A lo largo de las casi ocho décadas de existencia del país, el Mossad, creado en 1949, ha intentado (y en ocasiones conseguido) asesinar a líderes de países y a opositores de muchas formas diferentes, algunas tan elaboradas como inusuales. LEER MATA En la década de los 70, un complot para asesinar a Saddam Hussein incluyó un libro cargado de explosivos. El dictador iraquí era notoriamente paranoico y prefería que ciertos objetos fueran abiertos por sus oficiales antes de que él los utilizara. Su paranoia le salvó la vida en esa ocasión, porque el libro explotó en las manos de su subalterno, sin herir a Hussein en absoluto. EL PELIGRO DE LA HIGIENE DENTAL En 1978, el Mossad asesinó al líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina, Wadie Haddad, envenenando su pasta de dientes. De alguna forma reemplazaron su tubo de dentífrico por otro idéntico cuyo interior albergaba una toxina elaborada por científicos israelíes, que se filtró por las membranas mucosas. EL PÁDEL ES MÁS SEGURO QUE EL TENIS En 2010, agentes del Mossad asesinaron a un suministrador de armas de Hamás, Mahmoud al-Mabhouh, descendiendo hasta su habitación de hotel en Dubái. Los agentes llegaron a Emiratos Árabes Unidos volando desde diferentes países europeos con pasaportes falsos haciéndose pasar por tenistas. Mataron a Al-Mabhouh con una droga paralizadora. AL ESTILO IKEA En 2021, el Mossad asesinó al jefe del programa nuclear iraní, Mohsen Fakhrizadeh, con una ametralladora de control remoto. La introdujeron en Irán pieza por pieza, la ensamblaron una vez dentro del país y la instalaron en el lugar en el que emboscaron a Fakhrizadeh. Fuente: The Telegraph
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