
Tuve la
oportunidad de compartir con el Presidente Chávez muchos temas. No siempre
estábamos de acuerdo, pero siempre disfrute la discusión. Chávez no era fácil,
de fuerte personalidad, convencido de sus creencias, consultaba mucho a libros
y personas para llegar a sus conclusiones. Conocía de todos los temas, citaba
autores y siempre tenía una respuesta clara y convincente. Estos son, entre
otros, algunos de los temas que abordamos.
Un
mundo multipolar.
El
Hombre se alimenta de utopías. Una de ellas es el mundo multipolar del que
tanto hablaba Chávez, en contraposición al mundo unipolar que pretende el
Imperio dominante. Yo defendía (y defiendo) la tesis de que el mundo actual se
debate entre dos utopías: el capitalismo y el comunismo. Curiosamente, de
llegarse a materializarse alguna de ellas, veríamos la desaparición del Estado,
tal como lo conocemos actualmente. En el capitalismo, el Estado sería
sustituido por el Mercado y en el comunismo por el Estado Comunal, por la
Ciudadanía. El capitalismo tuvo su máximo auge a finales del siglo XIX, con la
Revolución Industrial, teniendo como líder al Imperio Británico, evolucionando
a mediados del siglo XX hacia el capitalismo anglosajón con el protagonismo de Estados
Unidos, sin embargo, éste último se considera más bien “mercantilista”, por el
fuerte intervencionismo del Estado para proteger las grandes corporaciones. Por
su lado el comunismo aparece con fuerza a principios del siglo XX, con la
Revolución Soviética, se fortalece a mediados de ese mismo siglo con la
Revolución China y se tropicaliza con la Revolución Cubana. Hoy, en el primer
cuarto del siglo XXI, observamos un capitalismo guerrerista en decadencia y un
comunismo basado en el comercio en pleno auge. Solo se discute en qué año China
superará a Estados Unidos, pues eso se considera un fait accompli.
No tengo duda de quién será el vencedor del enfrentamiento entre estas
dos utopías y pronostico un fin de siglo dominado por el comunismo.

La
Educación “Superior”.
A
propósito de la propuesta Ley de Educación Universitaria (LEU), sancionada por
la Asamblea Nacional el 23 de diciembre del 2012, el Presidente Chávez me
solicitó la opinión. Yo estaba contento que se hubiese cambiado el adjetivo de
“Superior” por “Universitaria”. Pero quería ir más allá. Indagué y encontré que
en muchos países no existía una ley especial para la educación universitaria
pues esa distinción traía implícita la desagradable discriminación hacia la
educación primaria y secundaria. Fui entonces mucho más allá, le propuse que la
educación universitaria debía legislarse desde la Ley Orgánica de Educación,
que debería haber una sola escala de salarios para todos los educadores, que el
Consejo nacional de Universidades debería desaparecer porque el Estado no tenía
que pedirle permiso a un cuerpo conformado por representantes de las
universidades nacidas en la colonia y representativas de las más rancias
oligarquías para crear nuevas universidades o legislar en el tema educativo. El
Presidente no consideró necesario responderme, simplemente vetó la LEU el 4 de
enero del 2012.
Ciertamente
se hace necesaria una reforma del sistema educativo, no solamente de la Ley de
Universidades. Quizás en el 2012 no era el momento de asumir ese titánico reto
que representa una reforma integral del sistema educativo, no sé tampoco si
este es el momento o habrá que esperarse todavía más. Venezuela está pariendo
un nuevo país que sustituirá a la Venezuela rentista petrolera que nació en
1917 y se ha mantenido durante cien años. Un parto doloroso, como todos los
partos, que culminará con la alegría del recién llegado.
