Al
mismo estilo del “hacer chillar la economía” de Allende, el vocero del
gobierno de Trump, William Brownfield, dijo: “Si vamos a sancionar a
PDVSA, ello tendrá un impacto en el pueblo entero, en el ciudadano común
y corriente. El contra argumento es que el pueblo sufre tanto por la
falta de alimentación, seguridad, medicinas, salud pública, que en este
momento quizás la mayor resolución sería acelerar el colapso aunque ello
produzca un periodo de sufrimiento de meses o quizás años”. Se refería
al pueblo venezolano.
Ante
descarada confesión de las partes debería, desde hace rato, reposar en
la Corte Penal Internacional la denuncia de Venezuela contra el gobierno
de los EEUU. Y tal como sugirió Alfred de Zayas, experto independiente
sobre la promoción de un orden internacional democrático y equitativo de
la ONU, debería solicitarse a los Estados Partes en el Estatuto de Roma
“reconocer los crímenes geopolíticos, entre éstos las medidas
coercitivas unilaterales y las manipulaciones monetarias que inducen
hiperinflación, como crímenes de lesa humanidad”.
El
impacto de las medidas coercitivas unilaterales asciende a US$ 34000
millones de pérdidas. Incluye la cancelación unilateral de cuentas
bancarias, el encarecimiento de los créditos internacionales por la
manipulación del riesgo financiero del país, trabas en los organismos
multilaterales, bloqueo de activos financieros, caso CITGO, incremento
del costo de operaciones por fletes y triangulación para la adquisición
de bienes.
Sumémosle
US$ 95000 millones de pérdidas por la caída de la producción nacional
desde el 2016 hasta el 2018 consecuencia del ataque a la moneda. La
manipulación en más de 3.500.000.000% del bolívar es la causa del 40% de
la disminución del PIB.
Estos
US$ 129000 millones de pérdidas que han generado las acciones
criminales de EEUU equivalen para nosotros los venezolanos a la
producción de todo un año, o a 30 años de abastecimiento de alimentos y
medicamentos, o a 10 años de atención hospitalaria y ambulatoria, o a 6
años de importación de insumos para la producción y bienes de consumo
final, o a la deuda externa que debemos pagar en 20 años.
Esos
números tienen rostros, el de los niños, niñas, hombres y mujeres
venezolanos. Es un pueblo entero. Pero, un detalle, ese pueblo es
bolivariano y su fuerza armada también.
¡Aceleremos nosotros la denuncia formal!
Acelerar el colapso. Por Pasqualina Curciopor La pupila insomne |