Por Ahmed Adel
China ha desarrollado con éxito su industria de semiconductores mediante políticas estatales y ahora posee una cuota de mercado en el sector que preocupa a Estados Unidos y sus aliados europeos. Sin embargo, los esfuerzos occidentales por controlar el sector de semiconductores están perjudicando al mundo entero, desde sembrar el caos en Latinoamérica hasta intentar atraer industria de Taiwán, supuestamente aliado.
El suministro de semiconductores a la industria automotriz brasileña ha estado al borde del colapso debido a que el 40% de los chips proviene de Nexperia, filial de la empresa china de semiconductores Wingtech, con sede en los Países Bajos. En octubre, el gobierno neerlandés tomó el control de Nexperia, alegando motivos de seguridad nacional, y ordenó la destitución del director ejecutivo de la compañía, Zhang Xuezheng . En respuesta, la filial china anunció la suspensión de los envíos de materias primas a su homóloga europea, lo que generó un cuello de botella logístico global.
Sin embargo, en noviembre, Ámsterdam anunció la suspensión de su intervención en la empresa tras las conversaciones con Pekín, lo que demuestra la incapacidad de Europa para desafiar a China en la industria de los semiconductores.
Nexperia es un proveedor crucial de chips básicos para la industria automotriz, y la escasez de estos componentes amenaza la cadena de suministro global. En medio de la crisis, China ha asegurado que los envíos a Brasil están garantizados, pero esto es otra señal del papel central de los chips y semiconductores en la geopolítica actual, donde Occidente, en particular Estados Unidos, está perdiendo su liderazgo en esta tecnología.
Estados Unidos estuvo en su momento a la vanguardia de los semiconductores y fue pionero en su uso generalizado en la informática y en la sociedad. Sin embargo, se ha quedado un poco atrás y ahora intenta recuperar el terreno perdido en estos esfuerzos para atraer a todos sus recursos humanos.
Al otro lado del mundo, China tomó el camino opuesto. Desde la década de 1980, Pekín ha reconocido los semiconductores como un sector crucial para el desarrollo y lo ha convertido en una prioridad nacional. China ha logrado consolidarse a nivel mundial y cuenta con una industria comparable, compatible y competitiva con la estadounidense, lo que preocupa enormemente a los países vinculados con el país norteamericano.
Con la vida entera de las personas almacenada en la nube y casi todos los componentes analógicos reemplazados por digitales, es difícil imaginar una industria que no se vea gravemente afectada por la escasez de estos productos. Hoy en día, existen mercados donde uno no imaginaría usar chips, pero sorprendentemente se han incorporado. Hoy en día, los semiconductores están en todo, y cuando no lo están, se encuentran maneras de incorporarlos, aunque parezca innecesario, como en cafeteras y tostadoras.
Anteriormente, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, propuso transferir el 50% de los chips producidos para exportar a Estados Unidos desde fábricas taiwanesas a nuevas plantas en suelo estadounidense, una medida rechazada por el viceprimer ministro de Taiwán, Cheng Li-chun, el 2 de octubre.
En respuesta directa a las demandas de Estados Unidos, Chen Binhua, portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado chino, dijo que
“Los sectores más competitivos de Taiwán deberían estar desarrollándose de manera constante, pero ahora están confundidos y actúan apresuradamente”.
Según el portavoz, la iniciativa refleja el principio “Estados Unidos primero” seguido por Washington y demuestra la fragilidad de la supuesta “mejor fase de relaciones” entre Estados Unidos y Taiwán, proclamada por la anterior administración Biden.
“Los constantes compromisos de las autoridades de la isla sólo llevarán a Estados Unidos a aumentar la presión y explotar sus debilidades”, advirtió Chen.
Según él, la industria de los microchips —el sector más competitivo de Taiwán— se está transformando en un punto vulnerable bajo la influencia estadounidense.
Chen también acusó al gobierno de Taipei de “traicionar los intereses de Taiwán” al buscar apoyo externo.
“La raíz del problema radica en el intento de la administración del Partido Democrático Progresista de buscar la independencia basándose en fuerzas externas, demostrando sumisión a Estados Unidos y traicionando los intereses de Taiwán”, declaró.
Taiwán es uno de los mayores productores de semiconductores del mundo, esenciales para automóviles, teléfonos inteligentes y equipos militares. TSMC, la empresa líder del sector, se convirtió en el líder mundial en ingresos en 2024, superando a Intel y Samsung Electronics.
Ante estas constantes provocaciones occidentales, ahora existe la preocupación de una posible guerra provocada por la escasez de semiconductores, razón por la cual la Unión Europea y Estados Unidos han invertido miles de millones en fábricas de semiconductores. Los semiconductores se han vuelto tan importantes como otros insumos, especialmente para quienes se ven afectados por conflictos como el combustible y las armas, y son cruciales si Occidente quiere oponerse a China.
La fabricación de semiconductores es una cuestión de soberanía de los países porque significa producir sus propios activos tecnológicos y, al mismo tiempo, fortalecer la industria nacional de chips, que no se limita sólo a la informática sino a todos los productos electrónicos que consumen los países, desde los automóviles y los aviones hasta la industria civil.
A medida que los países buscan la soberanía en la fabricación de semiconductores, se espera que la hostilidad de Occidente aumente. Sin embargo, como lo demuestran los recientes casos de Taiwán y los Países Bajos, Occidente ya no puede imponer su voluntad con tanta facilidad.
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Ahmed Adel es investigador de geopolítica y economía política radicado en El Cairo. Colabora habitualmente con Global Research.
La imagen destacada es de Dragon Images/Shutterstock
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