“La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura”.
Lin Yutang
Cervantes
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.
MIGUEL DE CERVANTES Don Quijote de la Mancha.
La Colmena no se hace responsable ni se solidariza con las opiniones o conceptos emitidos por los autores de los artículos.
18 de octubre de 2019
La noción de geopolítica en Aleksandr Dugin y sus implicaciones para América Latina: una cosmovisión del mundo y las relaciones de poder
Dugin: el hombre que algunos consideran el filósofo más peligroso del planeta
Aleksandr
Dugin es un hombre que, en tiempos de la división de trabajo, reúne
varios títulos que lo hacen el ideólogo más importante del proyecto
geocultural y geopolítico del Kremlin; comparado incluso con Rasputin,
otrora asesor de los grandes zares. Dugin es politólogo, filósofo,
historiador, sociólogo, traductor, intérprete, y relacionista público.
Consciente como pocos de la importancia de una educación integral, que
forme al ser humano en las siete artes liberales, Dugin ha dedicado su
vida al estudio del hombre y las relaciones de poder en su amplia
complejidad. A juicio del filósofo ruso, es necesario que el mundo
trascienda del fascismo, el comunismo y el liberalismo: en la
multipolaridad hay un estadio más elevado de desarrollo. El enfoque muy
particular que se deduce de sus reflexiones sobre las actuales teorías
del sexo, género y las orientaciones sexuales (estudios LGBT), son
todavía analizadas. Con respecto a este tema, es esencial la lectura del
artículo de Joseph Gelfer (2018), en el cual expone la complejidad del pensamiento de Dugin sobre la cuestión del género en la humanidad.
Aleksandr
Dugin no comparte la noción de libertad occidental y tampoco la
doctrina de derechos humanos. La libertad no reside estrictamente en la
dimensión de la persona, sino en un rango más amplio y complejo, razón
por la cual no ideología de los derechos humanos. Dugin cree que ni la
identidad de una persona, ni la cultura humana, ni la sociedad en su
conjunto, pueden reducirse a la individualidad. En la tradición rusa, la
noción de libertad tiene una dimensión más colectiva que individual. La
tensión entre el liberalismo y el anti-liberalismo es uno de los puntos
cruciales de la crisis ideológica, tecnológica e identitaria que
enfrenta el mundo en los actuales momentos. En eso parece coincidir el
intelectual liberal Bernard-Henri Lévy, de origen francés, cuando
discute con Aleksandr Dugin:
Bernard-Henri Lévy: Hay una gran lucha entre los valores liberales y no-liberales en el mundo entero.Y esta lucha también ha afectado a Occidente. Hay liberales en Rusia, y nosotros también los tenemos en Europa. El
liberalismo hoy se enfrenta a la misma crisis de confianza y
legitimidad que enfrentó en la década de 1930; al comienzo del siglo XX.
Y en esta lucha, Sr. Dugin, le digo que ya nos estamos acercando al
final de la discusión y muy pronto estaremos en los lados opuestos de
las barricadas: usted en uno y yo en el otro.
“Fundamentos de geopolítica: el futuro geopolítico de Rusia”, publicado en 1997 por Dugin, es
en Eurasia un libro de lectura fundamental — y hasta obligatoria — en
las academias militares y las universidades, particularmente en los
programas de estudio sobre politología, sociología, filosofía,
antropología, estudios liberales o artes liberales — que hoy en día se
entienden, por lo general, como programas interdisciplinarios; en otros
casos, estos programas pueden tomar una dimensión todavía más compleja,
partiendo de los orígenes de la palabra liber — , culturología
(культурология), relaciones internacionales, etcétera. Después de la
publicación del libro de Dugin, sus ideas se viralizaron y se hizo muy
popular el estudio de la geopolítica.
