“La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura”.
Lin Yutang
Cervantes
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.
MIGUEL DE CERVANTES Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.
No
rompo lanzas por el autor del blog La Pupila Insomne, que ni lo
necesita y que en estas lides las emplea muy bien. Lo que me atañe y
motiva, como ciudadano común, es lo que me repito a cada rato: los
especialistas no deben escribir sólo para ellos. Su interlocutor último,
o primero en algunos casos y temas, debe ser el hombre sencillo, ese
que, al final, todos dicen que lleva sus hombros la soberanía que
decide. Y el imaginario cubano se disputa fieramente desde la tribuna de
especialistas, cubanólogos y sabios de toda suerte. Hay, pues, que
prestarles suma atención.
En
el texto a que nos referimos el recurso del economista es aprovechar
que el artículo de Iroel Sánchez apunta y advierte sobre el manejo
sesgado de los datos cuando nos proponen estudiar la experiencia
vietnamita, para a su vez dejar sibilinamente dicho que el que sesga los
datos es el editor comentado, es decir, Sánchez.
En
su artículo, el también director del programa televisivo La Pupila
Asombrada se refiere a, y reconoce, tanto al impetuoso desarrollo de la
economía vietnamita como a sus inocultables falencias, muchas de las
cuales, por cierto, tiene Cuba resueltas, pese a los recursos de
Vietnam, todas las condiciones que Fidel analizó en su momento, y el
trato preferencial que recibe de su antiguo agresor. Y como un botón de
muestra de los recursos materiales de ese país indochino, Iroel Sánchez
menciona datos de las exportaciones del petróleo anamita del año 2014.
Para desplegar su análisis, Monreal parte de tres premisas o “aspectos” que según él “deben
ser tenidos en cuenta al abordar el análisis de una reforma económica
como la vietnamita con el objetivo de aprender de ella”. El tercero se refiere a “La comprobación de la veracidad y actualización de los datos.”
Más adelante, aplicando ya sus “aspectos” analíticos al tema de los
recursos naturales vietnamitas, en particular el petróleo, hete aquí que
nuestro economista cree atrapar en falta a nuestro editor. Pues, según
asevera Pedro Monreal, Vietnam se habría convertido “en un importador neto de petróleo”. Y esa categórica afirmación la sustenta en unos datos del 30 de enero de 2018 tomado de http://www.xinhuanet.com/english/2018-01/30/c_136935834.htm).
Ante
esta realidad, carece de especial relevancia que en determinado período
ese país haya importado más petróleo que el que ha exportado. Sobre
todo si obedece a condiciones coyunturales, como el hecho de que en el
momento en que desplomen los precios del crudo, a un país le pueda
resultar más irrentable hacer prospección, extraer, procesar y exportar,
que importar. Una cosa que otra, o viceversa.
Ya
en el 2015 el presidente general de Vietsovpetro, la corporación del
petróleo Vietnam – Rusia, había anunciado que si el precio del petróleo
continuaba cayendo, se interrumpiría la planificación, búsqueda y
explotación de algunos de los yacimientos de hidrocarburos explotados,
así como también se ralentizarían los estudios geológicos de los pozos y
yacimientos con reservas pequeñas, además de los planes de desarrollo
en el sector. Una decisión coyuntural que si alguna relevancia tiene
“para lo que deberíamos aprender de la experiencia vietnamita”, -y en
caso de tener Cuba alguna vez tan abundantes reservas sería, ¡hacer lo mismo!
ante una situación semejante. Brillante lección. Pero se comprende que
la intención del economista es sorprender en falta y agradecerle la
oportunidad de señalarle al adversario el sesgo de los datos y demeritar
su análisis. Al “oficialista” cubano Iroel Sánchez conviene enmendarle
la plana siempre que se presente la ocasión…
En el 2014 Vietnam había exportado 183.600 barriles/día, y había importado en desde el 2012, 2013 y 2014…nada. (Petróleo
total importado en barriles por día (bbl/día), incluidos tanto el
petróleo crudo como los productos derivados del petróleo.) En: https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/
¿Es
un rasgo dominante o definitivo su posterior curva importadora? Y si
así fuera, ¿lo importante y significativo no son sus abundantes reservas
y que en ese “aspecto”, su específica coyuntura, también geopolítica,
ha signado el curso y perfil de sus reformas?
Lo
relevante en este caso, y es lo que sesga analíticamente nuestro
economista al hacer énfasis en la coyuntura importadora, es la relativa
riqueza petrolera de ese país, que es la intención evidente del dato y
los argumentos que maneja Iroel Sánchez.
