¿Se enfrentarán Trump y Kennedy a dos de los intereses más arraigados y poderosos de la historia?

El 9 de febrero de 1990, el secretario de Estado norteamericano, James Baker, aseguró a Mijail Gorbachov que si el líder soviético cooperaba con la unificación alemana, la OTAN no se expandiría “ni un centímetro hacia el este”. Esta fue sólo una de las muchas garantías de seguridad soviética que los líderes occidentales dieron a Gorbachov y a otros funcionarios soviéticos durante el proceso de unificación alemana en 1990 y en 1991.
El 12 de diciembre de 2017, el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington desclasificó documentos estadounidenses, soviéticos, alemanes, británicos y franceses sobre estas garantías. Como informó el Archivo de Seguridad Nacional en ese momento:
Los documentos muestran que varios líderes nacionales estaban considerando y rechazando la membresía de Europa Central y Oriental en la OTAN a principios de 1990 y durante 1991, que las discusiones sobre la OTAN en el contexto de las negociaciones de unificación alemana en 1990 no se limitaron en absoluto al estatus del territorio de Alemania Oriental, y que las quejas posteriores soviéticas y rusas sobre haber sido engañadas sobre la expansión de la OTAN se basaron en memorandos y comunicaciones telefónicas contemporáneas escritas en los niveles más altos.
Los documentos refuerzan la crítica del ex director de la CIA, Robert Gates, de “seguir adelante con la expansión de la OTAN hacia el este [en los años 1990], cuando a Gorbachov y a otros se les hizo creer que eso no sucedería”. La frase clave, reforzada por los documentos, es “se les hizo creer”.
Como ahora sabemos, Estados Unidos rompió esas garantías (una decisión que George Kennan , el principal arquitecto de la política estadounidense de contención soviética durante la Guerra Fría, calificó de “un error fatídico” en su editorial del 5 de febrero de 1997 en el New York Times ).
En la Cumbre de la OTAN de 2008 en Bucarest, el presidente ruso Vladimir Putin se dirigió a la asamblea y manifestó su oposición a los planes estadounidenses de desplegar defensas contra misiles en Polonia y la República Checa, y su oposición a las solicitudes de adhesión a la OTAN de Georgia y Ucrania.
Sospecho que, al manifestar su vehemente oposición a la adhesión de Ucrania a la OTAN, Putin dio a los dirigentes de la OTAN una señal precisa de cómo podían inducirlo a comprometerse en una arriesgada aventura militar en Ucrania. Desde que leí el editorial de George Kennan en el Times de 1997 , ha quedado claro que el gobierno de Estados Unidos ha tratado de mantener la enemistad con Rusia para mantener la OTAN y justificar los enormes gastos continuos del Departamento de Defensa en sistemas de armas. En otras palabras, durante la Guerra Fría, la OTAN se convirtió en una vaca sagrada que nadie en Washington se atrevería a sacrificar.
De la misma manera, cualquiera que haya estudiado seriamente la historia de la medicina entiende que las medidas sanitarias rigurosas y los antibióticos son los verdaderos vencedores de las enfermedades infecciosas, y NO las vacunas. El culto a las vacunas nació y se promulgó durante una época en la que la mayor parte de la humanidad vivía en la miseria. Enormes avances en materia de saneamiento, agua potable, modernos aparatos para lavar la ropa de cama, etc., han revolucionado la salud pública. Además, muchas enfermedades infecciosas que antes mataban a niños ahora son fácilmente tratables con antibióticos y otros avances médicos.
Y, sin embargo, las vacunas siguen siendo, como la OTAN, una vaca sagrada. ¿Se enfrentarán Trump y Kennedy a dos de los intereses más arraigados y poderosos de la historia de la humanidad?
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