Ciencia
y Política Científica
El
Presidente Chávez era un amante de la ciencia, un visionario de la Venezuela
del futuro. De él fue la iniciativa de incluir en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (CRBV) un artículo donde el Estado reconoce
a la ciencia, la tecnología y la innovación como un asunto de interés público,
lo que implicaba también su deseo de que la ciencia tuviera una repercusión
directa en el desarrollo social del país. Nacionalizó la CANTV consciente que
los nuevos retos en comunicación requerían de una empresa al servicio de todos
y no solo de sus dueños privados. Creo el FONACIT para que apoyara también a los
proyectos de innovación. Creó el programa de estímulo a la investigación y la
innovación (PEII). Gracias a él tenemos una Agencia Bolivariana para las
Actividades Espaciales (ABAE) que ha permitido el lanzamiento de tres satélites
mediante el Convenio Binacional con la República Popular China. Permitió la
creación de una fábrica de teléfonos celulares, VTELCA. Y de nuevo gracias a su
iniciativa se han repartido entre los escolares del país tres millones de
computadoras Canaima. Lo anterior es solo una parte de su gran plan para
convertir a Venezuela en una potencia en el siglo XXI.
Chávez
entendió perfectamente la diferencia entre ciencia y política científica. La
ciencia la hacen los científicos, los académicos, mientras que la política
científica le corresponde fundamentalmente al Estado y más concretamente aún, a
su Presidente. He repetido en muchos foros el ejemplo de Francia, cuando el
mandatario Charles De Gaulle tomó la decisión de que Francia fuera una potencia
nuclear y creó el fondo necesario para lograrlo; efectivamente, hoy Francia es
la primera potencia en conocimiento de la utilización de la energía nuclear
para fines pacíficos. Fue la decisión de un estadista, no la de un científico
que hizo posible tamaña hazaña.
El PSUV
El
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) fue fundado hace 10 años, el 14 de
marzo de 2008, por iniciativa del líder de la Revolución Bolivariana, el
Comandante Hugo Chávez, como vanguardia en las luchas del poder popular
por la inclusión, la igualdad y la justicia social. Cuando me enteré de esa
iniciativa me acordé de un informe que estudié en mi juventud: “Los tres
instrumentos de la Revolución Bolivariana” cuyo autor fue Argimiro
Gabaldón alias Comandante Carache, conductor del Frente
Guerrillero de Liberación Nacional Simón Bolívar o “Libertador”, perteneciente
a las Fuerzas Armadas de Liberación
Nacional (FALN). En dicho informe se
establecía que los tres instrumentos de la Revolución venezolana eran el
Partido, el Frente y el Ejército. Así fueron creados: el Partido de la
Revolución Venezolana (PRV), un partido de cuadros (no de masas); el Frente de
Liberación Nacional (FLN), un frente que aglutinara todas las tendencias de izquierda
para el trabajo social y de apoyo logístico a las Fuerzas Armadas de Liberación
Nacional (FALN), el brazo armado de la Revolución. Para nosotros, jóvenes
militantes revolucionarios, ese documento se convirtió en una Biblia; nosotros,
estudiantes de Liceo, éramos parte del FLN. No teníamos el nivel para militar
en el PRV, pues para pertenecer a él debíamos alcanzar el nivel de “cuadros” y
pasar a ser militantes de la Revolución las veinticuatro horas del día. Tampoco
formábamos filas en las FALN, aunque recibíamos un elemental entrenamiento
paramilitar (en una ocasión me dieron una pistola Luger9mm para que
protegiera al Comandante Francisco Prada en una visita que realizó a Mérida; yo
tenía apenas quince años). Regresando al tema de la creación del PSUV, le
escribí a mi colega Adán Chávez, físico como yo y compañero de estudios en el
departamento de Física de la ULA; en esa época todavía no conocía personalmente
al Presidente Chávez y seguramente, tampoco me habría atrevido a hacerle llegar
mi preocupación, la cual consistía, fundamentalmente en : a) el modelo de PSUV
no se correspondía con lo que habíamos estudiado en el documento de Gabaldón, y
b) ¿quiénes serían sus militantes?, pues ya nos habíamos dado cuenta que entre
nuestras filas había muchos cuarto-republicanos de franela roja. Con respecto a
la primera decidí seguir a Chávez con fe ciega seguro que él sabía mejor que yo
lo que era mejor para el país, así que me inscribí en el PSUV; con respecto a
la segunda, me dije a mi mismo que no teníamos alternativa en un país donde
hace apenas unos años el 95% de la población votaba por AD y COPEI.