A
grandes rasgos, el libro expone la necesidad geopolítica de establecer
tres alianzas principales: Moscú-Berlín, Moscú-Tokio y Moscú-Teherán. La
Idea, a lo largo de la obra de Dugin, se muestra como el hilo conductor
del proceso histórico; la lucha de los pueblos del mundo es más
espiritual que material. En ese sentido, su trabajo como historiador
podría recordarnos a Christopher Dawson. Dugin aboga por la primacía del
logos, la tradición, el orden, la jerarquía y la religión. En su
pensamiento filósofico se mezcla el misticismo con la eugenesia, el
ecologismo y la teología. El ingeniero aeronáutico Robert Zubrin (2018) considera que el movimiento duginista es un culto satánico; una amenaza para el mundo entero.
El
mundo entendido en dos grandes bloques: el atlancismo y el
eurasianismo: las potencias terrestres-euroasiáticas y las potencias
atlánticas-marítimas han estado históricamente en un estado de lucha y
tensión. Dugin propone la difusión del anti-americanismo en todo el
mundo, al visibilizar a los Estados Unidos como el culpable ideológico y
material de las crisis que vive el planeta. Dugin considera que Estados
Unidos debe ser atacada desde adentro, es decir, a través del fomento
del caos interno. La composición étnico-demográfica de los Estados
Unidos es una mecha que Dugin advierte que Rusia puede usar a favor de
sus intereses geopolíticos. La importancia de leer a Dugin reside en que
una buena parte de sus recomendaciones ha sido efectivamente aplicada
por el Estado Ruso, en el marco de perfilar su política exterior
estratégica. Su obra, en sentido pedagógico, forma al nuevo ciudadano
ruso a través de los centros universitarios.
El
Kremlin se perfila como una futura superpotencia mundial y sigue un
plan detallado para desplazar a los Estados Unidos, en donde Alemania
juega un papel fundamental. Para erigirse como superpotencia mundial,
los rusos necesitan aliarse con los alemanes: el desarrollo tecnológico
alemán y la fuerza bélica rusa podrían formar un bloque que derrote a
los Estados Unidos — y sin ignorar, claro está, que Rusia es el país más
rico del mundo en recursos naturales, si bien es cierto que también es
el más grande — . Rusia, en sus actuales dimensiones y condiciones, no
tiene cómo vencer a los Estados Unidos, razón por la cual necesita
volver a expandirse en Europa y balancearse con aquellos que tienen lo
que a los rusos les hace falta. Dugin sostiene que la OTAN debe
desaparecer, con el fin de que Rusia vuelva a recuperar sus ex-satélites
soviéticos. Europa Central y Europa Oriental son, en términos
geoeconómicos y geoestratégicos, esenciales para el proyecto de la nueva
Gran Rusia. Para que el eurasianismo derrote al atlantismo, Dugin
afirma que se debe establecer una coalición de naciones anti-americanas,
incluidos Alemania, Irán, Japón y otros países de Europa y Asia. La
idea de una alianza entre Rusia, Japón y Alemania no es nueva: tuvo
apogeo en los tiempos de Adolf Hitler, cuando Haushofer se lo aconsejó
al Führer.
Dugin
responsabiliza a los Estados Unidos por el colapso de la Unión
Soviética, desea especialmente que Rusia estreche una alianza con
Alemania en contra Estados Unidos, y posteriormente, partiendo de ello,
con países como Francia, que alguna vez fue uno de los principales
aliados de Rusia. Para dicha empresa, resulta necesario desmontar a la
OTAN (NATO), el brazo militar-estratégico de los Estados Unidos en
Europa. Europa Central y Europa del Este tienen una gran importancia
estratégica: no es un hecho aislado que, en el año 1904, el experto
brtánico en geopolítica, el señor Halford Mackinder, dijo en una
conferencia titulada ‘El pivote geográfico enla historia’, que cualquier nación que gobierne Europa del Este gobernaría en Eurasia y el resto del mundo.
