Investigadores descubrieron que
estos ciclos coinciden con varios de los acontecimientos que han
afectado tanto a la atmósfera como a la vida en el planeta.
Alejandro Faría
Los
grandes cambios climáticos del planeta coinciden con este fenómeno
astronómico
Los cambios atmosféricos a gran escala a lo largo de los más de cuatro
mil años que tiene la Tierra se deben, casi en su mayoría, al movimiento
que hace alrededor del Sol, que tiene una forma elíptica.
Sin
embargo, gracias a la atracción gravitacional que ejercen los planetas
Júpiter y Venus, se modifica un 5% provocando que sea casi redonda y
modificando la cantidad de luz que llega desde la estrella.
“Un
alejamiento o un acercamiento del Sol, produce enfriamiento o
calentamiento de la atmósfera, lo que implica glaciaciones o sequías a
escala planetaria. El clima global de la Tierra depende de la radiación
solar incidente”, afirmó el doctor Pedro Grima-Gallardo, presidente del
Centro de Investigaciones de Astronomía (CIDA), ubicado en el estado
Mérida.
El equipo de investigación de la
Universidad de Rutgers, en los Estados Unidos, reveló que a mitad del
ciclo, es decir, cada 202.500 años la Tierra comienza a sentir los
efectos de esta variación en la órbita.
Además,
los investigadores descubrieron que estos ciclos coinciden con varios
de los acontecimientos que han afectado tanto a la atmósfera como a la
vida en el planeta, como por ejemplo la extinción de los dinosaurios y
la posterior aparición de los mamíferos.
El mismo estudio afirma que actualmente la Tierra se encuentra en la
mitad de dicho periodo.
Sin embargo, tales
cambios ocurren en una escala de tiempo muy grande, lo que significa que
es muy poco probable que una persona pueda presenciar tales efectos.
“El
tiempo universal es muy diferente al tiempo humano. Cuando hablamos de
períodos cíclicos de 405.000 años caemos en cuenta que el calendario
moderno apenas registra con cierta precisión los últimos dos mil años”,
precisó el presidente del CIDA.
Efectos
gravitacionales de Júpiter y Venus
Júpiter ejerce su fuerza de atracción contra la Tierra debido a que este
es el planeta más grande del Sistema Solar, lo que significa que su
campo gravitacional es inmenso y atrae a los cuerpos celestes con mayor
intensidad.
Por otro lado, Venus, al ser el
planeta que más cercano a la Tierra, provoca un efecto similar. El
doctor Grima-Gallardo afirma que “desde principios del siglo XX se sabe
que la órbita de la Tierra cambia de casi circular a elíptica
(alrededor de un 5% de alargamiento) cada 405.000 años”.
A
pesar que desde el siglo pasado se sabía que la órbita de la Tierra
cambia en esa cantidad de años, no fue sino hasta la publicación de la
Academia Nacional de Ciencias que se pudo comprobar que tales efectos se
deben a los tirones gravitacionales de ambos planetas.
Anteriormente
aseguraban que dicho ciclo había empezado a suceder hace apenas 50
millones de años, pero gracias a los descubrimientos hechos por la
Universidad de Rutgers, se sabe que dichos ciclos han estado activos
desde hace más de 205 millones de años, lo que coincide con el
nacimiento de los mamíferos en el planeta o el rompimiento del súper
continente Pangea.
Estudio de rocas en Nueva Jersey y Arizona.
Para
llegar a la conclusión de la incidencia de las órbitas de Júpiter y
Venus sobre la atmósfera de la Tierra fue necesario, además de los
estudios orbitales de dichos planetas, el análisis de unos materiales
geológicos en Nueva Jersey y en Arizona, en los Estados Unidos.
Encontraron
en las rocas que existe una alternancia visible entre los periodos
secos y húmedos por los cuales ha pasado la Tierra durante millones de
años y al hacer un estudio más profundo descubrieron que dichas
alternancias coinciden con el hecho de que el ciclo de 405.000 años
potencia a gran escala los efectos en el clima del planeta.
“Estos
cambios climáticos están directamente relacionados con la forma en que
la Tierra orbita al Sol y ligeras variaciones en la luz solar que llega a
la Tierra, lo que provoca cambios atmosféricos y ecológicos”, detalló
el doctor Gallardo.
Los resultados de este estudio permiten tener un panorama mucho más
amplio sobre el conocimiento del Sistema Solar, los movimientos de cada
uno de los planetas que puedan tener algún efecto en la vida terrestre.
Además,
provee una mejor visión en temas como el paleoclima, el estudio de los
fósiles hasta el mismo nacimiento y evolución de la vida en la Tierra.
“Quizás
algún día alguien podría probar que la vida humana solo fue posible
gracias a estos cambios”, apuntó Grima-Gallardo sobre el estudio
realizado por la Academia Nacional de Ciencias.