Hace más de
veinte años conocimos y entrevistamos por primera vez al Comandante
Pablo Beltrán, y a lo largo de todo este tiempo nos volvimos a cruzar
con él, siempre con el interés de saber su opinión sobre una de sus
obsesiones, que no es otra que buscar los mecanismos para avanzar hacia
la paz con justicia social en Colombia. Los tiempos han ido cambiando en
el continente y desde la llegada de Donald Trump en adelante, el
imperio agudiza su ofensiva neoliberal y hasta promueve la instalación
de gobiernos de corte neofascista. Es en ese marco que la palabra del
ELN, una de las más fuertes guerrillas que aún permanecen en armas en la
región, es de natural importancia, sobre todo en lo que hace a
dilucidar si realmente habrá posibilidades para la paz en Colombia,
después del desconocimiento gubernamental de los acuerdos suscritos por
las FARC. Esto es lo que nos dijo esta semana en La Habana, Pablo
Beltrán, jefe de la delegación del ELN para discutir la paz.
¿Esta estadía que los delegados del ELN están
llevando a cabo en La Habana es una espera para desesperarse o realmente
creen que tarde o temprano van a a llegar los enviados del gobierno
colombiano a sentarse con ustedes y comenzar los tantas veces
postergados diálogos de paz?
-Nosotros
hemos sido muy insistentes en decir que no nos levantaremos de la mesa
de conversaciones, entonces, esa palabra hay que hacerla valer. Frente
al interlocutor: hemos tenido toda clase de interlocutores, pero
independiente de eso, en la sociedad colombiana se puede decir que hay
un mandato, hay que pasar la página de la guerra, y cada parte tiene que
poner de sí para hacer esa tarea, nosotros estamos colocando la
nuestra, el gobierno verá cuándo coloca la suya. Nosotros estamos
dejando claro que no nos vamos a desesperar, que estamos tratando,
mientras tanto, de hacer todo el trabajo que podamos por la Paz de
Colombia desde aquí, desde La Habana, y el gobierno mirará cuándo se va a
disponer a llegar. Lo que sí quedó claro es que el ELN no acepta
requisitos previos para iniciar una negociación, eso ya está descartado,
y cuando el gobierno intentó introducir un párrafo sobre estos
requisitos, como obligación antes de comenzar el diálogo, la ley de
orden público que se prorrogó esta semana, el Senado le dijo que no, que
no era necesario. Entonces, le quitaron los requisitos, aprobaron la
prórroga de la ley de orden público que le ordena al gobierno hacer
estos diálogos. El Congreso ya habló y vamos a ver el Ejecutivo cuándo
se despierta.
Usted
habla de requisitos y el gobierno habla de que ustedes “tienen
secuestrados”, que siguen operando militarmente, y que no puede sentarse
con quien no deja las armas unilateralmente. ¿Esto es una excusa o
creen que son las trabas que esta poniendo el gobierno permanentemente
para no hacer la Paz, como exige la población?
Son
ambas cosas. Ellos han dicho públicamente, que al ELN hay que ponerlo a
sangrar primero, y cuando esté debilitado, ahí sí llamarlo a la mesa
de negociaciones, esa es la táctica. Sangrar para ellos es lanzar falsas
noticias, guerra mediática, desprestigio, aislamiento político, y
también, una intensa militarización y operaciones contrainsurgentes en
los territorios. Ellos esperan que ese desgaste lleve al ELN, no se si
en corto o mediano plazo, a una gran debilidad para ahí sí firmar una
rendición. Sin duda, se equivocan.
¿Cuánto
ha incidido en este freno puesto a la Paz lo ocurrido con las FARC, el
no cumplimiento de casi la totalidad de lo que se había acordado en La
Habana?
Nosotros
usamos una metáfora, ellos están embriagados con sus éxitos de guerra y
en base a esa embriaguez es que diseñaron el proceso con las FARC.