Una afirmación que los Estados Unidos ha tomado muy en serio,
especialmente cuando ha preferido arriesgar la estabilidad geopolítica
del Mar Mediterráneo Americano, su área más próxima de influencia, antes
de permitir que el proyecto geopolítico de la Gran Rusia siga sumando
nuevos espacios. Dugin propone evitar que Ucrania sea vista como una
suerte de cordón sanitario, a través del cual busque frenar el proyecto
geopolítico mundial de los rusos.
China
y Turquía, aunque actualmente se presentan como socios de Rusia, han
tenido una larga historia de conflictos bélicos y étnicos con la nación
eslava — y no son pocos los analistas que hasta han recomendado que
Rusia propicie una balcanización de ambos países — . La posición de
Dugin frente a estos países podría estar aún en definición, si se toma
en cuenta que, en sus más recientes trabajos académicos e intervenciones
en medios de comunicación, ha cambiado su postura. Algunos sugieren que
el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, no ha estado de
acuerdo con la posición de Dugin con respecto a China. De modo que, en
beneficio del proyecto geopolítico de la Gran Rusia, que es a largo
plazo, aún los rusos están calibrando hasta qué punto es conveniente o
no la expansión geopolítica y geoeconómica de China. La importancia de
la alianza entre Tokio y Moscú se ve cuestionada por las relaciones con
China.
No debe
ignorarse que, aunque el potencial de la cooperación estratégica entre
China y Rusia es muy grande, especialmente si esta se orienta a
desplazar a los Estados Unidos como la única superpotencia mundial, lo
cierto es que el creciente poder e influencia de China representa una
amenaza a mediano y largo plazo en Siberia. Aunque China y Rusia han
sido aliados hasta cierto punto, sus intereses no siempre coinciden. Un
enfrentamiento entre China y Rusia es una amenaza latente.
El papel de América Latina
Aunque
los países de América Latina tienen una tradición judeocristiana, base
esencial de la civilización occidental, aún prevalecen algunas de sus
raíces indígenas, particularmente en países como Perú, Ecuador y México.
En Perú, por ejemplo, los apellidos indígenas aún se conservan y son
parte de la cotidianidad. El reconocido politólogo Samuel Huntington
(1998) señala que los latinoamericanos no son parte de la civilización
occidental, al menos no plenamente. Los latinoamericanos y los rusos
están ubicados en una suerte de espacio semi-occidental, cada uno con
sus respectivas y distintas razones. Más allá de que los críticos de Huntington vean en su obra algunas tendencias racistas y eurocentristas (Lozada,
2017) — dependiendo del criterio de cada quien — , lo cierto es que su
paradigma es uno de los más relevantes en las academias científicas y
humanísticas del mundo, incluso en América Latina. El ensayo de Edward
Said (2001) fue uno de las más importantes respuestas a Huntington.. En
las principales universidades de Venezuela, por ejemplo, es esencial
estudiar a Samuel Huntington para comprender el desarrollo de las
civilizaciones del mundo.
Este
paradigma se manifiesta también en Beignart (2017) y Millman (2017):
ser occidental es un constructo sociocultural que no se limita a la
ubicación geográfica. De manera que, podría decirse que Japón es
altamente occidental, en términos institucionales, a pesar de estar
ubicado fuera del hemisferio occidental. En particular, los grupos
conservadores y derechistas en los Estados Unidos y Europa se resisten a
incluir a los latinoamericanos en el grupo de países occidentales. Los
latinoamericanos blancos, civilizados y católicos son considerados
occidentales, mientras que los indígenas entran en otra categoría.
Latinoamérica
se presenta, en estos países, como una suerte de mundo semi-occidental y
semi-civilizado. Pete Beinart (2017), liberal estadounidense, señala:
“Occidente es un término racial y religioso. Para ser considerado
occidental, un país debe ser mayormente cristiano, preferiblemente
protestante o católico, y mayoritariamente blanco. Cuando existe
ambigüedad sobre la “occidentalidad” de un país, es porque hay
ambigüedad o tensión entre estas dos características. ¿Es occidental
América Latina? Tal vez.
