Palabras clave: socialismo,
territorialización, sistema viejo, capitalismo, comunas, Estado, marco
normativo (Revolución política), transición, burocratismo, autocrítica,
ética pública, pueblos originarios, cultura popular.
Hugo
Rafael Chávez Frías fue el político venezolano que más horas utilizó
los medios de comunicación públicos. Ya sea televisando eventos,
recurriendo a alocuciones en casos de urgencia para el país o en sus
programas semanales Aló presidente (y su variante Aló presidente
teórico). Aunque no forma parte de este análisis, Venezuela posee una
cultura política altamente mediatizada, aumentada considerablemente
desde la aparición en la escena política de Chávez, el MBR20 (1) (Movimiento Bolivariano Revolucionario) y el proyecto político bautizado “Revolución Bolivariana”.
La
reunión televisada de Consejo de Ministros del tren ejecutivo del 20 de
octubre de 2012 trascendió su inmediatez con dos ideas fuerza clave: autocrítica de gobierno y Estado Comunal.
Cuya condensación se resume en el mensaje producido y divulgado por el
Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información como
“Golpe de Timón” (2), apenas cinco meses después del fallecimiento de Chávez.
Trascendió
sus características de acontecimiento representado tanto por la
potencia de su contenido y discurso, como por la decisión política de
reconstruirlo como un mensaje y una nueva representación del momento
histórico y del pensamiento de Hugo Chávez Frías.
Por
ello resulta relevante hacer un fichado de esta alocución, porque aun
antes de ser representado como Golpe Timón, en su realización en vivo y
su registro audiovisual, se observan las características de una factura
que se propone convertirse en un producto comunicacional generador de
sentidos colectivos. En la escena se encuentra Chávez reunido con su
equipo ministerial (3), incluido el Vicepresidente (4) Ejecutivo, Nicolás Maduro.
La
instalación de cámaras de la televisión pública (Venezolana de
Televisión), la pregunta explícita -y repetida al menos en dos
oportunidades- del presidente: “¿Estamos transmitiendo?”. Podría ser
igual a otras reuniones de gobierno cerradas, pero el registro y
transmisión en vivo -en cadena nacional de radio y televisión durante
tres (3) horas- trae a otros/as participantes a la escena, aunque
solamente en calidad de receptores/as. Sin embargo, su sola presencia
como recepción determina consecuentemente el desarrollo de toda la
alocución.
Chávez
es el conductor y director de la escena, él decide cómo, cuándo y
quiénes van a asumir la posición del discurso explícito. Cuando los y
las funcionarias están obligadas a asumir la palabra, están expuestas
frente a Chávez y todas las personas -venezolanas y no- que reciben el
mensaje de “Golpe de timón”.
Aunque
en ningún momento de las 3 (tres) horas de transmisión apareció en el
discurso el concepto lineal o referencia a “Golpe de timón”; la
construcción posterior de este relato obedece al significado de varias
de las críticas desarrolladas por Chávez. Golpe de timón es
un traslado sencillo del universo de la navegación, que está asociado a
cambiar o ajustar la dirección o el sentido de una ruta, un viaje o
camino.
Aunque
es un Consejo de Ministros, fue diseñado para ser participativo y
digerible para los y las venezolanas. No hay abuso de tecnicismos o
información lejana de la vida cotidiana, pareciera una puerta de entrada
a la gestión pública, al papel del Estado constituido en un proceso de
cambio.
Producto
de la versatilidad y elocuencia de Chávez, es difícil hipotetizar si la
crítica mediatizada por él ya estaba planificada o si surge del momento
mismo en que se desarrolla la jornada de trabajo. Importante destacar
que la reunión se estaba desarrollando unas horas antes de que comenzara
la transmisión en vivo; solamente quienes estuvieron allí presentes
conocen las condiciones de producción de lo que vino después. Incluso
Chávez se muestra insistente en interpelar al Ministro del Poder Popular
para la Cultura, Farruco Sesto, como si siguieran una discusión previa
que la recepción de Golpe de Timón no llega a conocer.
En
su discurso, Hugo Rafael Chávez Frías genera empatía con las personas
comunes, los pueblos originarios, la cultura popular, las y los
desposeídos de la tierra; humaniza a los/as funcionarios/as haciendo
bromas y generando la risa colectiva; también genera un lazo con la
recepción al criticar y distanciarse de sus ministros/as por no estar lo
suficientemente cercanas/os a la población.
