El viaje al
Foro de Negocios en Estambul y la participación del Presidente Maduro en ese
evento, ha sido calificado por él como el
inicio de una relación “modélica” para el “nuevo comienzo” ya anunciado un día
después de las últimas elecciones presidenciales. Los empresarios turcos han
puesto el ojo en el oro y en el turismo. “Venezuela pudiera ser la primera
reserva de oro en el mundo”, dijo el Presidente. El oro venezolano ya está entramado en el
tejido de la fina tela persa, de donde nacen las alfombras voladoras y surcan
distintas edades de la historia de la humanidad y continentes. Entre Europa y
Asia no hay sino un trecho con estas maravillas, y si hay oro, pues que no se
habla más: nos vamos a Venezuela ya, por ahora en los espléndidos aviones de
Turkish Airlines y llegamos a nuestra común base de operaciones a hablar en
tierra firme.
Mientras el
Presidente estuvo tan lejos del mundo real (nada maravilloso) venezolano, llama
la atención (aunque no debería sorprendernos) el anuncio de la Vicepresidenta
Rodríguez sobre el arranque en seis meses, finalmente, del Plan del Agua y el
abordaje en forma de los servicios públicos en el país.
El Plan del
Agua había caído también en el saco de las cosas postergadas. Hoy sale a flote
nuevamente, a pocos días de realizarse el Congreso del Psuv y con la
congelación de los llamados precios acordados en el Plan 50.
También, es
digno destacar la opinión de Julio Escalona, su artículo sobre el silencio
ruidoso, que es lo más parecido a un monólogo, pues hasta dónde yo sepa, nadie
ha tomado cuenta sus opiniones. Dice Escalona:
“Hemos hecho críticas
constructivas, propuestas, alertas sobre peligros y eventuales errores, en fin,
varios hemos tratado, como constituyentes, de cumplir con un mandato del
pueblo. Pero nos enfrentamos a un muro de indiferencia. Que parece inspiró a
Roberto Malaver en su artículo, “Escuchando”, del que soy solidario”.
¿Alguien
recuerda el artículo de Roberto Malaver?
Es una
queja, otra más, un –también- soliloquio que se va acumulando a otros y a
declaraciones, pero también a hechos reales: la crisis de los hospitales, de
los medicamentos, la usura imparable de los comerciantes, la tortura de los
precios de los útiles escolares de nuestros hijos, la paciencia alterada de la
gente frente a diversas enfermedades, unas más graves que otras, unas más
históricamente terribles que otras, unas más políticamente y transcendentales
que otras.
Dice Julio: “Nueve meses hablando de precios acordados,
pero los precios aumentan todos los días y no hay salario que permita a mucha
gente el consumo mínimo de calorías. Eso es lógico, pues los grandes
empresarios, coaligados con Trump, lo que quieren es derrocar al gobierno, no
resolverle problemas al pueblo. ¿No será que simulan una negociación para
arrancarle concesiones al gobierno? ¿En fin, no se acuerdan precios porque se
acepta que el mercado los equilibrará? ¿No se combate la especulación, que
sobreacumula capital porque se supone ilusoriamente que esos excedentes de
capital serán invertidos en la producción de bienes y servicios que se
“derramarán” sobre la sociedad?”.
La calle es un megáfono imposible de apagar.
Muchos nos preguntamos qué va a ocurrir en los próximos días. Qué van a discutir
en el Congreso. Qué va a ser la nueva Constituyente frente a la emergencia que
vivimos.
Alguien que tenga un ejemplar del Plan de la
Patria de Chávez, que lo reproduzca en multígrafo y por ahí nos iremos hasta
llegar al Golpe de Timón.