Subimos por la estrecha acera de cemento. Repleta de gentes parece un gusano multicolor. Cada uno busca su oferta para cumplir con el acostumbrado rito del 24 de diciembre.
Atestadas tiendas engullen a cuerpos de todos las formas imaginables. Por supuesto, los avisos por doquier promocionan mercancías y servicios. Algunos inverosímiles nos salen al paso y atrapan nuestra atención.
Leo impreso en una hoja adherida a la descascarada columna de la antigua cafetería "Ritz", lo siguiente:
-"Se reparan luces de Bengala".
Lo peculiar del texto me hace gracia y Manuel Fabricio me interroga:
-"¿Papá, papá, por qué te ríes?
Le indico el cartel y responde, llevándose la mano a la cara:
-"Caray, debemos preguntarle por eso a Anderson, el que repara bombillos. Es muy extraño."
La ocurrencia me toma de sorpresa y sonrío nuevamente.
Un poco más arriba, en la calle 24, el niño me saca de mis pensamientos sobre la antigua casa Dávila y me pregunta:
-"¿Qué son supositorios?"
Mi expresión lo lleva a mostrarme otro cartel que cuelga de un ventorillo ubicado en plena calzada: "Se venden mini fo, mata suegras y supositorios explosivos. 100% garantizados."
Sólo la grácil figura de la vendedora enfundada en una licra gris ajustada, combinada con visera de tenis anaranjada y lentes oscuros me saca de la sorpresa.
Apenas logro responderle:
-"Esos chinos si inventan cosas."
Manuel Amarú Briceño Triay
Mérida, 24 de diciembre de 2025.