Posted: 21 Apr 2018 07:00 AM PDT
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Autor: Diony Sanabia y Prensa Latina
Washington, Estados Unidos. Cuando hace casi 1 año el presidente estadunidense, Donald Trump, despidió a James Comey como director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), comenzó una historia cuyos momentos de elevado dramatismo se repiten constantemente.
Aquella decisión del mandatario republicano, el 9 de mayo de 2017, sorprendió a muchos, generó gran controversia, y los medios de comunicación consiguieron un tema de casi permanente presencia en sus agendas.
En un reciente capítulo de este asunto, en el cual nunca faltan las especulaciones y los criterios de diversas voces, el jefe de la Casa Blanca negó que Comey fuera sacado de su puesto por la pesquisa sobre las elecciones presidenciales estadunidenses de 2016.
Tal investigación, con Comey al frente, indagaba, y ahora también lo hace pero bajo la guía del fiscal especial Robert Mueller, sobre la presunta injerencia de Rusia en los comicios.
Asimismo, averigua acerca de la supuesta relación entre el equipo de campaña de Trump y el país euroasiático, algo que ambas partes han negado innumerables veces.
“El resbaladizo James Comey, el peor director del FBI en la historia, no fue despedido por la falsa investigación de Rusia, en la que, por cierto, no hubo colusión (excepto por los demócratas)”, apuntó el presidente el 18 de abril en su cuenta personal de la red social Twitter.
Después de ese paso, la Casa Blanca citó inicialmente una recomendación del subsecretario de Justicia, Rod Rosenstein, primera autoridad en el asunto a partir de que el fiscal general, Jeff Sessions, decidió recusarse al respecto.
Rosenstein criticó la forma en la cual Comey condujo la investigación sobre el uso de un servidor privado de correo electrónico por parte de la entonces secretaria de Estado y candidata presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton.
Sin embargo, el presidente declaró luego a la cadena NBC News que estaba pensando “en lo de Rusia” cuando decidió despedir a Comey pues se trataba de una historia inventada por los demócratas “por haber perdido una elección que debían haber ganado”.
Trump aseguró entonces que, más allá de la recomendación de Rosenstein, él ya pretendía actuar como lo hizo.
A juicio del diario The Washington Post, para el presidente resulta importante destacar que Comey no fue despedido por el tema de los comicios, pues se rumora que Mueller está indagando si el mandatario procedió de ese modo para acabar con la investigación.
Según la publicación, existe un problema con el tuit de Trump: una fuente prominente del gobierno ya proporcionó evidencia sólida de que la pesquisa sobre la supuesta interferencia rusa fue exactamente la razón para tal despido.
Trump renovó sus ataques verbales contra Comey, quien también ha respondido y acapara atención en medios de prensa tras la salida al mercado el pasado 17 de abril de su libro Una lealtad mayor: verdad, mentiras y liderazgo.
Increíblemente, James Comey afirma que las encuestas, en las cuales la “torcida” Hillary Clinton era líder, fueron un factor en el manejo estúpido de la investigación sobre los correos electrónicos en el servidor privado de la excandidata presidencial demócrata, tuiteó Trump.
En otras palabras, agregó el gobernante, él estaba tomando decisiones basadas en el hecho de que pensaba que Clinton iba a ganar, y quería un trabajo.
Comey asegura en su obra, de más de 400 páginas, que Clinton ganaría los comicios de noviembre de 2016 y por eso anunció la reapertura de la pesquisa acerca de dichos emails.
Al exdirector del FBI le preocupaba que, si Clinton llegaba a la Casa Blanca, esa agencia federal iba a ser criticada fuertemente por no haber investigado a fondo el caso.
Las grandes preguntas en el libro mal revisado de Comey no son respondidas, puntualizó el jefe de la Casa Blanca, quien a continuación expuso varias interrogantes.
¿Cómo es que dejó la información clasificada?, ¿por qué mintió al Congreso?, ¿por qué el Comité Nacional Demócrata se negó a dar el servidor al FBI?, ¿por qué los memorandos falsos, los 700 mil dólares de McCabe (Andrew, subdirector del FBI) y más?, cuestionó.
“Nunca le pedí lealtad personal a Comey. Apenas si conocía a este tipo. Sólo otra de sus muchas mentiras. ¡Sus memorandos son autoservicios y falsos!”, recalcó Trump.
En su opinión, “el resbaladizo Comey, un hombre que siempre termina mal y fuera de control (¡no es inteligente!), pasará a ser el peor director del FBI en la historia, ¡por mucho!”.
Antes, Trump calificó a Comey de débil, mentiroso y persona despreciable, señaló que filtró información clasificada, por lo cual debería ser procesado, y mintió al Congreso bajo juramento.
