José Sant Roz
- Cuando Bolívar liberó la Nueva Granada (país de etéreos cuentistas y abogados), tal cual como la Hidra de mil cabezas, estallaron por doquier los geniales doctores que lo sabían y arreglaban todo. Unos rábulas que jamás habían hecho el menor sacrificio por la independencia, más aún, eran realistas y cobardes por naturaleza, ladinos e intrigantes. Entre lo que se destacaban en estas perversiones legalistas, tenemos a los señores Francisco Soto y Vicente Azuero, ambos consejeros del Estafermo de Las Leyes, don Francisco de Paula Santander. Fue Azuero enemigo acérrimo del General Antonio Nariño, y le hizo una oposición formidable a su proyecto federativo a principios de 1822, y luego junto a Santander y Soto, lo condujeron al suicidio. Siempre tuve la impresión de que el precursor Nariño se había suicidado, y vino a confirmarme esta suposición el propio liberal y acérrimo enemigo de Bolívar, don Florentino. González quien escribió: “hay quien piense que él abrevió este fin común a la humanidad”, (Memorias), Florentino González, Edit. Bedout, vol. 91. Colombia, 1975. pág. 81.
- Pues bien, entre esa caterva de doctores de la capital (Bogotá) de la Gran Colombia -quienes antes habían sido empleados del Pacificador Pablo Morillo, y que luego llevaron el título de “liberales”- propusieron el más extraño y abominable plan de estudios para la república. Bolívar estaba en los campos de batalla y escribía al Vicepresidente Santander que no fueran a cometer el error de hacer un proyecto para las escuelas que comenzase con gritos reformistas, con sofismas sobre los “derechos del hombre” que acabaran incendiando al país con diatribas infernales partidistas. Que tuviese cuidado con esos maestros de la intriga que todo lo enredan y pervierten con sus falacias, el engendro de profetas y “salvadores de la patria” de tres cuartillos. Y que tuviese cuidado de eso, precisamente cuando ya la Independencia se estaba consolidando; que se cuidara sobre todo de aquellos militares y abogados que no habían participado activamente en la revolución porque iban a revivir los artificios de la federación y a fuerza de perturbación, mantener a la república en total estado de inestabilidad.
- Esta profecía se cumplió de manera infalible, desgraciadamente tal cual como lo expresaba el Libertador en sus palabras, y quienes la ejecutaron fueron arteramente fueron: Vicente Azuero, José Hilario López, José María Obando y Francisco Soto, Florentino González, entre otros eminentes manipuladores. Le aconsejaba el Libertador a Santander que antes de hablar de derechos del hombre había llegado el momento de enseñarle sus deberes. Pero se hizo exactamente lo contrario, porque Santander era un hombre de partido, poco culto, quien apenas estrenándose como Vicepresidente se dejó alucinar por abogados como Vicente Azuero y Francisco Soto, quienes siguiendo la moda de los radicales liberales europeos, se hicieron “anticatólicos”, ateos, algunos masones, haciendo alarde de superar en genialidades a los más destacados griegos y latinos, no obstante haber sido muy bien tratados por los realistas durante la época difícil de la larga guerra independentista.
- Vicente Azuero era un camaleón de cien colores que, en cuanto a la política de partidos, discurrió por las posiciones más opuestas a las ideas del Libertador, y se convirtió en el oráculo de los “liberales”. En 1818 fue servil al gobierno de Pablo Morillo (en Bogotá), luego, cuando Bolívar llegó a la capital en 1819, fue de los primeros en buscarle para vitorearlo y ofrecerle sus “humildes servicios” como abogado. De inmediato pasó a ser consejero de Santander y llenó de planes estrafalarios a la República. Se concitó los ánimos de los curas, por ser uno de los más fervorosos sostenedores de las leyes hirientes y exageradas contra los principios religiosos (aunque tenía un hermano cura). Por ser sumamente irritable, estuvo desde 1821 hasta 1826, dándose de las greñascon otros diputados por discusiones irrelevantes y miserables. Así lo encontró Bolívar en 1826, cuando llegó del Perú. Aún aquellos “liberales” se sentían profundamente ofendidos por que Bolívar sin las Facultades Extraordinarias (condición exigida por Santander y su grupo desde el Congreso, para que Bolívar fuese derrotado en Perú) había logrado libertar a toda la América del Sur. Libertador a todo el continente, a ellos les importaba poco. Entonces a Azuero le dio por decir que se avecinaba una tiranía, y como tenía fuerte ascendiente sobre el Vicepresidente que no había leído sino los resúmenes de los libros que leía Azuero, entonces concibieron publicar los ataques pérfidos contra el Libertador en la Gaceta Oficial. Desde entonces Bolívar vino a ser para los liberales un “Tirano”, “Usurpador”, “Déspota”.
