
Resumen Latinoamericano, 8 de octubre de 2021.
54 años es fácil de decir, pero es toda una vida, tenía 6 años, estaba a punto de cumplir 7 cuando me dijeron que mi padre había muerto. Un niño muy pequeño no sabe realmente lo que significa, pero creces y a medida que creces extrañas tanto la presencia de tu padre, realmente quieres tener esa presencia, poder hablar con él, sentarte en sus piernas, acariciarlo, besarlo, y nunca pude.
Pero mi padre dejó un legado muy bonito, digamos de coherencia. No puedes decir algo si no lo pones en práctica, esa pregunta está en el aire. Mi padre demostró que se necesita coherencia, ética revolucionaria y amor, un gran amor para poder dedicar lo mejor de la vida a intentar salvar la vida de los demás.
Comenzó como médico, un médico joven que quizás quería encontrar una cura para enfermedades tan terribles en ese momento como la lepra, para soñar con ser un gran científico. Pero cuando llegó a nuestra América y comenzó su travesía por la Gran Patria, comenzó a notar otras cosas, comenzó a despertar esa conciencia de ser humano, de intentar mejorar su vida, ya no como médico, sino como persona. , como hombre, tratando de hacer la vida de los demás más bella, más plena, más plena.
Mi padre dedicó los mejores años de su vida a esto, y se dio cuenta aquí mismo en Cuba que para ser un médico revolucionario se requiere una revolución y que tal vez, y tal vez solo, puedas dedicar tu vida aislada a tratar de mejorar la vida de alguien. más, pero no es suficiente. Por eso es importante el movimiento social, la fuerza colectiva para poder avanzar, para crecer como pueblo. Aquí en Cuba aprendió la unidad del pueblo, la fuerza del pueblo cubano fue la que le mostró que solo así podríamos ser mucho mejores y vivir con mucha más claridad lo que aspiramos para nuestro pueblo. .
Papá decidió dar el ejemplo y eso para mí también es una de las cosas que más respeto y admiro de mi papá. Amaba a una mujer, tenía 4 hijos pequeños, bueno, 5 con mi hermana mayor, y realmente dejó de lado todo eso para intentar hacer otra cosa para que otras personas pudieran mostrarles un camino diferente. No podía simplemente hablar, tenía que practicar y eso es lo que hace a mi padre un hombre muy coherente, dijo lo que pensó e hizo lo que dijo.
Creo que eso lo hace inmenso como figura, como ejemplo para las nuevas generaciones, esa capacidad de amar que le permitió dejar a sus seres queridos porque tenía que amar, tenía que dedicar su vida a otras personas. El amor le dio la fuerza para seguir adelante.
Son hombres como estos que, a pesar de los 54 años de ausencia física, tenemos que seguir recordando y practicando, tomándolo todos los días, eso es lo que hace que sigan viviendo con nosotros y eso es lo que siempre apuntamos para que el Che siga siendo. ese ejemplo de vida tan necesario para que las nuevas generaciones promuevan con su ejemplo la construcción de un mundo mucho más justo y mejor para todos. Es el mejor recuerdo de un hombre así.
Fuente: Comité carioca de solidaridad con Cuba – Traducción Carmen Diniz
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