Como era de esperarse, de acuerdo a todas las encuestas serias y las proyecciones econométricas ganó Nicolás.
Y también, como no podía ser de otra forma, la candidatura de la ultraderecha gritó FRAUDE. Postura tradicional asumida siempre que no alcanza sus objetivos.
De esta forma, el árbitro es una maravilla si me proclama. En caso contrario, un tahúr.
Por supuesto, no podía faltar algo de cibernética en el asunto. Atacar la transmisión, el conteo y la publicación de resultados desde la cuna de Alejandro Magno fue una jugada de bajo pelo aunque audaz.
Su finalidad, ganar tiempo para desestabilizar nervios y crear caos. Generar zozobra y tensiones. Caldo de cultivo perfecto para enviar púberes, núbiles y efebos, la mayoría de reciente llegada a Venezuela, hacia el pandemónium cobijados en una libertad disecada.
Obviamente, dinero y drogas de cualquier cuño sazonaron la escena. Los resultados, terror, destrucción, amenaza, humillación, golpes y muerte, en fin, guarimba.
Sin embargo, los contratantes o contratistas no contaron con Narciso. Y es que la enfermedad del selfi onfálico no podía estar fuera de "la película". Cada vándalo se grababa, tomaba alguna foto o subía un TikTok en plena faena destructiva.
Resultado: detención, prisión y proceso judicial bajo la acusación de terrorismo, entre otros cargos.
A todas éstas ¿Y dónde está el piloto? Tanto marionetera como monigote alentando la pira y la algarada desde el poco espacio de maniobra.
¿Qué pasará? Tras la petición de recurso de amparo de Nicolás ante el Tribunal Supremo de Justicia le tocará a los candidatos presentarse ante este Poder. La pregunta de hoy: ¿Se presentará a la cita en horas vespertinas el monigote con las pruebas de su grito fraudulento?
Manuel Amarú Briceño Triay
Mérida, 1 de agosto de 2024