(A Juan David y a Natalia)
En esta ocasión, cuando escribo con un retraso que sólo podría explicar privadamente en un libelo aparte a mi querida Rosa Árevalo, timón de Voces, que seguro no le parecerá una postal ficcional del personaje más metafórico de Sobre Héroes y Tumbas, Fernando Vidal Olmos, de Ernesto Sábato; la comenzé a trazar el día del periodista y pensé divagar sobre unas revelaciones de Cladovaldo Hernández y la rugosa epidermis del periodismo venezolano y su estado actual.
Cuando quería contar el momento en que imaginé cómo el arte de interesarle con esa erudición que lleva el llanero por dentro, la curiosa labor de coleccionar estampillas a mi Padre José Esteban Ruiz-Guevara en Puerto de Nutrias de Barinas, se atravesó mi hermano con un texto sobre nuestros oficios de escritores y de periodistas a lo largo de muchos años, donde marca los distintos caminos que, exceptuando a Tania, que obtuvo su título en la UCV de la mano de Eleazar Díaz Rangel, Héctor Mújica y otros maestros de la comunicación social, nosotros lo hicimos por las vías de la crónica, la denuncia social, la militancia política, y otros caminos que nos llevaron a la Roma del periodismo incluso undergraund, cultural y humorístico.
Sin dudas la marca de Papá estuvo tatuada en esas experiencias, quién fue un periodista desde joven, quizás por vocación y por destino
A ver que recuerdo: corresponsal de El Nacional desde 1946, carnet que conserva Leonardo en sus archivos. Fundó Debate, un semanario poblado de variadas secciones excluyendo algunos deportes y La Tacamajaca, periodico humoristico, en 1969, donde se mamaba el gallo el mismo y, burlándose, afinaba la puntería hacia sus amigos y camaradas.
De Tribuna Popular fue su corresponsal en Barinas y su nombre siempre estaba en revistas y periódicos del pueblo y de Venezuela como poeta, opinador y, en algunos casos, con seudónimos graciosos.
Fundador de la Asociación Venezolana de Periodista (AVP), seccional Barinas. Fue el primer periodista colegiado del CNP en el estado y también fundador de esa seccional.
Escribió en Avance, Frontera, El Vigilante y Diario Los Andes en Mérida; también en el Tiempo en Trujillo durante sus últimos años.
En su afán historiográfico reunió y catalogó la prensa escrita de Barinas desde la primera publicacion
y cuyos volúmenes reposan en su biblioteca merideña.
Los pseudónimos Estebandido, estebandolero, LuisLis, el Conde Cagliostro, son frecuentemente recordados por nosotros y las gentes hoy, a propósito de la variedad y curiosas temáticas y más aún cuando ya es extinto el periódico impreso en Venezuela.
Muy probablemente en tales "vocaciones", que comienzan originariamente siendo impulsos de la conciencia que fue haciéndose en la vida de mi Padre un viaje de su lúdica imaginación hacia la construcción de un imaginario que a lo largo de la vida le sirvió de contrafuerte para su fecunda e intrincada formación ideológica e intelectual en unas dimensiones que despertaron la inocencia de muchos de sus contemporáneos, paisanos y gente dedicada a especialidades científicas, esté en su infancia y comienzo de la adolescencia vivida en Puerto de Nutrias, a donde llegaban en barcos diversas mercancías y correspondencias procuradas por las familias que podían adquirir materiales ya confeccionados o en materias primas para ejercer actividades comerciales: fue un mundo complejo y al mismo tiempo maravilloso que alimentó el afán de investigador e historiador que fue.
Nacer en un puerto que fue, como el de Nutrias, enclave en la formación territorial de una región surcada por ríos que servían de enviones transocenicos al proceso continuo que asentaba los propósitos de la dominación de España en América (y de otros imperios europeos que clavaron sus ojos y sus garras en la América Central y del Sur, en las regiones más estratégicas para la ocupación, como Argentina y la llamada Triple Frontera en cuyo centro está el acuífero de Guaraní), más aún cuando la navegación propiciaba el contrabando del tabaco como una fuente económica, de pieles y plumas de aves y otras prendas negociables; representaba una puerta libre para imaginarse el otro lado del mundo, sus piezas de ajedrez, su diversidad cultural, sus tentáculos nacidos desde las entrañas de las mitologías originarias de la cultura universal y sus visos grecolatinos y cristianos.
Como alguna vez dijo Borges sobre su afición a las estampillas, reconociendo su temprano estrabismo: "eran una de las cosas que mejor veía". Y ya viejo y ciego, recordaba y cayó en la cuenta de la utilidad de ese recurso cuando quería recuperar la infancia, pues recordaba las figuras, sus caras y sus simbologías, tanto más en las estampillas como en los libros.
Pero Papá no fue miope. Sí, un creador que se daba el lujo de decirnos lo que no aparecía en los periódicos de su época: "que en la clandestinidad se cansó de ver de cerca la cara de los extraterrestres y los tripulantes de sus naves".