- Cuando Bolívar regresó de Venezuela, luego de resolver lo del alzamiento de Páez, Azuero huyó de Bogotá porque creyó que el “tirano” lo castigaría. Había escrito Azuero que los granadinos debían separarse de Venezuela y proponía crear un Estado aparte; además aconsejaba a Santander que se opusiera a la entrada Libertador a Bogotá, y que no lo dejara asumir el gobierno. Bolívar sentía harto desdén por estas torpezas y no las tomaba en cuenta, y cuando Santander le dijo que “su querido amigo” Azuero temía una seria reprimenda, con media sonrisa el Libertador le respondió que Azuero veía peligros donde no los había, y que era un hombre confundido.
- Pues bien, de aquellos polvos vino el atentado del 25 de septiembre, pero antes de que se ejecutara, Azuero corrió al pueblo del Socorro. Se le buscó (por las denuncias que hicieron algunos comprometidos en el complot), y le dio por escribir gemebundas cartas a Bolívar, diciendo que él era un hombre totalmente equivocado, y que le habían interpretado mal sus ideas. No obstante, fue arrestado y desde su celda en el Socorro, dirigió una representación humillante al Libertador, con fecha de 5 de octubre, en la que afeaba la conspiración de 1828, y protestó su inocencia con la resolución de abandonar la política para siempre. Al mismo tiempo escribió una carta al secretario de relaciones exteriores, doctor Estanislao Vergara, su amigo y compañero en la dirección de estudio, suplicándole le pidiese al Libertador su libertad, e insistía en que tenía tan aborrecida la política que nunca volvería a participar en ella, y agregaba: “Haga pues, los últimos esfuerzos en mi favor firmemente persuadido de que nunca, nunca le haré quedar mal. Yo no quiero ni aun volver a esa ciudad, ni pasar a otra provincia: tengo aversión hasta a la abogacía; una reducida hacienda aquí, es todo mi anhelo y sepultarme allí hasta la muerte[1]”.
- Así fueron los “liberales” que fundaron a Colombia y acabaron dejándole legado tan horrendo, para que a la postre acabaran prosperando en política personajes como Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque. Azuero también fue artífice en el asesinato de Sucre, sentó las bases del partido liberal, que han mantenido en guerra a Colombia hasta hoy. Nos detenemos en este penoso carácter, porque de él provienen los padres de la nacionalidad sanguinolenta de una república que ha vivido en permanente estado de sitio: abuelo “liberal” de don Germán Arciniegas, el maestro y el patriarca de los rábulas, de los picapleitos, de los partidos y de la interminable guerra civil que aún asola a eses país. Pues bien, fue Azuero el creador del primer plan de estudio del cual surgieron esas turbas de tremebundos “revolucionarios”, que plagaron de leyes absurdas y de partidos criminales, por más de medio siglo, tanto en Colombia como en Venezuela. Muerto Nariño, apuntó sus baterías contra el Libertador. En 1828, Azuero se volvió fanático defensor del sistema federal (que los llaneros venezolanos llamaban “feberal”), hastael punto de que dejó a la República sin lenguaje constitucional, al disolverse la Convención de Ocaña. Más tarde, como dijimos, cuando huía del país a consecuencia del atentado de septiembre, escribió al Libertador, para hacérselo favorable a un proyecto de constitución monárquica (con Bolívar a la cabeza) para Colombia,¡Que tal! Este fue el mismo personaje que propuso como dictador a Obando en 1830. Nunca dejó la política y finalmente se eclipsó cuando el señor Santander se opuso a su candidatura en 1837. Tuvo la torpeza de decirle a su protector (Santander), que no se inclinaba por la candidatura del General José María Obando porque éste había asesinado a Sucre, no obstante que sin Obando no habría existido República de la Nueva Granada, ni Santander en su presidencia, ni siquiera partido “liberal”. Dicho asesinato reportó tantos “beneficios políticos” (como se estila hoy en nuestras Repúblicas latinoamericanas) al partido “liberal” que hubo un pacto de sucesión para ocupar la presidencia entre los más “eminentes” que ejecutaron este espantoso asesinato. Fue así como José Hilario López y Obando (éste dos veces) fueron presidentes de la Nueva Granada.
[1] Copiado de su autógrafo de la familia Vergara. Citado por José Manuel Groot”.