Entonces, la elite dominante tiene la conclusión de que sí lograron
éxitos militares, sentar a las FARC e imponerles un modelo de
negociación, y si las FARC era dos veces más que el ELN, ¿por qué con el
ELN no probar lo mismo?. Eso es lo que tienen del pecho para adentro
las clases dominantes y nosotros les hemos dicho que una negociación es
una negociación. Nosotros no vamos a firmar nada de lo que firmó las
FARC porque, incluso en año y medio de negociaciones que hicimos con
(Juan Manuel) Santos, en varios momentos nos dijeron que ya había varios
papeles firmados por las FARC y entonces “¿por que no lo firman ustedes
también?”. Dijimos que no, nosotros somos entidades distintas,
insurgencias diferentes, si puede haber alguna sincronía, pero cada cosa
que se aprueba en esta mesa lo aprueba el ELN. Entonces, se le ha dicho
primero al gobierno de Santos, y ahora también a (Iván) Duque: estamos
en disposición de hablar, tratemos una agenda. Si Duque quiere hacer
algunas modificaciones, que las plantee en la mesa y que quede lo que
ambas parte nos pongamos de acuerdo, porque cosas unilaterales en el ELN
están descartadas. Esto es así, porque de lo contrario no es una
negociación. Negociar es colocar nuestros términos y ellos los suyos y
trazar líneas medias, pero ambos se mueven, no uno solo, porque si no de
lo que se trata es de una rendición.
¿Creen
que hubo un momento en que la burguesía colombiana cuando negociaba con
las FARC, tenía la intención realmente de aceptar la idea de avanzar
hacia la Paz, o siempre tuvieron un planteo de terminar como se puede
ver en la actualidad?
Voy
a decir la racionalización que tenemos en el ELN de una manera simple:
en qué se parece y en qué se diferencia Santos de Uribe en este campo.
Se parecen en que ninguno de los dos quieren ceder privilegios, no
quieren ni cambios ni transformaciones que les muevan sus sistemas de
dominación. Ejemplo, Santos cuando comenzó les dijo a las FARC que no
tocaran ni la doctrina militar, ni el modelo económico, ni las
relaciones internacionales. Les trazó unas líneas rojas. Eso es que no
querían cambiar, y en eso son idénticos Santos y Uribe, uno es hijo del
otro y no sé cual es el papá.
Se
diferencian en que Santos demostró, ya no es futuro sino pasado, una
voluntad de conciliación, y a Uribe, hasta donde nosotros sabemos, lo
anima más que la justicia la venganza y más que la conciliación el odio.
Eso ha sido muy característico de él. Incluso nosotros comentamos una
anécdota: una vez se le preguntó a una persona muy cercana a él cuál
creía que era la posición del ex presidente Uribe frente a la guerrilla,
y la respuesta fue: “muy simple, humillarlos”.
Si
tuvieran que decir cuál es el nudo fundamental que está trabando esta
posibilidad de negociación con el ELN ¿cómo lo definirían?.
Hay
dos nudos. El primero ya lo dije: para que haya Paz las clases
dominantes tiene que cambiar porque hay un sistema de exclusión
violenta. Colombia es un país tremendamente desigual, el único más
desigual del continente es Haití. Cada vez estamos peor, en la última
crisis económica del 2008 para acá la concentración de la riqueza es aún
mayor y la pobreza se dispara. Eso pasó en todo el mundo pero en
Colombia con más fuerza. Entonces, si no quieren cambiar eso cómo va a
haber Paz. Nosotros les decimos que si no quieren que haya guerrillas y a
la vez no cambian las causas estructurales que generaron el alzamiento
armado, cómo quieren que no vuelva a haber guerrillas. Entonces, sacamos
la conclusión de que ellos quieren alterar las consecuencias dejando
quietas las causas, y eso es cosa propia de gente que no está en su sano
juicio, por eso decimos que están embriagados.
