José Sant Roz
- Ayer sábado, 22 de noviembre, hubo revuelo en Mérida: las estaciones de servicio de gasolina colapsaron. Corrió la bola de que EE UU había ordenado a las líneas de Occidente suspender todo vuelo a Caracas, para evitar una catástrofe en caso de que se procediese a invadir el aeropuerto de Maiquetía. Una hija que tengo en el exterior me llamó para decirme que su agencia de vuelo le había informado que ya ella no podía venir a Venezuela en diciembre: ¡SUSPENDIDO EL VUELO! Lo que me llama la atención de todo esto, es la presteza como cada quien vela por sus propios intereses personales, corre a atender lo suyo, y cuando se trata de una convocatoria para buscar las soluciones de la comunidad entonces jamás acuden a una reunión. No les importa y hasta se molestan y hablan de los hediondos y feos chavistas. Pero luego, a la vez, para quejarse qué valientes, qué audaces, ¡qué arrechos!, cómo sueltan maldiciones porque un brocal se desbarrancó en su urbanización, porque se produce un apagón, porque el internet no les funciona, que si el agua no les llega, por los huecos en la calle, la carestía, entonces, ¡CARAJO!, cómo lloran y cómo maldicen por todo eso, pero para reunirse para resolver ¡NADA!
- En medio de todos estos rumores (por lo general falsos y maliciosos), doña María Corina Machado ha dicho que lo primero que hará al salir de Venezuela será echarse un chapuzón. Cómo añora –dice ella- el aire de mar Caribe, cómo ansía sumergirse en el mar Caribe hasta más allá de los hombros como dice el poeta, y sobre todo con qué alegría lo haría, ahí donde están los gringos con sus destructores, con el portaaviones más grande del mundo, el USS Gerald R. Ford. Hay mucho dolor en los opositores al “régimen” porque doña María Corina está sufriendo en su soledad, en su cueva, en su escondrijo, en la horrenda clandestinidad, en la que nadie sabe dónde se encuentra, pero desde la que da entrevistas y conferencias, envía mensajes por las redes casi todos los días. Sólo los gringos saben dónde se encuentra. Pero ella cuenta con todos los artilugios necesarios para salir siempre bien acicalada, procurando con sus gestos dar serenidad, aplomo, fuerza, hidalguía a sus seguidores: “Ya casi”, “estamos cerca”, “no pasa de esta semana”…
- Ante estos últimos rumores, doña María Corina está contenta con todo lo que se anuncia desde EE UU contra Venezuela, ella acaba de decir que la medida de Occidente de suspender todos los vuelos a Venezuela ha sido PROFUNDAMENTE acertada, ABSOLUTAMENTE necesaria y DETERMINANTEMENTE positiva para el fin del régimen y la democracia global. Aunque ya ella tenga las maletas listas para coger a Noruega nunca le faltará una ayuda, el fulano pasaje, el ticket que a los demás pendejos que la apoyan les hace o les hará falta. Ella sin duda alguna, irá a recibir el grandioso galardón del Nobel de la Paz, tomando su vuelo en cualquier lugar secreto, para eso ella no tendrá problemas, perturbaciones, retraso alguno. Ningún otro venezolano debe volar hasta que caiga el régimen ha dicho…
- Por otro lado, allá en las antípodas, multitud de líneas aéreas de Occidente, plegadas a los rumores de la horrible guerra psicológica contra nuestro país, se unen al cuento de que ya nadie podrá volar a Venezuela. Los que perdieron su TPS en el Norte están entre dos y tres, que si los pela el chingo, los coge el sin nariz. Y en medio de esta ola preocupante de rumores, corre por las redes que doña Fabiana Rosales, la esposa del interino Juan Guaidó (tan adorado en sus inicios como “presidente encargado” por millones de venezolanos), había informado que se aplicó bótox por primera vez (dicen en las redes: les salieron arrugas en la cara de tanto llorar por su país), y que ahora se ha operado su quijada (borrico). Le han hecho una seria rectificación a su jeta. Dinero tiene para eso y para mucho más, sobre todo aquella que provenía de la ayuda humanitaria, y aquella que se cogieron de CITGO con la con la que se operaban a tantos niños con cáncer. Otros opinan, que con la noticia de la operación de su jeta ayudará a muchos venezolanos en el mundo a salir de sus atolladeros, de sus traumas, complejos y estéticas aspiraciones. Les dará esperanza, algo es algo, pues, se les presentará por lo tanto un horizonte más halagüeño.
- En las redes, una joven opina: “PARA CASARSE CON ALGUIEN SEMEJANTE, HAY QUE TENER LAS MISMAS CARENCIAS”. Pero también habría que decir que para que alguien hubiese apoyado o apoye a semejantes canallas tiene que haber en fondo de los fondos ideas y sentimiento similares. Hay que parecerse bastante a Fabiana y a don Juan Guaidó para acabar identificándose con tamañas lacras, para haberlos apoyados en su momento, hasta haber llorado por ellos. Lo mismo puede decirse sobre todos aquellos que hoy apoyan a doña María Corina Machado, quien en viviéndoles las pasiones a tantos pendejos logró fenomenal galardón con un premio de casi un millón de dólares. ¡Tomen!