La mayoría de sus habitantes son
cristianos, pero bajo los estándares estadounidenses, no son del todo
blancos. ¿Son occidentales Albania y Bosnia? Tal vez. Bajo los
estándares estadounidenses, sus habitantes son blancos. Pero son en su
mayoría musulmanes”. De modo que, queda evidenciado que los factores
étnicos, institucionales y religiosos son determinantes en la noción
sobre la occidentalidad de un país. Lo geográfico pasa a segundo plano,
cuando es evidente que hay pueblos que son considerados occidentales sin
que el territorio de su nación esté ubicado en el hemisferio
occidental.
Es preciso
hacer énfasis en esta cuestión, debido a que es en ella que el
pensamiento de Aleksandr Dugin encuentra su mayor potencial y
justificación. Como señala Dugin en Morgado (2017), los brasileños no
son completamente occidentales y no comparten los valores
individualistas-liberales que caracterizan a Occidente. El pensamiento
de Dugin sobre los brasileños se extiende, a grandes rasgos, al resto de
América Latina. La América no-inglesa es concebida por Dugin como una
región que tiene el potencial para ser aliada estratégica de los
intereses de la Gran Rusia, debido a las contradicciones culturales que
existen entre los americanos. Los latinoamericanos deben superar su
condición de dependencia con el centro, conquistar la grandeza y
oponerse a los Estados Unidos. Es prioridad para Rusia apoyar a los
movimientos culturales y políticos que se opongan a los Estados Unidos,
con el fin de desestabilizar a este país, a través de campañas de
información, apoyar a los movimientos que puedan exacerbar las tensiones
étnicas y fomentar el separatismo.
América
Latina es una región en la que las tendencias eurasianista y
atlanticista están en constante tensión, quizá en una intensidad hasta
mayor que en el resto del mundo. En América Latina, los paradigmas
atlanticista y eurasianista no solo se tocan a raíz a los intereses de
las grandes potencias sobre este territorio, sino también por su
particular geografía, en un céntrico espacio que históricamente ha
servido como conexión del mundo en toda la compleja extensión del
término: ideas, comercio, emociones, sentimientos, armamento, personas,
etcétera. Debido a su riqueza cultural y constante interacción entre
cosmovisiones antagónicas, en América Latina está surgiendo una nueva
identidad y es en donde los planteamientos de Dugin sobre la cuarta
teoría política adquieren mayor relevancia. El proyecto eurasianista de
Dugin no ha sido planteado por y para Latinoamérica, sino por y para
Eurasia, en el marco del surgimiento de la gran Rusia. Pero América
Latina es entendida como el espacio de conflicto vital con el enemigo #1
de los rusos: los Estados Unidos de América.
Aleksandr
Dugin, considerado la mano derecha ideológica de Vladimir Putin, ha
sido una de las voces más radicales en su círculo, con respecto al caso
de Venezuela. Mientras que otros asesores han recomendado que Putin tome
una posición más moderada en Venezuela, ha sido Dugin el que ha
señalado que Rusia, a toda costa, debe apoyar los movimientos
anti-estadounidenses en América Latina, incluso militarmente. A juicio
de Dugin, es imprescindible que Venezuela se incorpore a la OCS
(Organización de Cooperación de Shanghái), la OTSC (Organización del
Tratado de Seguridad Colectiva) y la Unión Euroasiática, esta última
sigue los lineamientos de su doctrina geopolítica. Aleksandr Dugin en
Álvarez (2016) dijo: “Fue en Venezuela dónde el héroe de la liberación
de América del Sur, Simón Bolívar, comenzó su lucha. Que la segunda ola
de la descolonización se inicie desde el mismo lugar. Hay que apoyar a
Maduro”.