El
paramilitarismo sigue siendo una presencia constante en Colombia. ¿En
las zonas donde ustedes están implantados, ese paramilitarismo ha
crecido o retrocedido?
Hay
dos paramilitarismos. Está el principal que es las operaciones
encubiertas de las Fuerzas Armadas para matar, amenazar, desplazar,
despojar a sus opisitores, llámense líderes sociales, defensores de
Derechos Humanos, exguerrilleros. abogados de presos políticos, todo el
que aspire a convertirse en una fuerza alternativa que se les oponga es
objetivo militar. En eso ellos son extremadamente duchos. Esa es la
parte gruesa.
La
parte delgada: se le hace inteligencia a alguien durante toda su vida,
por 20, 30 o 40 años, y cuando se decide matarlo se contrata un sicario,
ese es el otro paramilitarismo, pero tiene el mismo tronco.
Donde se retiraron las FARC el paramilitarismo ocupó posiciones ¿Qué ocurre en las zonas donde está el ELN?
Voy
a colocar dos casos. La parte baja del río Atrato, en el norte del
Chocó, es muy estratégica porque es el acceso al Pacífico pegado a
Panamá, entonces, todos los grandes proyectos de la burguesía de
Antioquia, que es la región de donde es Uribe, tienen que ver con eso.
Hace 20 años se hicieron operaciones conjuntas militares y paramilitares
y desalojaron a todas las comunidades negras, indígenas, campesinas y
se tomaron esas tierras. Allí, terminaron como dueños todos los
empresarios amigos de Uribe. Eso se develó que era una operación militar
y paramilitar de despojo pero sigue siendo terreno de disputas, hoy
seguimos peleando ahí nosotros con grupos de paramilitares que parecen
auténticas mafias del narcotráfico. Entonces, en una parte donde jamás
está el Estado, ellos hacen presencia a través de los paramilitares y
trazan una barrera de contención y desgaste a la guerrilla. No llevan al
Estado allá porque no les interesa. En muchas regiones de Colombia la
presencia del Estado son los militares, pero en esa zona, que es
estratégica, la única presencia la da el paramilitarismo. Caso dos, en
la frontera con Venezuela, una provincia petrolera de 30 años, Arauca,
hubo varias oleadas de paramilitarismo que intentaron instalarse allá y
cada una de ellas las vencimos y nunca pudieron colocar escuadrones
permanentes.
Entonces,
el paramilitarismo tiene fundamentalmente la expresión de operaciones
encubiertas, las grandes masacres, las grandes desapariciones,
asesinatos de líderes, amenazas. Todas estas acciones les ha tocado
hacerlas con el ejército vestido de civil.
Nuestra decisión permanente es confrontar con ambos tipos de paramilitarismo.
¿Cuál es la posición del ELN con respecto a las disidencias de las FARC, me refiero especialmente a esos combatientes que no firmaron, no acordaron, y siguen en las montañas o en las selvas?
Hay
varios tipos de expresiones. Hubo unos grupos que desde el inicio se
quedó por fuera de la negociación, hubo otros que se fueron desgajando
paulatinamente en el transcurso de la negociación, y hay un tercer grupo
que se sale, se aparta, se resguarda, cuando vieron que se les venía
encima el “muro de los acuerdos”, que fue lo que hizo Iván Márquez y
ellos, comenzaron a ver que eran objetivo militar otra vez, objetivo de
ataque, objetivo de extradición a Estados Unidos, y decidieron irse de
Bogotá a la Amazonía o a la Orinoquía y que los busquen ahí, que es el
50% del territorio colombiano, 500 mil km².
