Nueva derecha o Stroessner 2.0
Por Juan Manuel karg/ 25 de abril 2018.
La elección de Mario Abdo Benítez es un reflejo de la nueva realidad político-electoral de un Cono Sur que, aún en disputa, busca ser hegemonizado por el arco conservador, en auge tras la llegada de Macri y Temer a Argentina y Brasil. “Marito”, como lo llaman en Paraguay, es el hijo del secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, motivo por el cual jamás condenó –ni siquiera en los últimos años– el accionar de la dictadura paraguaya, aludiendo a un supuesto “poner en contexto” que pretende justificar y/o alivianar los crímenes de lesa humanidad cometidos. Es decir, viene del riñón profundo de la derecha de un país que ya en 2012 tuvo un quiebre abrupto, que fue un parteaguas regional: el golpe a Fernando Lugo bajo la fachada de un “juicio político exprés”.
Tuvo una ventaja electoral innegable: frente a él no competía el obispo y ex presidente sino Efraín Alegre, candidato de la heterogénea alianza Ganar (Partido Liberal Radical Auténtico y Frente Guasú). Abdo también tuvo el apoyo de los medios concentrados de su país, que en dias previos instalaron la idea –en base a encuestadoras que pronosticaban más 20% de distancia– de un triunfo solvente, indiscutible a priori, del Partido Colorado. Además del desánimo electoral que ello pudiera provocar en los no oficialistas, los más de cien mil votos en blanco y nulos –por encima de la diferencia que terminó sacando Abdo– también hicieron su parte en el desenlace que presenciamos.
Con ese contexto previo, la elección entre Abdo y Efraín fue la más pareja desde el retorno a la democracia –apenas 3,7% de diferencia, cerrando una buena elección para la oposición aún a pesar de la derrota– y también la de menor nivel de participación en relación padrón-sufragantes de los últimos 25 años, con casi 40% de abstención. Como se ve, el candidato ganador no enamoró y apenas “salvó la ropa” de los colorados, cuyo triunfo fue rápidamente saludado por el eje Buenos Aires-Brasilia que en la actualidad comandan Macri y Temer, quienes ven en Abdo un sólido aliado para impulsar el acuerdo Mercosur-Unión Europea, y también un presidente sudamericano más para continuar asfixiando a Unasur –que fue precisamente el organismo regional que intentó evitar el golpe a Lugo–, en ambos casos siguiendo las políticas ya implementadas por el saliente Horacio Cartes.
¿Buscará Abdo Benítez ser parte de una una “nueva derecha” regional que ya se demostró errática en DD.HH. y demasiado ortodoxa en lo económico, llevándonos a todos y todas a pensar si hay algo nuevo allí? ¿O directamente intentará apelar al diminutivo de cuna stronista, avanzando incluso un casillero más en el cercenamiento de libertades y derechos? La élite paraguaya lo eligió con un motivo claro: oxigenar a una derecha turbulenta, caótica, que casi pierde la elección aún con todos los resortes fácticos –medios, empresarios, justicia, consultores– a plena disposición. ¿Puede oxigenar a ese espacio político alguien que en pleno domingo de elecciones visitó la tumba de uno de los miembros de la mesa chica de Stroessner, fallecido en 2013 en libertad por la inacción de la justicia paraguaya?
Bien podría ensayarse una pregunta final para este artículo, en base a los dos escenarios antes planteados: ¿existe la posibilidad de surgimiento de una “nueva derecha” –cuyos límites regionales se evidencian bajo reformas laborales y previsionales– bajo un “stronismo 2.0” en Paraguay? Abdo Benítez, el hijo del secretario privado de Stroessner, tendrá en sus manos las respuestas a estos interrogantes. En una América Latina donde el dos veces presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva permanece detenido y el dictador peruano Alberto Fujimori está libre, la elección de Abdo Benítez en Paraguay tras las tropelías de su padre es una imagen potente –y a la vez fatídica– del clima de época regional.
* Politólogo, Facultad de Ciencias Sociales / IIGG UBA. CCC.
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Reflexiones colectivas post electorales y un poco más allá
Por Gabriela Schwartzman Muñoz/ *Resumen Latinoamericano/ 25 de abril 2018.
Aclaración: Estas reflexiones fueron construidas de manera colectiva a partir del debate que se dio en Facebook en relación a algunos posteos míos que luego se ampliaron y enriquecieron con el aporte de varias personas.