Para el
más importante ideólogo de Vladimir Putin, el señor Aleksandr Dugin,
Venezuela tiene un papel fundamental en el marco de la estrategia de
desestabilización de los Estados Unidos, tanto a nivel interno, como en
su eje de influencia. América Latina, si bien no forma parte, al menos
no en términos estrictos, del “eurasianismo”, es vista como un bastión
estratégico y de lucha fundamental para que Rusia se pueda convertir en
una potencia mundial, luego de que movimientos pro-rusos lleguen al
poder en Europa Central y Europa del Este. Este es un aspecto
fundamental que no debe perderse de vista a la hora de analizar la
crisis de Venezuela: Rusia se juega su proyecto geopolítico y
geoeconómico a largo plazo, mientras que Estados Unidos ve en riesgo su
estabilidad como superpotencia, ante una potencia ambiciosa y hostil que
ha mostrado tener el potencial suficiente para hacerle daño a su
política exterior alrededor del mundo; los estadounidenses ven en Rusia
un país hostil y nocivo que debe ser frenado antes de que sea tarde. Con
el control de Alemania, Japón y Francia, después de haber destruido a
la OTAN, Rusia tendría el poder del cual carece actualmente.
En
estos momentos, Rusia no es una superpotencia. Pero tiene un plan para
convertirse en una, y la gran preocupación de los estadounidenses reside
en que el proyecto geopolítico de la nueva Gran Rusia no se ha podido
frustrar. El control de Ucrania, Georgia y Venezuela es fundamental en
todo esto; el auge de los movimientos de ultra-derecha en Europa,
especialmente de aquellos que manifiestan abiertamente su apoyo por
Vladimir Putin, es percibido como una potencial amenaza por Estados
Unidos, cuyos académicos estudian con atención, desde hace varios años,
el proyecto geopolítico y geocultural de Dugin en Europa, que define a
Alemania y Francia como objetivos prioritarios para expandir la Gran
Rusia. Un análisis político sobre Venezuela, que ignore el proyecto
eurasianista de Dugin, está obviando el pensamiento ideológico del
principal asesor de Vladimir Putin; le esconde a la gente la razón que
justifica el hecho de que Rusia sea considerada una gran amenaza para
los Estados Unidos, más allá de su limitado desempeño en materia
económica.
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Vicente
Quintero es culturólogo político. Licenciado en Estudios Liberales de
la Universidad Metropolitana de Caracas, con énfasis en la politología.
Cursa actualmente un postgrado en Gobierno y Políticas Públicas. También
estudió, durante 1 año, Lengua y Cultura Rusa en el Instituto de
Estudios Internacionales de la Universidad Politécnica Estatal de San
Petersburgo (Rusia). Quintero ha sido intérprete-traductor y asesor
político de periodistas y empresarios extranjeros en Venezuela. Quintero
es analista del Centro Internacional Anti-Crisis de San Petersburgo, el
cual publica en inglés, ruso y francés. Quintero es columnista de El
Nacional Web (Venezuela), Ideas en Libertad, Cultura Colectiva (México),
The Global World (España), WTC Radio (Venezuela), ProEconomia, Alternos
(Venezuela), American Herald Tribune (Estados Unidos) y La Trenza
(México).
Sus
artículos también han sido publicados por Entorno Inteligente
(Venezuela), Maduradas (Venezuela), Enlace Judío y Иносми — Россия
Сегодня (Rusia). En el año 2018, ha tenido la oportunidad de presentar
sus obras de arte en el Museo Alejandro Otero (Fundación de los Museos
Nacionales de Venezuela). A través del arte, Quintero expresa la
realidad política y económica del mundo. Quintero habla cuatro idiomas:
español, inglés, ruso y alemán. Quintero ha dado entrevistas para la
BBC, Россия 24, Izvestia, WTC Venezuela y otros medios nacionales e
internacionales. Quintero además ha aprobado la mitad de los créditos de
la Licenciatura en Psicología de la Universidad Metropolitana de
Caracas, lo que le ha permitido desarrollar inteligencia emocional.
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