La
posición nuestra es primero respetar, segundo, han retornado muchos a
zonas de las que se había ido. Cuando eso ocurre, por supuesto que
llegan y toman contacto con nosotros, y son bienvenidos. En algunas
partes hemos tenido problemas, enfrentamientos, sobre todo en el
Pacífico más pegado a Ecuador, porque alguno de estos grupos han
terminados muy unidos con sectores de mafias ligadas a los carteles
mexicanos y ha habido hechos de fuerza, incluso combates el año
pasado,pero este año no ha ocurrido. Con esto quiero decir que es más
fácil encontrarnos con los grupos que están fundamentalmente destinados a
actividades políticas y organizativas y hemos chocado exclusivamente
con grupos que han estado priorizando más asuntos de negocios.
Hablemos
sobre las luchas del pueblo urbano y campesino. Después de lo que fue
el impacto del no cumplimiento de los Acuerdos con las FARC, se notó que
ese hecho produjo desmovilización a nivel de masas, ya que el sacudón
fue fuerte. Pero ahora pareciera estarse en un período de recomposición y
de mucha gente en la calle, estudiantes, campesinos, cooperativistas,
tomas de ministerios, ocupaciones. ¿Cómo ven esta coyuntura de cara a la
idea que ustedes tienen de seguir esperando empezar las negociaciones
de Paz?
Hemos
dicho que con el ELN pueden contar para dos cosas: para buscar una
solución política del conflicto, no una rendición, que traiga paz con
justicia social y hayan acuerdos, pero, también estamos para la
resistencia a los planes de guerra. Con el ELN andamos con los dos pies.
Cuando muchas comunidades están desatando una movilización que en
Colombia es histórica, nosotros animamos eso, cómo no vamos a animar a
que los estudiantes se opongan a que haya más presupuesto para la guerra
que para la educación pública, eso es un deber de conciencia. O como no
vamos a apoyar que salga la gente a las calles a un plebiscito contra
la corrupción o que vote por candidatos que quieren paz con cambios, o
que en muchas partes las mujeres se están empoderando y luchando contra
todas las violencia. Esas son cosas de conciencia que no se pueden hacer
a un lado, eso es lo que ha ocurrido en Colombia este año, que mientras
se asiste al incumplimiento de la implementación de los Acuerdos de Paz
con las FARC la gente gana las calles por sus reivindicaciones.
Solamente
voy a colocar tres hitos. Primero, mayo-junio, cuando la gente sale a
la calle y dice que debe haber un gobierno de paz con cambios y logra el
43% del censo electoral. Uribe ganó pero tiene un 43% de la gente que
no se fue para la casa y que está esperando que no cumpla con sus dichos
de hacer trizas los Acuerdos de Paz. Un segundo momento, fue cuando 12
millones, más de 4 millones más de los que votaron por el candidato
progresista Gustavo Petro, salieron en agosto a las calles y votaron en
una consulta popular y dijeron no más corrupción, porque vivimos en una
situación de desbordamiento descarado de de dicho cáncer.
Un
tercer momento, se ha vivido en los últimos meses cuando la gente sale a
la calle fundamentalmente a luchar por la educación pública y contra un
paquete de impuestos totalmente asfixiante que iba a acabar con lo poco
que queda de clase media.
Si
se hace un balance del año, lo real es que hasta hace pocas horas
seguían las movilizaciones. Ha sido un período histórico que le está
diciendo a las clases dominantes que pueden haber ganado el gobierno
pero no van a gobernar solos, aquí van a tener no solo una oposición en
el Parlamento, que la hay, sino en la calle, que es la máxima expresión
de democracia.
En ese marco, ¿les sorprendió la caída en picada de la popularidad de Duque en solo 100 días?
Si
y no. Si, porque ningún presidente había comenzado con el 20% de
aceptación, creo que está igual que Macron. Y no, porque venía una
fuerza grande en la sociedad colombiana antisistema, que le dijo no a
Uribe, no a la corrupción, no al presupuesto de guerra, que le dijo si a
la Paz, si a los cambios, no a los impuestos para la clase media y no a
las grandes extinciones de impuestos para los súper ricos. Entonces,
para el gobierno no se trata de repartir sobornos y puestos
burocráticos, ya la cosa está a otro precio.
