“El sistema económico socialista de Cuba es un fracaso” (1), nos repiten desde los grandes diarios, para quienes solo existe una opinión en la materia: la de “cubanólogos” liberales como Carmelo Mesa-Lago, profesor de la Universidad de Pittsburg (2).
Mientras, silencian estudios como los de Emily Morris, investigadora principal en el Banco Interamericano de Desarrollo y profesora de la Universidad College de Londres (3). En ensayos como “Cuba inesperada” (4) (5) o “El rumbo de Cuba” (6) (7), Morris estudia la aguda crisis económica de Cuba en los años 90, producto de la desaparición de su comercio con la Unión Soviética. Y la compara con la que sufrieron, en aquellos mismos años, la propia Rusia y el resto de países del Este de Europa que acometieron reformas de mercado.
Recordemos que, en menos de cinco años, entre 1989 y 1993, Cuba redujo un 75 % su gasto en importaciones, y su PIB se contrajo más del 35 %. Se imponía entonces una única receta para Cuba: una “terapia económica de choque”. Un “cambio rápido al mercado libre” era “inevitable”, decían los medios, porque el bloqueo de EEUU impedía lo que sí tenían garantizado en el Este de Europa: el financiamiento del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Morris expone que la trayectoria económica de Cuba, en aquellos años, siguió una tendencia recesiva similar a la de sus antiguos socios. Pero el impacto social fue mucho menos severo. Entre 1990 y 1993, la esperanza de vida en la Isla se mantuvo estable en 74 años, mientras en Rusia, por ejemplo, el promedio en hombres bajó de 65 a 62 años. Después, en el transcurso de la década, en Cuba se elevó la expectativa de vida de 74 a 78 años.
La diferencia esencial fue que, en la Isla, el Gobierno garantizó una cobertura mínima de las necesidades básicas de toda la población, sin excepciones. Consiguió mantener la asistencia social o el suministro normado de alimentos, a la vez que reducía el déficit fiscal de manera más rápida y profunda que en el Este de Europa. La disminución del 43 % del gasto en Defensa fue una de muchas claves.
Cuba descartó de plano el proceso de privatización masiva que acometieron sus antiguos socios, y el Estado conservó su papel central en la economía.
Frente a una política de atracción de inversiones, mantuvo reglas soberanas estrictas, y seleccionó sectores estratégicos para la captación de capital, principalmente aquellos que, como el turismo, aportaron divisas de manera rápida y capacitaron al personal cubano en técnicas de gestión empresarial.
Los estudios de Emily Morris también dan valor a elementos ideológicos que fueron claves para enfrentar la crisis, como la movilización voluntaria y la motivación patriótica del pueblo cubano. A ello ayudó la caracterización de la coyuntura, por Fidel Castro, como un “Período Especial en Tiempo de Paz”, para cuyas duras consecuencias se requería unidad, sacrificio y solidaridad.
Pero, frente a la “terapia de shock” del Fondo Monetario Internacional, aplicada en el Este de manera vertical y ejecutiva, en Cuba las reformas se realizaron tras varios procesos de debate y consulta masiva a la población, lo que fue esencial para su legitimación. En el de 1994, se efectuaron en 45 días más de 80 mil parlamentos obreros y 3 mil 400 asambleas campesinas (8). Algunas de las propuestas de reforma del Gobierno, como el impuesto al salario ,fueron rechazadas por la población y no se aplicaron. Y en todo el proceso los sindicatos tuvieron un papel limitador a la política de reducción del gasto o del empleo público.
La académica británica Emily Morris, sin ocultar sus contradicciones, sostiene que Cuba ha demostrado que un modelo pilotado por el Estado, que incorpore, de manera controlada, mecanismos de mercado, obtiene mejores resultados –sociales pero también económicos-, algo que –asegura- “debería ser reconocido” en el mundo.
Pero sus ensayos –siquiera una reseña breve- siguen esperando a ser publicados en “El País”, “Clarín”, “Le Monde” o “The New York Times”, para quienes solo son funcionales las recetas de los “cubanólogos” neoliberales (9). Así es la libertad de prensa al servicio... de la libertad de empresa.
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“La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura”. Lin Yutang
Cervantes
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.
MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.
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