Durante
la reunión televisada, Chávez hace referencias teóricas y
bibliográficas: al filósofo marxista húngaro István Mészáros, el
capítulo (19) “El sistema comunal y la Ley del valor” de su obra Más allá del capital. Hacia una teoría de la transición; al economista y en ese entonces Ministro del Poder Popular para la Planificación, Jorge Giordani, con su libro La transición venezolana al socialismo; y al periodista Roberto
Hernández Montoya, con un artículo de opinión publicado en el diario
nacional Últimas Noticias titulado “Para opositores independientes”.
Este último tenía que ver con el reciente comicio electoral y la
polarización política, Chávez lo leyó completo y realizó una referencia
personal a la campaña electoral y su estado de salud.
La mirada comunicacional sobre Golpe de Timón
Hay
una pregunta de fondo en el discurso, explicitada directamente por
Chávez: ¿Cómo se trasciende a nuevas representaciones? ¿Cómo debería ser
(cómo es) la transición a un orden diferente?. Es una interrogante muy
debatida en el campo filosófico, político e intelectual de manera
histórica y con plena vigencia.
Chávez
plantea que en el nuevo gobierno, resultado de las elecciones del 7 de
octubre de 2012 el tema es el tránsito, la construcción del nuevo modelo
económico, político y cultural. Lo llama nuevo ciclo y se observa en él
una conciencia profunda de la complejidad de la transición y del rumbo
equivocado que vendría transitando el gobierno que él dirige en el
Estado venezolano.
Asegura
que ese tránsito no se sucede de manera lógica, mágica o espontánea,
sino que debe ser planificado y ejecutado “poco a poco”. Aquí él
diferencia las instancias de planificación y acción política: la
planificación como instancia de programación previa de la trayectoria a
seguir, un programa que permita guiar las acciones a la utopía posible,
él va a llamar “lo nuevo”.
Dice
que la “Revolución económica” no puede hacerse sin antes concretar la
“Revolución política”, esta última asociada a la idea de “dejar de ser
colonia”. Está seguro de que esta revolución política, se encuentra
materializada en marcos normativos acondicionados a nuevos tiempos y ha
sido iniciada en Venezuela.
Como se mencionó al inicio, hay dos pensamientos clave. Por un lado, la crítica de gobierno,
que se convierte y nombra como autocrítica. Aprovechando el inicio de
un “nuevo ciclo” se realiza un balance del poder del Estado, de la
Constitución y las leyes orgánicas; Chávez plantea que la experiencia de
los 13 años de gestión y los recursos generados no se han traducido en
un gobierno eficiente, ni para el cumplimiento del programa de gobierno
ni para las venezolanas y venezolanos. Según él, el funcionariado
público no ha entendido que la política de acción pública es un
instrumento para hacer la Revolución. Plantea el problema cultural
existente en el Estado, que tiene que ver con continuar reproduciendo
las dinámicas del Estado colonial, burgués, centralizado, burocrático.
En
este aspecto, Chávez se distancia de sus ministros/as y les deja en
exposición frente a la recepción, que es testigo de la crítica del
presidente hacia ellos/as. Expresa una comprensión dialéctica de la
praxis política, donde realidad y acción pública poseen una relación
constitutiva de determinación. Critica a sus funcionarios/as por aplicar
linealmente las políticas, desconectadas de su realidad social,
cultural, territorial. Y reafirma que el objetivo es cambiar las
relaciones sociales que están implicadas en la política pública; el
resultado de la política no estaría en el centro de la cuestión, sino la
transformación de las y los sujetos, su subjetividad y posicionamiento
en la realidad.
La otra idea clave desarrollada tiene que ver con la construcción del Estado Comunal y
el papel de las Comunas Socialistas en Venezuela. Sentidos
resignificados por la cultura política venezolana y especificados en el
marco jurídico a partir de 2010, con la aprobación de un paquete de
leyes (5) conocidas
como “del poder popular”, aunque venían siendo fomentadas desde las
instituciones de gobierno y la figura de Chávez desde 2006. Este Estado
Comunal sería un orden político renovado, descentralizado y conformado
por organizaciones sociales comunitarias llamadas sistemas de agregación
territorial, que dependiendo sus características podrían ser: Consejos
Comunales, Comunas Socialistas, Ciudades Comunales, Federaciones o
Confederaciones.