¿Esa
baja de popularidad de Duque también le afecta sus relaciones carnales
con el imperio? ¿En otras palabras, Duque ya no es una figura tan ligada
a lo que Washington quisiera para Colombia?
Pienso
que se cumple la máxima de Shakespeare, que cuanto usted más se
arrodilla, los poderosos más lo humillan. Después de (Jair) Bolsonaro
quien es más incondicional con Trump es Duque y sin embargo, el
presidente yanqui ha cancelado dos veces la visita a Colombia, no le
interesa. Mire como son las realidades del imperio.
También esta Macri en esa lista…
Se disputan la impopularidad y la incondicionalidad con el imperio.
A
propósito de Bolsonaro, realmente el mapa del continente ha cambiado
mucho y de hecho hasta hace muy poco tiempo hablábamos de neoliberalismo
y ahora estamos presenciando el auge del neofascismo. ¿Cómo ven este
cambio y cómo piensan que puede evolucionar la situación de los
movimientos populares en esta nueva situación?
América
Latina sufre una especie de recolonización que nosotros la vemos ligada
al hecho de que a Estados Unidos lo vienen replegando de otras partes y
se volvió a acordar de que tenía patio trasero. Es bueno que lo saquen
en repliegue y es malo que se vuelva al patio trasero, pero así es la
vida, dicen que no hay felicidad completa.
Eso
es lo que vivimos, pero nosotros hacemos esta reflexión: ¿ha habido
algún presidente peor en Estados Unidos que Trump?, tanto es así que
ahora hay algunos que añoran a Reagan. Eso quiere decir que cuanto más
densa es la crisis, a las clases dominantes les toca recurrir a este
tipo de personajes y muestran un termómetro del tipo de crisis que
existe. Ese es el problema. Si se analiza el continente: Macri mafioso,
Bolsonaro, todo lo que se pueda decir, Vizcarra, Duque en Colombia. La
gran excepción es México. El imperio intenta recolonizar pero sus
avanzadas lo que traen es una caricatura de su crisis. Entonces, a corto
plazo son muy fastidiosos pero en el largo plazo son personajes que no
tienen estatura histórica para sostener ninguna recolonización por
demasiado tiempo.
Ahora
bien, en este corto plazo, aparte de lo fastidioso, hay una advertencia
de gran peligro para Venezuela y para Cuba. A Cuba nunca la quitó el
imperio de la mira de sus cañones, pero desde Trump en adelante ha
recrudecido la idea de borrarlos del mapa a ambos países. ¿Esto cree que
puede ser posible en un futuro cercano? Porque, por ejemplo, ya se
anuncia en los primeros meses de 2019 un nuevo boicot de los países de
la región, títeres de EE.UU., al gobierno del presidente Nicolás Maduro
y, también, lo que la línea de los Marco Rubio y compañía intenten
llevar a cabo contra Cuba.
Es
lo mismo. Si hay algo que significa Trump como imperio es que le está
diciendo a todo el mundo que no va a respetar reglas del juego, y el
mundo ha ordenado un cierto multilateralismo, ciertos protocolos y
convenios, una cierta cohabitación de varios sistemas, pero con reglas
de juego. Trump dice que las únicas reglas son las de él y punto, y con
eso va obtener quedarse solo, ya que Europa cada vez lo acompaña menos
en eso. Lo mismo ocurre en Latinoamérica, porque puede asustar a la
gente, que es el arte de la política imperialista, pero no podrá lograr
que se llegue a perder el sentido común, la inteligencia, lo básico, el
instinto de supervivencia. Lo que decía antes de Colombia, no hay
ningún sector de esa élite que esté dispuesto a lanzarse realmente a la
guerra contra Venezuela, que ladran sí, ladra Almagro, el embajador
colombiano en Estados Unidos, el embajador colombiano en la OEA,
Bolsonaro, Vizacarra, pero es eso, ladran, y los mandan a morder y ellos
siguen ladrando.