Prácticamente todos en Washington pensaron que debía despedirlo por el terrible trabajo que hizo, afirmó Trump en la plataforma de microblogging.
Su manejo del caso de Clinton, y los eventos que lo rodean, pasarán a ser uno de los peores “trabajos de chapucería” de la historia, opinó.
“¡Fue un gran honor despedir a James Comey!”, consideró Trump, quien aparentemente está afectado por las acusaciones del extitular del FBI en el mencionado volumen.
En ese texto, del cual se filtraron algunas partes a la prensa antes de su salida a la luz, Comey sostuvo que Trump es un mentiroso inveterado y somete su entorno a un código de lealtad que hace pensar en un “jefe de la mafia”.
Las reuniones con Trump me trajeron “recuerdos de mi anterior carrera como fiscal contra la mafia”, acotó Comey.
“El círculo silencioso de asentimiento. El jefe en completo control. Los juramentos de lealtad. El Estados Unidos versus el resto del mundo. Mentir sobre todo, lo grande y pequeño, en servicio de algún código de lealtad que pone a la organización sobre la moralidad y la verdad”, detalló.
Para Comey, el gobernante carece de ética, está desconectado de la verdad y los valores institucionales, y su liderazgo es transaccional, impulsado por el ego, y sobre lealtad personal.
De acuerdo con un artículo del periódico The New York Times, “los principales temas que Comey repasa a lo largo de su libro son las consecuencias tóxicas de la mentira y los efectos corrosivos de preferir la lealtad de un individuo a la verdad y el Estado de derecho”.
Ese volumen, planteó el diario, carece de un análisis jurídico riguroso y revela pocos datos duros sobre pesquisas del FBI o de Mueller.
Lo que sí ofrece a los lectores, resaltó, son recuentos casi cinematográficos de cuando Trump le exigió lealtad a Comey, lo presionó para que desestimara una indagación sobre el exasesor de seguridad nacional Michael Flynn o le preguntó qué podía hacer para “levantar la nube” de la investigación rusa.
Con motivo de la obra, el autor también ha sido criticado por medios de comunicación y analistas, los cuales cuestionan sus propósitos y sostienen que, pese a las denuncias contra Trump y políticos republicanos y demócratas, él mismo no es un héroe.
Trump y Comey harían bien en tomar algunas páginas del libro de estrategias de Mueller sobre el silencio, la paciencia y la humildad, sugirió un trabajo de opinión en la página digital de la cadena CNBC.
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Autor: Diony Sanabia y Prensa Latina
Washington, Estados Unidos. Cuando hace casi 1 año el presidente estadunidense, Donald Trump, despidió a James Comey como director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), comenzó una historia cuyos momentos de elevado dramatismo se repiten constantemente.
Aquella decisión del mandatario republicano, el 9 de mayo de 2017, sorprendió a muchos, generó gran controversia, y los medios de comunicación consiguieron un tema de casi permanente presencia en sus agendas.
En un reciente capítulo de este asunto, en el cual nunca faltan las especulaciones y los criterios de diversas voces, el jefe de la Casa Blanca negó que Comey fuera sacado de su puesto por la pesquisa sobre las elecciones presidenciales estadunidenses de 2016.
Tal investigación, con Comey al frente, indagaba, y ahora también lo hace pero bajo la guía del fiscal especial Robert Mueller, sobre la presunta injerencia de Rusia en los comicios.
Asimismo, averigua acerca de la supuesta relación entre el equipo de campaña de Trump y el país euroasiático, algo que ambas partes han negado innumerables veces.
“El resbaladizo James Comey, el peor director del FBI en la historia, no fue despedido por la falsa investigación de Rusia, en la que, por cierto, no hubo colusión (excepto por los demócratas)”, apuntó el presidente el 18 de abril en su cuenta personal de la red social Twitter.
Después de ese paso, la Casa Blanca citó inicialmente una recomendación del subsecretario de Justicia, Rod Rosenstein, primera autoridad en el asunto a partir de que el fiscal general, Jeff Sessions, decidió recusarse al respecto.
Rosenstein criticó la forma en la cual Comey condujo la investigación sobre el uso de un servidor privado de correo electrónico por parte de la entonces secretaria de Estado y candidata presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton.
Sin embargo, el presidente declaró luego a la cadena NBC News que estaba pensando “en lo de Rusia” cuando decidió despedir a Comey pues se trataba de una historia inventada por los demócratas “por haber perdido una elección que debían haber ganado”.
Trump aseguró entonces que, más allá de la recomendación de Rosenstein, él ya pretendía actuar como lo hizo.
A juicio del diario The Washington Post, para el presidente resulta importante destacar que Comey no fue despedido por el tema de los comicios, pues se rumora que Mueller está indagando si el mandatario procedió de ese modo para acabar con la investigación.