Chávez
insiste en que la política pública se ha implementado sin transformar
las relaciones sociales, sin organizar las Comunas Socialistas, que
representarían la organización social con valores nuevos en el
territorio. Recurre a un cuento popular -el del chigüire y el cochino-
que pone en evidencia la fetichización de los conceptos sobre lo que son
en la realidad.
Utiliza
el ejemplo del cuento para compararlo con lo que estaría sucediendo en
el gobierno: se abusa de la categoría “socialismo” o “socialista” para
nombrar todas las iniciativas y proyectos, cuando en realidad se estaría
vaciando de sentido. Sobre esto y la ausencia de una política que
transforme las relaciones sociales, Chávez afirma que es una forma de
“aniquilación” del proyecto socialista. Y va más allá, al afirmarse como
“liquidador” del proyecto socialista junto con su gobierno.
En
su discurso parece estar muy seguro del largo camino o, mejor dicho, de
lo lejos que se encuentra su gobierno de construir el socialismo: “es
grande el esfuerzo que estamos haciendo pero más grande es el que
tenemos que hacer”, es un reconocimiento colectivo que plantea en sí
mismo los desafíos presentes y futuros.
Una crítica para la autocrítica
El
Chávez de Golpe de Timón es una persona que está atravesada por una
enfermedad compleja, que exhibe la vulnerabilidad humana y acerca la
realidad de la muerte de una manera inimaginable. Nadie sabe cuánta
claridad tenía en ese momento de la certeza de la muerte, pero su
siembra fue apenas cuatro meses después de esta alocución pública.
Comprendiendo
el significado de una muerte cercana y sus significantes a la sombra de
la imagen de superhombre que encarna Chávez, es evidente que por
aquellos días él se encontraba viviendo profundos procesos reflexivos,
que mezclaban su responsabilidad, esperanza y desesperación por volver
lo mayormente irreversible el proceso de transformación de la sociedad
vivido en Venezuela desde 1999.
En
esta misma línea, desde la difusión oficial de la enfermedad que lo
aquejaba hasta la noticia de su desaparición física, Chávez se vio
obligado a dedicar tiempo al cuidado de su salud, el tratamiento y
recuperación. Esto significaba igualmente un distanciamiento de la vida
pública, un repliegue a sí mismo. Más allá del dinamismo y la reflexión
teórico-política de Chávez en toda su trayectoria biográfica, no sería
ilógico pensar que en Golpe de Timón él tiene la oportunidad de evaluar
la gestión de gobierno desde la distancia reciente -realizó su
tratamiento en Cuba- y en una etapa de madurez ideológica y reflexión de
la praxis política.
Por
esta razón también, Golpe de Timón es una herramienta para valorar la
profundidad y sensibilidad ideológica de Chávez como crítico del proceso
venezolano.
Ahora
bien, a pesar de la lucidez de Hugo Chávez Frías como dirigente
político, valorando la importancia de todos los temas y problemas
planteados en la totalidad de la reunión de Consejo de Ministros y en la
representación de Golpe de Timón; puestos a la luz de una real
autocrítica generan ruido algunos de los planteos desarrollados.
Respecto a la autocrítica de gobierno,
está desfasada de tiempo y espacio. Considerando la legitimación de un
nuevo gobierno y equipo de trabajo, esta autocrítica debiera haberse
planteado interna y públicamente antes de las elecciones del 7 de
octubre de 2012. Transmitida luego del triunfo electoral parece más bien
una postura para dejar conforme a alguien más o a su propia
consciencia.
Para
quienes siguen el devenir de la gestión de gobierno desde el inicio de
la “Revolución Bolivariana”, es sabido que hay un grupo de figuras del
funcionariado político de gobierno que se han mantenido en el alto rango
civil y/o militar de manera recurrente y permanente desde 1998
(coincidentemente se repiten en los cargos del partido político oficial,
el Socialista Unido de Venezuela). Si esta autocrítica es tal, las
características de estas figuras y el proyecto en su integralidad serían
sometidas a revisión. Se entiende que Hugo Rafael Chávez Frías era
consciente de esta relación y por ello presenta los problemas
coyunturales que enfrentan para la transición.
