deseo es ese: crear crisis, con el objetivo
de romper los positivos acercamientos y acuerdos en diversas esferas.
La
farsa de los “ataques” era crear incomodidad, descontento en esa parte
de la población cubana que busca viajar a Estados Unidos para mantener
contacto con sus familiares. Hoy en día, los cubanos para viajar a
EE.UU. se ven obligados a viajar primero a Colombia para efectuar la
entrevista de solicitud de visado, la cual puede ser rechazada
independientemente de los gastos para la estancia en ese país
sudamericano.
Esta
es otra operación de maquinaciones que intenta crear una opinión
tergiversada de la realidad de los hechos… o mejor dicho… de las claras
intenciones del gobierno de Estados Unidos de crear un conflicto que
facilite cualquier acción de agresión contra Cuba.
No
saben ya qué inventar y el llamado “régimen” cubano no cae; y por
supuesto que no caerá, sino que cada vez se fortalece más con la
participación social, con la población y las nuevas generaciones
haciendo más suya la propia Revolución que comenzaron los líderes
históricos y asegurando que Cuba sigue su camino en la construcción del
socialismo.
Es
más que sabido que las páginas de la historia de Cuba están y,
lamentablemente, estarán llenas de peligros por las agresiones que
provienen desde suelo de Estados Unidos y que gozan del visto bueno de
su gobierno y la CIA.
Cuba
y su pueblo son las verdaderas víctimas, y el único delito ha sido
trazarse un rumbo diferente y poner al servicio de la humanidad su
carácter internacionalista y solidario. El gobierno cubano siempre ha
demostrado la voluntad de establecer relaciones bilaterales basadas en
el respeto mutuo e igualdad de condiciones, pero solo los enemigos de
ese proceso socialista y sus lacayos (entre ellos los grandes medios)
son los que quedan anquilosados y enfocan su rabia e impotencia en
componendas contra Cuba.
Fidel
Castro dejó bien claro lo que significa la Revolución cubana, ese 2 de
enero de 1961, en la Plaza de la Revolución: “Si quisiéramos medir el
mérito de nuestra Revolución y el valor de nuestra Revolución, bastaría
observar el odio que contra ella sienten los grandes intereses
reaccionarios del mundo; bastaría observar el odio que contra ella
siente el peor y más explotador de los imperialismos modernos; bastaría
observar el odio que contra ella siente la prensa más reaccionaria del
mundo”. (Pensando Américas-Las Razones de Cuba)
Guajirita Soy |