Tomando como referencia las últimas 4 elecciones (2003 – 2018) utilizando los datos oficiales del TSJE1 se puede observar que:
La participación electoral mantenía una tendencia ascendente y bajó significativamente (unos 7 puntos porcentuales) en las últimas elecciones.
Una primera aproximación sobre estos datos puede evidenciar que el desgaste de la ANR, aunque lento y no muy lineal, es un hecho y en el 2023 podría ser derrotado. La ciudadanía que no vota es clave, es la que puede marcar la diferencia. Habría que profundizar en las características y compositiva de estos electores que no ejercen el voto, muy probablemente sean jóvenes teniendo en cuenta la proporción de jóvenes en la población de nuestro país.
Otras complejidades no cuantitativas a discutir son: el fraude electoral, el poco protagonismo de las mujeres (de 9 candidaturas ninguna candidata a la presidencia ni vice presidencia), el desinterés aparente en la participación electoral de las nuevas generaciones, el financiamiento de las campañas que incide directamente en los resultados, la manipulación de la información mediática, las dinámicas territoriales en las regiones de la soja, del narcotráfico, de la ganadería, etc., la coyuntura regional tanto política como económica, la cultura política stronista que nunca se fue entre otros factores.
En otro plano, los partidos del espectro progresista3 pasaron de 10 bancas (6 Frente Guasu y 4 Avanza País) a 6 bancas (Frente Guasu). Es llamativo que en la Cámara de Diputados no habrá representantes de estos partidos. En contrapartida, emergen y se fortalecen en el escenario político nuevos y viejos partidos conservadores como Hagamos, PPQ, PEN y otros. Con 13 Gobernaciones coloradas y ningún/a diputado/a de estos partidos progresistas en los territorios se va a sentir un importante repliegue para los sectores populares.
¿Y más allá de lo electoral?
Observando las fichas en todos los niveles quizás el gran debate post electoral, desde una perspectiva de izquierda, sería la necesidad de construir un proyecto político capaz de disputar y transformar el poder político.
Una de las líneas de ese proyecto estratégico podría ser desarrollar la alternativa agroecológica en Paraguay.
Para esto necesitaríamos construir una plataforma política en la cual se articulen movimientos campesinos, partidos políticos progresistas y organizaciones sociales, desde la cual se pueda pensar estratégicamente la construcción de una nueva correlación de fuerzas y un proyecto contra hegemónico.
Una condición de origen fundamental para tal proyecto es el reconocimiento de la matriz patriarcal del actual modelo económico productivo predominante, en el cual se ejerce una relación jerarquizada y de dominación entre el hombre, la mujer y la naturaleza. Empezar reconociendo que en nuestra historia de conquista y colonización, la acumulación originaria de la clase privilegiada se dio mediante la expropiación de las tierras y la explotación de las mujeres indígenas, y que a lo largo de los siglos se ha invisibilizado el trabajo y los saberes de las mujeres rurales para la creación y recreación de la vida.
Esta plataforma política podría trabajar desde los comités de base, los distritos hasta el nivel nacional el recupera miento de nuestras tierras para la agroecología, las malhabidas, las tierras que campesinos e indígenas están arrendando por necesidad a extranjeros.
Se podrían implementar estrategias para desalojar a los cultivos que invaden ilegalmente las franjas destinadas a bosques protectores de cauces de agua y a los cultivos que no respetan las distancias establecidas alrededor de las zonas urbanas, llegando a rodear las escuelas y las comunidades.
En articulación con los Municipios se podría lograr que en los planes de ordenamiento territorial no quepan más monocultivos ni veneno, así como lo hizo el distrito de La Pastora en Caaguazú.
Desde los jóvenes y las mujeres se podría formar una gran red de formadores populares de agro ecología para capacitar y acompañar las comunidades campesinas.
Por otro lado, trabajar en las ciudades el consumo responsable de productos agro ecológicos, multiplicar ferias en todos los barrios, fortalecer el mercado justo para estos productos.
Más allá de la desesperanza y la frustración la lucha continúa y no hay tiempo que perder.
1 Los datos del 2018 son preliminares proporcionados por el TREP. TSJE.
2 Los datos del TREP están en este miemnto siendo cuestiinados por la cantidad de
3 Puede discutirse quienes conforman este espectro progresista, en este análisis se incluyen al Frente Guasu y Avanza País por ser las coaliciones de izquierda o centro izquierda que aglutinan a partidos y movimientos de esta tendencia.
*Fuente: E’a