Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano 12 de abril de 2018
Se derrumbó el cártel de Lima que reúne a los mandatarios de derecha del continente y que se agruparon con un solo objetivo: colaborar activamente en el derrocamiento de Nicolás Maduro.
Obcecados, lo intentaron en varias ocasiones y fracasaron, pero en esta oportunidad tenían planeado jugar a fondo de la mano conductora de Donald Trump. Sin embargo, no les fue posible ya que al no viajar Trump a Lima (con el vice Mike Pence solo les alcanza para disimular su derrota) y con el anuncio de que ninguno de los presidentes del ALBA tampoco asistirán, se generó un vacío que determina que la Cumbre se devalúe hasta lo indecible.
Se derrumbó el cártel de Lima que reúne a los mandatarios de derecha del continente y que se agruparon con un solo objetivo: colaborar activamente en el derrocamiento de Nicolás Maduro.
Obcecados, lo intentaron en varias ocasiones y fracasaron, pero en esta oportunidad tenían planeado jugar a fondo de la mano conductora de Donald Trump. Sin embargo, no les fue posible ya que al no viajar Trump a Lima (con el vice Mike Pence solo les alcanza para disimular su derrota) y con el anuncio de que ninguno de los presidentes del ALBA tampoco asistirán, se generó un vacío que determina que la Cumbre se devalúe hasta lo indecible.
Para
colmo, los encuentros previos de ese eufemismo denominado “sociedad
civil” también se vinieron abajo. Primero, por la asistencia de ONGs
digitadas por Washington y con muy poco peso ético y político (el caso
de la venezolana PROVEA es una de ellas) y por el otro, por la batalla
que le dieron en su propia madriguera los delegados latinoamericanos que
no simpatizan con el imperio y defienden a Cuba, Venezuela y otros
gobiernos revolucionarios.
Tratando
de contrarrestar la masiva campaña anti-Venezuela, delegados de la
Patria de Hugo Chávez contestaron con argumentos en cada foro o taller
en el que participaron. La reacción de los escuálidos y gusanos fue la
de siempre, practicando el “vade retro castro chavistas” o como en el
caso de una de las mesas del miércoles, chillar histéricamente pidiendo
auxilio a policías que ni siquiera se animaron a intervenir.
Si
faltaba algo, el hijo putativo de Trump, el ex canciller uruguayo Luis
Almagro volvió a superarse a sí mismo al señalar que “la situación en
Brasil es un crecimiento del sistema democrático”. Poco después de esas
declaraciones participó en la Cumbre oficial y fue abucheado y repudiado
por los delegados latinoamericanos.
Al
margen de las provocaciones reaccionarias, en Perú quedó demostrado que
tanto a la OEA como a quienes llevan adelante campañas contra Venezuela
y Cuba no les salen las cosas como ellos desearían. Sin Trump como
protector, los perritos falderos como Macri u otros de sus pares se
refugian en los brazos del vice yanqui Pence, pero ya no es lo misma
foto que todos ellos anhelaban. Y mucho menos podrán “ejecutar” a
Venezuela como pensaban.
Perdieron
y no lo reconocerán, pero las evidencias sobran y alcanzan para alegrar
a quienes en las calles de Lima y el mundo siguen gritando consignas
contra el imperio.
Lo
que sí resulta bochornoso es cómo el gobierno del reciente asumido
Vizcarra ha abierto todos los grifos para que en Lima los medios
peruanos hablen día y noche mal de Nicolás Maduro, de Lula da Silva o de
Cuba socialista, entrevisten a sujetos ignotos para que despotriquen
contra Cuba o incluso apelen a programas de “debate” donde los únicos
invitados son antichavistas. Sin embargo, todas estas maniobras se han
ido estrellando en el entusiasmo y las convicciones sólidas de los
militantes populares llegados desde todo el continente dispuestos a
defender las revoluciones latinoamericanas y denunciar las lacras del
neoliberalismo.
Algo
que se demostró con una gran concentración popular frente a la embajada
de Brasil para reclamar “Lula Livre” o lo que este jueves quedará
perfectamente patentizado en una gran marcha antiimperialista por el
radio céntrico de la capital peruana.
Por
lo demás, la Cumbre de los Pueblos sí ha funcionado a pleno, con
intervenciones notables de Atilio Borón, de Argentina, Luis Britto, de
Venezuela, la ex presidenta del parlamento de Ecuador, Gabriela
Rivadeneira, el ex canciller del mismo país, Patiño o la del intelectual
cubano Enrique Ubieta. Protagonistas de debate real y concreto sobre
las necesidades liberadoras del continente y generadores de
interrogantes sobre por dónde deberán caminar las próximas luchas.
Junto
a ellos, cientos de delegados y delegadas del movimiento campesino y
obrero peruano siguen dando calor a una Cumbre que se convirtió por
abundancia de trabajo y claridad ideológica en la voz de los pueblos
frente a la nauseabunda voz de los totalitarios del continente, que en
esta ocasión, no ha podido imponer su prepotencia.