Aunque
es cierto que no se puede cargar a una sola persona de toda la
responsabilidad, es igualmente cierto que Chávez concentró de manera
personalista la hegemonía en la dirección del gobierno y el poder
ejecutivo. La autocrítica de gobierno, que se convierte en gran parte de
Golpe de Timón en crítica hacia los y las funcionarias, es también una
crítica al presidencialismo y personalismo en Chávez y el chavismo.
Colocando
a Golpe de Timón en las condiciones de reconocimiento actuales del
activismo político chavista, Chávez es el héroe frente a la burocracia
de gobierno y los y las ministras, haciendo una desconexión de la
realidad de su rol como presidente y conductor político durante los
últimos 13 años.
El otro tema tiene que ver con la construcción del Estado Comunal,
donde Chávez exige y critica a sus funcionarios/as por no fomentar la
organización de Comunas Socialistas. Su punto de partida centraliza en
el Estado colonial, burgués, la potestad y potencialidad de construir
las nuevas relaciones que, en teoría, vendrían a destruir las viejas
tramas del Estado colonial. ¿Qué institucionalidad va a fomentar
prácticas constituyentes? Es decir: ¿Qué Estado moderno va a construir
un nuevo Estado poscolonial real? La única posibilidad de que eso suceda
sería para implementar una versión latinoamericana y caribeña de
gatopardismo.
El
Estado colonial moderno no va a autodestruirse y la construcción de lo
nuevo no depende de las estructuras y tramas viejas. Según Chávez en
Golpe de Timón, la “Revolución Bolivariana” obteniendo el poder del
Estado venezolano intentó utilizar la política pública como un
instrumento para hacer la Revolución. Pero lo hizo desarrollando aun más
la participación del Estado como entidad superior de la sociedad,
multiplicando oficinas, direcciones y gerencias, aumentando el tamaño de
la burocracia y consolidando el poder central en Caracas. Una
sobreestimación del papel del Estado en la transformación de la
sociedad.
De
igual manera, con el afán de fomentar o acompañar las experiencias
sociales de organización y desarrollo cultural, se institucionalizaron
prácticas que emularon el metabolismo de la administración pública y sus
vicios. No fue posible producir una síntesis entre el poder popular
organizado y la potencialidad de detentar el poder del Estado.
Volviendo
a la pregunta que se encuentra presente en el discurso de Chávez
respecto de la transición. Pareciera que en ese momento, el dirigente
bolivariano arriba a la conclusión tardía de que no es suficiente -o
acaso equivocado- detentar el poder del Estado e implementar una
política pública estadocéntrica para lograr transformar las relaciones
sociales y construir el socialismo. Pareciera que ahora cae en cuenta
del papel igualmente relevante del movimiento social, las masas
organizadas en Comunas, como garantes de la transición hacia un modo de
organización y producción alternativo al capitalismo.
Quizás
la autocrítica de gobierno no debiera estar orientada a una crítica en
sí al Estado, sino a haber reproducido y fortalecido las lógicas de
funcionamiento del Estado heredado. O dicho de otro modo, la autocrítica
sería al centralismo otorgado al Estado en el desarrollo del poder
popular, a haber escindido ambos procesos dinamizadores del cambio
social.
Durante
los gobiernos de Chávez, el crecimiento del Estado venezolano fue
notable: apareció como activador de la economía y de todos los procesos
sociales, acrecentó el paternalismo, instituyendo un imaginario que
reduce la política al ejercicio del Estado y las políticas públicas. La
relación con las organizaciones sociales y políticas, por su parte, se
vio profundamente mediada por la institucionalización antes que por la
praxis revolucionaria. Cabe destacar que este imaginario que reduce la
política a las políticas públicas se encuentra en plena vigencia y
legitimado por amplios sectores de producción de conocimiento,
referentes intelectuales o voceros/as de partidos políticos y
movimientos sociales. El horizonte intelectual de una totalidad que
contenga a la sociedad se encuentra enfrascado en la idea moderna
occidental del Estado Nación; aunque hay un mayor dinamismo en el
pensamiento descolonial, también se corre el riesgo de caer en
autonomismos aislados o desconectados que serían velozmente aplastados
por el imperialismo y el mainstream cultural.