Al filo
del tiempo creo que los dos teníamos razón.

La
UNELLEZ
Una
mañana de diciembre 2004 me dieron la noticia que Adán Chávez me había
propuesto como nuevo Rector de la UNELLEZ. De la UNELLEZ yo no sabía
absolutamente nada, excepto que la sede quedaba en Barinas. El tres de enero
viaje a Barinas y me encontré con una universidad en caótica situación. La
universidad estaba tomada y el Secretario aparecía en primera plana del diario
De Frente declarando que el nuevo rector pasaría sobre su cadáver. Me
entrevisté con el Secretario General de Gobierno, Ing. Argenis Chávez, y le
pregunté cuál era mi equipo de trabajo. Me contestó que no tenían a nadie y que
debía traerlo yo. Durante una semana, a razón de diez reuniones diarias, hablé
con profesores, empleados, estudiantes, prensa, televisión, cuerpo de
seguridad, cuerpo de bomberos, incluso con personas que yo no sabía ni quiénes
eran. Así poco a poco me fui empapando de la terrible situación conflictiva en
que me había metido: estaban sacando a un rector muy chavista que aparentemente
había cometido una infinidad de exabruptos y que estaba apoyado por el chavismo
radical. Otros chavistas apoyaban el cambio de rector y a empujones
(literalmente) me introdujeron en el rectorado pasando por encima de un grupo
de estudiantes acostados en las escaleras. El once de enero logré hacer mi
primer consejo directivo con las autoridades que yo sabía debía cambiar en los
próximos días.
Para
esa época todavía no conocía personalmente al Presidente Chávez pero sabía que
contaba con su apoyo, según me comentaba mi hija, su secreta compañera
sentimental. Durante dos años traté de dirigir la UNELLEZ de la mejor manera
posible. Asumí su municipalización. Les devolví a los investigadores el
presupuesto que el anterior rector había desviado hacia otros fines. Me traje a
José Rodríguez (Sant Roz) para que se encargara de la Oficina de Información y
creara “Surcos” el periódico de la UNELLEZ. Me traje al cineasta Tarik Souki
para que se encargara de Cultura y creara la Cinemateca. Inauguramos el
edificio de la nueva biblioteca. Le propusimos al gobernador, el Maestro
Chávez, padre de Hugo Chávez, la construcción de la Ciudad Universitaria de
Barinas, un proyecto de doscientos millones de bolívares para la época que
habría transformado completamente la ciudad de Barinas. Desafortunadamente se
opusieron al proyecto personajes que militaban en la Revolución pero que
prontamente saltaron la talanquera. A los dos años de gestión fui destituido
por el Ministro de turno sin mediar palabra alguna mediante decreto en Gaceta
Oficial. Ni siquiera pude entrar a mi oficina a recoger mis objetos personales,
la UNELLEZ había sido tomada de nuevo por el chavismo radical.
Lo
sfumato
En
Chávez no todo fue político. En los momentos terribles de su enfermedad
encontró refugio en la pintura. Excelente dibujante, Chávez asombró a propios y
extraños con sus obras. Yo no sabía que tenía esas capacidades, que casualmente
coincidían con uno de mis pasatiempos más querido. Él sabía por mi hija que yo
pintaba y aproveché para hablarle del sfumato de Leonardo
DaVinci, una técnica que consiste en desenfocar levemente el dibujo con los
dedos o un trapo, o también después de la terminación, a través de un velo
ligero y homogéneo de color diluido en el aglutinante con el objetivo de
suavizar las características faciales o, en el caso de los paisajes, reducir la
nitidez de los perfiles de las montañas u objetos distantes para recrear el
efecto de desenfoque causado, a distancia, de la humedad atmosférica. También
le hice llegar algunos de mis libros de pintura.
Echo mucho de menos a Chávez. El día de su
desaparición física, todos en la casa lloramos desconsoladamente. Pasó mucho
tiempo antes que pudiéramos recordarlo sin que se nos quebrara la voz y aun hoy
tengo que hacer un esfuerzo enorme para que no me suceda.