Creo que fue el presidente de Perú, que quitaron recientemente ellos mismos, que afirmó que todos eran unos cachorros a los pies del imperio, eso es, ese es el coro.
¿Cree
que esta avanzada neofascista y capitalista, puede hacer surgir como
alternativa opositora en algunos países la vieja recta de la
socialdemocracia para intentar curar estos males?
Los
pueblos de América Latina hoy no son lo mismo que antes de derrotar el
ALCA. Hoy tenemos otros pueblos, porque ellos quieren otra vez ALCA 2,
pero es evidente que 15 años después, se viene de un aprendizaje, de un
empoderamiento, de un nivel de cultura política y organizativa, o sea,
hay otro arsenal. Eso es lo que hay en Venezuela, es lo que va a
encontrar Bolsonaro en Brasil, es con lo que se ha topado Macri en
Argentina, es lo que enfrenta el tercer período de Uribe en Colombia.
Los pueblos hoy también aprendemos, no solamente la guerrilla.
Entonces,
eso niveles de conciencia y de organización son un activo mucho más
alto que hace 15 años, que es lo que ha dejado toda esa ola progresista
con sus alcances y limitaciones, pero, eso también hay que verlo en
sentido positivo. Las mujeres son las que más defienden la Revolución
Bolivariana, porque qué no les dio Chávez a las mujeres, tienen que
defender eso, o ahora que Lenin Moreno tiene que ir al FMI y le van a
decir que quite las pensiones de los jubilados, quite de salud, de
educación, el pueblo ecuatoriano no se va a quedar quieto.
Eso
es lo que viene, lucha, resistencia y la fuerza política que se va a
poner al frente es la que acompañe y lidere ese pueblo. Los sectores más
fundamentales en esa lucha van a ser los más empobrecidos, los
excluidos, la juventud, las mujeres, las etnias minoritarias más
excluidas y olvidadas. La tarea de las organizaciones políticas o
político-militares como nosotros es acompañar todo eso. Si en algunas
partes tendrán que jugársela para defender la gente, para crear medidas
de protección y de seguridad de la vida de la gente, de los líderes,
pues hay que hacerlo, si hay que construir guardias como las que tenemos
en Colombia, la guardia indígena, la afro, la campesina, la obrera,
pues hay que hacerlo, porque si el Estado, primero no los cuida, pero
segundo, los mata, pues alguien tiene que darles la defensa legítima, y
si están acabando la gente que está organizada en Brasil, estos tienen
que defenderse. Entonces, las tareas son claras, hay que resistir, y la
defensa de la vida, del territorio y los tejidos sociales, es la tarea
de las organizaciones, acompañar eso.
Si finalmente se logra que el gobierno colombiano se siente a discutir la
paz con el ELN y se haga una negociación como ustedes y el pueblo están
buscando, con concesiones de un lado y del otro, ¿cuál sería el punto
por el cual decidirían ya no más armas, ya no más guerra?
Nosotros
pactamos una agenda con Santos en marzo de 2016 que dice unas cosas que
son poesía, por ejemplo, que hay que hacer una visión común de Paz,
otra, que hay que sacar la violencia de la política, pues si la
oligarquía le dice al ELN que saque la violencia de la política nosotros
le tenemos que decir que la saquemos ambos, no hay que matar lideres,
dejen que se reconstituyan fuerzas alternativas, dejen que le compitan
en su legalidad, y si le ganan entréguenles el poder. Si pasa eso
tendrán las armas del ELN, pero es lo que la oligarquía no quiere.
Esa
agenda es muy clara, vamos a ponerle fin al conflicto armado pero vamos
a pactar las gobernaciones y vamos a construir una visión común de Paz y
a sacar la violencia de la política, pero ambos y no una sola parte.
Ese es el reto.