El
dilema que afrontan los economistas de perfil economicista, y que es un
grave escollo para los neoclásicos, es hacer corresponder “la lista con
el billete” cuando constatan que Cuba “ha tenido un crecimiento
económico promedio bajo” y a la vez “tiene indicadores sociales
–especialmente en educación y salud- que no solamente son superiores a
los de Vietnam sino también a los de varios países desarrollados”. ¿Cómo
se explica ese intríngulis? Uno sospecha que como en este caso no valen
mucho los fundamentos “económicos”, se evaden las razones “políticas”,
culturales y los rasgos cubanos que, pese a todo, apuntan a lo que debe
ser y se va imponiendo cada vez más como un necesario cambio
civilizatorio. Son economistas que le piden a Cuba pagar el precio del
“desarrollo”, estilo Vietnam y China, es decir, las falencias que
menciona Iroel y que no puede menos que aceptar su comentarista.
El
hombre común no puede evitar una confesión de ignorancia supina y
hacerse preguntas: ¿cómo, si el desarrollo económico estilo Vietnam en
tan conveniente, tan sinérgicamente poderoso, sin embargo “el
25% de la población no tiene asegurada la atención médica, el 10% es
analfabeto, la mortalidad infantil es cuatro veces superior a la de Cuba
y más del 50% del empleo urbano es informal, o sea sin contratos ni
jubilación garantizada”? Además, y como nos agrega el economista Monreal, en Vietnam “en
los diez últimos años, el 40% de la población con menores ingresos ha
reducido su participación en el ingreso nacional del 19,33% al 17,28%.”
Y el otro dato, “en una hora, la persona más rica de Vietnam pudiera
ganar 5000 veces más que lo que gasta diariamente el 10% más pobre de la
población en sus necesidades básicas (datos de OXFAM).”
Entonces,
correlativamente, ¿cómo, si el estado de la economía cubana es tan
deplorable, y su sistema tan poco aconsejable, Cuba “tiene indicadores
sociales –especialmente en educación y salud- (pero no sólo en esas áreas, agrego yo)
que no solamente son superiores a los de Vietnam sino también a los de
varios países desarrollados”? Hay algo que no cuadra bien, correlativa y
comparativamente.
Pero el sesgo
a que se refiere el economista tiene otro aspecto, por supuesto. Y es
que señala implícitamente a Iroel Sánchez de sesgo político en el manejo
de los datos.
Insistentemente
algunos necesitan “probar” que pese a los indicadores cubanos conocidos
y reconocidos, algo debe estar muy mal, de todos modos, en el proyecto
cubano, y para constatarlo definitivamente necesitan los datos que
reclaman, los indicadores Palma y Gini, y los índices de pobreza, etc.
Aunque hasta sin ellos, y con los datos positivos que reconocen, de
todas las formas canten a cada rato y de mil modos, el fracaso cubano.
Es decir, se le impone a Cuba una guerra multidimensional de largas
décadas, organismos internacionales objetivos reconocen logros
equiparables a naciones con enormes riquezas y poder, y cuando se
manejan datos de pobreza, desigualdad, etc. ¿de quién será la culpa, y
quién será el responsable? Se puede hacer una crónica de la respuesta
anunciada: del socialismo, y, ergo, es inevitable que asumamos “la
economía de mercado con tendencia socialista”, y que comiencen a correr,
con toda transparencia, las cifras de la desigualdad más humillante,
que es la generada por la explotación y la pérdida de la humana
dignidad. Cuba tiene una pobreza irradiante, o como dijo una vez el
poeta, “somos materialmente pobres”…
Lo
que parece una experiencia que al análisis no le es posible sesgar de
ningún modo, de tan evidente que resulta, es que ese tipo de
“desarrollo” o prosperidad a que aspiran algunos consejeros de Cuba, se
alcanza, en estos tiempos, (no sé qué nos depare una
historia que no se puede adivinar), sólo si se marcha hacia una sociedad
de “ganadores y perdedores”, si se goza de la “enemistad íntima” de los
EEUU, si por alguna razón geoestratégica a la Roma Americana le
interesa el comercio y hasta las relaciones militares con un país, y
comercia, y le abre sus mercados y capitales, cuando años atrás le
cometió el más horrendo y nefando de los genocidios. Ciertamente, para
Cuba no deseo, no deseamos millones de cubanos, ese destino.
Estudiemos
un poco más los intereses de los EEUU en el mar meridional de China, la
contención que se propone levantarle en esa región al empuje de la
influencia del gigante asiático, los roces de intereses vietnamitas con
los chinos en la región y tendremos algunos otros elementos para valorar
las condiciones que ha tenido Vietnam para tomar su propio camino,
desde un país brutalmente masacrado otrora, hasta las alianzas militares
que se ve obligado a tejer con su antiguo agresor. El análisis
holístico (de la totalidad, de las interrelaciones de factores) es mucho
más conveniente para “aprender” de la experiencia ajena que el estrecho
marco económico. Cuba tendrá de los EEUU el tratamiento que merezca,
que impulsen sus intereses, y que le propicien nuestros errores. Hasta
ahora el tratamiento ha sido un breve paréntesis de respeto en medio de
un gran compás de agresión.
Aprendamos
de la experiencia de Vietnam, de cualquier otro país, y, a la vez,
cuidémonos de los análisis sesgados de algunos economistas que creen
saber mucho