Por
otro lado, como un mecanismo de resistencia, el Estado venezolano se
encargó de domesticar con su burocracia a expresiones organizativas del
poder popular que nacían de su propia consciencia o, peor aun, de
invisibilizar a aquellas que no aceptaban su tutela. Del mismo modo,
otras prácticas de este tipo pero menos irreverentes fueron
institucionalizadas o banalizadas, limitando procesos sociales genuinos.
Conociendo la realidad de la organización del poder popular en algunos estados (6) del
país, podría afirmarse que esta difícil relación entre poder de Estado y
poder popular en Venezuela, no obedece tanto a la intención consensuada
de controlar o reprimir la organización popular por parte del gobierno,
tampoco a la instauración de un aparato clientelar que coaccione a las y
los ciudadanos, sino más bien al afán compulsivo de aplicar lógicamente
la teoría a la acción. Teoría que planteaba que: las Comunas
Socialistas, legitimadas en el cuerpo normativo llevarían
irrefrenablemente a la transición al Socialismo Bolivariano del Siglo
XXI (7).
Me
refiero a que las Comunas Socialistas no van a consolidarse como
sujetas de la Revolución o como vehículo de la transición al socialismo
solamente porque exista una Ley que así lo plantee o porque sea creado
un órgano superior de las Comunas en el gobierno ni porque lo diga
Chávez en Golpe de Timón. Incluso podría dudarse de si todo ello es
condición necesaria para que exista. Igualmente legítimo es analizar
cómo afectan estas condiciones al carácter insurgente de su identidad
(si es que se sostiene que las Comunas representan las nuevas relaciones
sociales).
Las
limitaciones que enfrentó el proceso bolivariano para el impulso y
consolidación de las Comunas Socialistas se pueden problematizar en
términos amplios y en su experiencia concreta.
En
términos generales, se asiste a una carencia en el pensamiento y acción
de la izquierda política contemporánea sobre cómo será la transición,
planteada oportunamente por Norbert Lechner en La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado (FLACSO, Chile, 1982). La pregunta sin respuesta clara y programada no
es cómo será el mundo luego de la conclusión de la utopía socialista,
sino cómo vamos a transitar el camino, como será la construcción para
instaurarlo como metabolismo social (8) alternativo y duradero. La respuesta frente a la que balbuceó Daniel
Cohn-Bendit, entrevistado por la televisión francesa en 1968 y
recuperado en el documental No Intenso Agora (João Moreira Salles,
2017).
Los
esfuerzos intelectuales de quienes se identifican con una clase y una
historia de raza y género situadas, deberían estar enfocados en ensayar
sobre las formas posibles de la transición a un modo alternativo al del
capital, la modernidad, el patriarcado y la colonización. Trascender la
crítica con elaboraciones teóricas que dialoguen con la experiencia en
forma de praxis debería ser la razón de ser de cualquier crítica.
En
ese sentido, un camino para transitar está de la mano de indagar en las
experiencias en desarrollo, así como en aquellas que por lo efímero de
su duración no permitieron el despabile de la intelectualidad.
Reflexionar sobre ellas, con sus protagonistas -si los hubiera- y su
experiencia real y concreta, como procesos emancipatorios en sí y para
sí. Sin caer en el reduccionismo de los análisis comparativos que
colocan a cualquier experiencia nueva de manera subalterna a los grandes
relatos de la historia crítica y revolucionaria, no porque los grandes
relatos no sean valiosos sino porque es necesario y legítimo cuestionar
nuestros relatos presentes, cuestionando a su vez los pilares
inamovibles del socialismo a lo largo de la historia. Una
intelectualidad ocupada de los asuntos de su tiempo debe poder mirar a
su alrededor y reconocer lo que está sucediendo, para aportar en su
devenir o hacer un golpe de timón.
En
lo particular, en Venezuela hubo una falta de comprensión de los
tiempos y modos de politización y concientización de la sociedad
colonizada -individualista, rentista, proyanqui-. Desde el Estado se
intentaron empujar procesos organizativos en el territorio, que no
tuvieron resultados memorables y que, en muchos casos fueron
contraproducentes para los tejidos sociales.