Según la publicación, existe un problema con el tuit de Trump: una fuente prominente del gobierno ya proporcionó evidencia sólida de que la pesquisa sobre la supuesta interferencia rusa fue exactamente la razón para tal despido.
Trump renovó sus ataques verbales contra Comey, quien también ha respondido y acapara atención en medios de prensa tras la salida al mercado el pasado 17 de abril de su libro Una lealtad mayor: verdad, mentiras y liderazgo.
Increíblemente, James Comey afirma que las encuestas, en las cuales la “torcida” Hillary Clinton era líder, fueron un factor en el manejo estúpido de la investigación sobre los correos electrónicos en el servidor privado de la excandidata presidencial demócrata, tuiteó Trump.
En otras palabras, agregó el gobernante, él estaba tomando decisiones basadas en el hecho de que pensaba que Clinton iba a ganar, y quería un trabajo.
Comey asegura en su obra, de más de 400 páginas, que Clinton ganaría los comicios de noviembre de 2016 y por eso anunció la reapertura de la pesquisa acerca de dichos emails.
Al exdirector del FBI le preocupaba que, si Clinton llegaba a la Casa Blanca, esa agencia federal iba a ser criticada fuertemente por no haber investigado a fondo el caso.
Las grandes preguntas en el libro mal revisado de Comey no son respondidas, puntualizó el jefe de la Casa Blanca, quien a continuación expuso varias interrogantes.
¿Cómo es que dejó la información clasificada?, ¿por qué mintió al Congreso?, ¿por qué el Comité Nacional Demócrata se negó a dar el servidor al FBI?, ¿por qué los memorandos falsos, los 700 mil dólares de McCabe (Andrew, subdirector del FBI) y más?, cuestionó.
“Nunca le pedí lealtad personal a Comey. Apenas si conocía a este tipo. Sólo otra de sus muchas mentiras. ¡Sus memorandos son autoservicios y falsos!”, recalcó Trump.
En su opinión, “el resbaladizo Comey, un hombre que siempre termina mal y fuera de control (¡no es inteligente!), pasará a ser el peor director del FBI en la historia, ¡por mucho!”.
Antes, Trump calificó a Comey de débil, mentiroso y persona despreciable, señaló que filtró información clasificada, por lo cual debería ser procesado, y mintió al Congreso bajo juramento.
Prácticamente todos en Washington pensaron que debía despedirlo por el terrible trabajo que hizo, afirmó Trump en la plataforma de microblogging.
Su manejo del caso de Clinton, y los eventos que lo rodean, pasarán a ser uno de los peores “trabajos de chapucería” de la historia, opinó.
“¡Fue un gran honor despedir a James Comey!”, consideró Trump, quien aparentemente está afectado por las acusaciones del extitular del FBI en el mencionado volumen.
En ese texto, del cual se filtraron algunas partes a la prensa antes de su salida a la luz, Comey sostuvo que Trump es un mentiroso inveterado y somete su entorno a un código de lealtad que hace pensar en un “jefe de la mafia”.
Las reuniones con Trump me trajeron “recuerdos de mi anterior carrera como fiscal contra la mafia”, acotó Comey.
“El círculo silencioso de asentimiento. El jefe en completo control. Los juramentos de lealtad. El Estados Unidos versus el resto del mundo. Mentir sobre todo, lo grande y pequeño, en servicio de algún código de lealtad que pone a la organización sobre la moralidad y la verdad”, detalló.
Para Comey, el gobernante carece de ética, está desconectado de la verdad y los valores institucionales, y su liderazgo es transaccional, impulsado por el ego, y sobre lealtad personal.
De acuerdo con un artículo del periódico The New York Times, “los principales temas que Comey repasa a lo largo de su libro son las consecuencias tóxicas de la mentira y los efectos corrosivos de preferir la lealtad de un individuo a la verdad y el Estado de derecho”.
Ese volumen, planteó el diario, carece de un análisis jurídico riguroso y revela pocos datos duros sobre pesquisas del FBI o de Mueller.
Lo que sí ofrece a los lectores, resaltó, son recuentos casi cinematográficos de cuando Trump le exigió lealtad a Comey, lo presionó para que desestimara una indagación sobre el exasesor de seguridad nacional Michael Flynn o le preguntó qué podía hacer para “levantar la nube” de la investigación rusa.
Con motivo de la obra, el autor también ha sido criticado por medios de comunicación y analistas, los cuales cuestionan sus propósitos y sostienen que, pese a las denuncias contra Trump y políticos republicanos y demócratas, él mismo no es un héroe.
Trump y Comey harían bien en tomar algunas páginas del libro de estrategias de Mueller sobre el silencio, la paciencia y la humildad, sugirió un trabajo de opinión en la página digital de la cadena CNBC.