Venezuela rechazó la invitación formulada por el jefe del régimen brasileño, Heil Bolsonaro a su toma de posesión este primero de enero.
De acuerdo al texto enviado por el canciller venezolano, Jorge Arreaza, no desean que un grotesco fascista haga acto de presencia en tal ceremonia.En sus declaraciones, Bolsonaro ha lanzado los más duros e irrespetuosos ataques contra Cuba y Venezuela, entre otros países de la región.
Como para no dejar ni la más mínima duda al respecto, envió a Washington recientemente a uno de sus hijos, Eduardo Bolsonaro, senador federal con la pública y cínica intención de coordinar acciones subversivas contra La Habana y Caracas.
Este lunes, el padre del hijo, manifestó que Lula da Silva, es un corrupto, negando el apoyo que recibe en su país y en otras partes del mundo y que para la inmensa mayoría es un preso político.
Tan solo con asomar sus futuras intenciones ya abre la posibilidad de multiplicar la represión y desplegar una política radicalmente neoliberal.
Hasta el momento, quizás, su punto más alto de odio contra los pobres ha sido la expulsión de unos 8 mil médicos cubanos que les prestaban asistencia médica.
Prueba de ello son los numerosos testimonios de médicos y pacientes que han estremecido hasta las piedras.
En ese contexto observadores han hecho notar, curiosamente, que altos sectores militares de Estados Unidos y poderosas corporaciones han celebrado con champan la llegada de este dispositivo ultraderechista al poder.
Algunos estiman que lo sucedido fortalece las pretensiones geopolíticas de un Washington en declive a escala planetaría, pero otros opinan que Bolsonaro se verá obligado a tropezar con un influyente gobierno mexicano, decente y fiel a su pueblo, el de Manuel López Obrador.
Esto último no es el único obstáculo que el futuro gobernante, deberá afrontar, también previsibles y agudas contradicciones que poco a poco sacarán allí sus orejas de millones de pobres que escribirán su historia, no precisamente sobre un lecho de rosas.
Cosas veré Mío Cid.