Los
tiempos y situaciones donde emerge la subjetividad de la organización
colectiva, son tiempos únicos y que dependen, en gran medida, de la
mediación del activismo local, el carácter de la dirigencia, la relación
con la ideología, las prácticas culturales e históricas, el territorio y
los medios de producción que organizan el desarrollo económico y la
subsistencia.
Para
finalizar, la política de acción pública y el Estado, por su estructura
y prácticas de funcionamiento, no posee las capacidades de reconocer la
diversidad y especificidad territorial. Por ende, es imposible dejar
librado a su planificación el devenir de la organización comunal.
La
diferencia cualitativa de los territorios donde las Comunas Socialistas
se han desarrollado como poder popular real se encuentra en el carácter
ideológico y organizativo de memorias de organización comunitarias, la
activación de formas de organización política diferentes del Estado
-como los movimientos sociales, cooperativas de trabajo, grupos
campesinos, comunidades indígenas-. Se trata de que cada territorio
pueda desde su raíz darle nacimiento a su propia representación de la
realidad y a su organización y, allí es donde las Comunas podrán ser o
no ser. La participación del Estado (con el proyecto bolivariano en el
gobierno), podrá en algunos casos aportar positivamente a su desarrollo
y, en otros, no tendrá ningún tipo de incidencia y será rechazada por la
organización comunal.
Golpe
de timón es un producto comunicacional que condensa una crítica que
podría ser útil a diversos proyectos transformadores de su realidad,
detenten o no el poder del Estado. Recupera debates clásicos pero coloca
en el centro de la transición a las Comunas Socialistas. Es decir, deja
planteado un camino posible para la transición, que tiene que ver con
formas de organización comunitarias y territoriales que podrían ir
asumiendo el autogobierno, que podrían representar las zonas liberadas
de la revolución Cultural China, los territorios recuperados de las Lof
Mapuche, el Consejo Indígena de Gobierno del zapatismo o los soviets de
la Revolución Bolchevique.
Es
interesante porque en este mensaje, el liderazgo de Chávez no está
planteando que hay que conquistar el Estado -que tiene su hegemonía
desde hace más de una década, considerando que no se perdió una sola
elección presidencial- sino que hay que construir las Comunas. Y al
decir esto, no le está hablando a los y las ministras con quienes se
encuentra reunido, sino que usa ese espacio como mediación para
hablarles a quienes tienen el poder popular para organizar Comunas y
vivir en ellas.
Golpe
de Timón es el giro de Chávez hacia la autodeterminación popular, hacia
las Comunas. Hoy cabe preguntarse si el chavismo y el poder del Estado,
desde el 20 de octubre de 2012, ha girado en la misma dirección.
1.
Fue el movimiento político iniciado en 1982 y que acompañó la propuesta
política electoral de Chávez a las elecciones de 1998.
2.
Golpe de Timón es un fichaje de la reunión de Consejo de Ministros,
editado y representado como un nuevo mensaje, resumido y comprimido.
3.
El 07 de octubre de 2012 el proyecto autodenominado “Revolución
Bolivariana” a través de un nuevo proceso electoral, legitimó la
presidencia y las gobernaciones. Esta reunión es con los nuevos cargos
ejecutivos de gobierno.
4.
En la República Bolivariana de Venezuela la vicepresidencia es un cargo
ejecutivo de libre nombramiento y remoción por parte del presidente de
la república, elegido mediante el voto popular. Las vicepresidencias se
renuevan por periodos anuales, pudiendo ser reelegidos/as en el cargo.
La presidencia, por otra parte, tiene una duración de cinco años.
5.
Ley orgánica de Planificación, participativa, pública y popular; Ley
orgánica de contraloría Social; Ley orgánica de las Comunas; Ley
orgánica del poder popular y Ley orgánica del sistema económico comunal.
6.
División político administrativa prevista en las leyes de ordenación
del territorio y poder público, asimilable a los departamentos o
provincias de otros países.
7. Así fue planteado, analizado y nombrado el proceso que impulsaba la Revolución Bolivariana.
8. István Mészáros, Más allá del Capital. Hacia una teoría de la transición. 1995.