Escrito por Alan Woods |
Viernes 17 de Febrero de 2012 |
La
crisis griega ha alcanzado el grado de situación pre-revolucionaria. El
domingo vimos la mayor manifestación en la historia de Grecia. Cientos
de miles de personas se reunieron ante el parlamento de Atenas para
protestar contra el acuerdo reaccionario. Aquí estaba la verdadera cara
del pueblo griego: trabajadores y estudiantes, jubilados y comerciantes,
jóvenes y viejos. Todos salieron a las calles para expresar su rabia.
Los sentimientos
están muy exaltados sobre el precio que el país está siendo obligado a
pagar por su segundo rescate financiero: un préstamo de 130 mil millones
de euros de la UE y el Fondo Monetario
Internacional, destinado a evitar la amenaza de bancarrota y su salida
del euro. Sin embargo, el llamado préstamo está condicionado a un
paquete de austeridad que incluye un nuevo recorte de € 3.300 millones
en salarios, pensiones y puestos de trabajo para este año, añadiendo al
sacrificio de cuatro años de recesión, salarios más bajos y desempleo
más alto. La presión implacable ejercida por la UE ya ha reducido los
niveles de vida a niveles mínimos, sumiendo al país en una profunda
depresión. El desempleo se ha disparado a más de un millón. La cifra
oficial de 21% subestima la magnitud del problema. No tiene en cuenta el
gran número de trabajadores griegos que en teoría están empleados, pero
no han sido pagados durante semanas o incluso meses. Recortes de
pensiones por un total de 300 mil millones de €, una reducción del 22%
en el salario mínimo (32% para los menores de 25 años) y la pérdida de
150.000
puestos de trabajo del sector público para el año 2015 golpearán a casi
todos los hogares griegos. Los hospitales se están quedando sin
medicamentos. Los salarios y las pensiones se han reducido. El estado de
ánimo de la gente se está volviendo desesperado. Naturalmente, las
medidas de austeridad no afectan a los ricos. Estos tienen cuentas en el
extranjero y han enviado su dinero fuera del país. Toda la carga de los
aumentos de los impuestos recae sobre los hombros de los pobres, los
pensionistas, los trabajadores y los pequeños comerciantes. El pueblo
griego se enfrenta a recortes aún más pronunciados en las pensiones, los
salarios y una caída mayor en los niveles de vida, y su paciencia se ha
agotado. Los
sacrificios involucrados en el cumplimiento de los
términos del último paquete de austeridad han enfurecido a los
sindicatos y los trabajadores, mientras que las exigencias alemanas de
medidas aún más duras como condición para la permanencia griega de la
zona del euro han provocado una furia generalizada del público. El
estado de ánimo de indignación candente, finalmente se desbordó el
domingo, cuando las más recientes y más salvajes medidas de austeridad
fueron planteadas al parlamento griego para su aprobación. El resultado
de la votación fue de 199 contra 74, en medio de los actos más graves de
violencia hasta ahora vistos en las calles de Atenas. Decenas de miles
de personas sitiaron el Parlamento griego en unas manifestaciones muy
combativas.
La represión estatal
Las protestas callejeras comenzaron en Atenas, pero de inmediato se
extendieron a otras ciudades griegas, incluyendo
Salónica, Patras, Rodas, Corfú y Creta. En Creta diez mil personas
marcharon hacia el centro de Heraclion, donde ocuparon los estudios de
televisión, coreando consignas. El
gobierno y las fuerzas del Estado reaccionaron con una violencia sin
precedentes, atacando a los manifestantes con cargas policiales,
granadas detonadoras y asfixiantes gases lacrimógenos. Los manifestantes
se defendieron con bravura, lanzando los botes de gas lacrimógeno de
vuelta a la policía y tirando piedras y cócteles molotov improvisados.
No todos eran anarquistas, como los medios de comunicación afirmaron.
Muchos de ellos eran jóvenes normales y corrientes, enfurecidos por la
conducta provocadora de la policía, que incluso condujeron sus motos
contra la multitud. El ambiente era de
furia. Las manifestaciones y las protestas se llevaron a cabo en
diferentes ciudades y pueblos, acompañadas por la ocupación de
ayuntamientos y edificios de los gobiernos regionales. La situación en
las calles era insurreccional. En la noche del lunes, el día después de
las grandes manifestaciones, la gente atacó las oficinas de un
viceministro del PASOK en Patras, y una oficina de LAOS (el partido de
derecha) en Agrinio. Los 4.000 policías antidisturbios asaltaron
brutalmente a los manifestantes en Atenas el domingo. Al final del día,
el centro era como una zona de guerra. Las calles estaban cubiertas de
vidrio y piedras. Alrededor de 45 personas resultaron heridas y algunos
edificios en el centro de Atenas, incluyendo cafés y cines, fueron
incendiados por las bombas de gasolina lanzadas por manifestantes
enmascarados. Esto ha sido aprovechado por el gobierno, que está
tratando de justificar su apoyo al plan de austeridad, alegando
que la alternativa es el "caos". Lucas Papademos, el no electo Primer
Ministro, dijo al Parlamento: "El vandalismo y la destrucción no tienen
cabida en una democracia y no serán tolerados. Hago un llamamiento al
público para mostrar calma. En estos momentos cruciales, no podemos
permitirnos el lujo de este tipo de protesta. Creo que todo el mundo es
consciente de la gravedad de la situación". Estas
declaraciones apestan a hipocresía. Es evidente que la violencia en las
calles ha sido deliberadamente provocada por las fuerzas represivas del
Estado, precisamente con el fin de crear un clima de miedo e
inestabilidad. El propio gobierno es responsable de esto. El ministro
de Finanzas Evangelos Venizelos emitió un desesperado llamamiento de
ayuda
antes
de la votación de la medianoche: "Tenemos que demostrar que los
griegos, cuando son llamados a elegir entre lo malo y lo peor, eligen lo
malo para evitar lo peor". Pero ninguna de las llamadas soluciones de
la burguesía puede detener la caída. Grecia no puede pagar sus deudas.
Ahora está pagando un 33% de interés sobre los préstamos extranjeros.
Esto significa que ha entrado en una espiral descendente, un proceso
imparable en el que causa se convierte en efecto y efecto en causa: más
recortes se traducirán en una crisis más profunda, más desempleo y
niveles de vida más bajos. Esto, a su vez, significa menos impuestos y
un mayor déficit público, que sólo puede ser cubierto por nuevos
rescates, lo que conducirá a nuevas exigencias de recortes, y así
sucesivamente. Es como caer en un Agujero Negro del cual nada puede
escapar –ni siquiera los rayos de luz–.
La crisis política
En un discurso televisado a la nación la noche del sábado, el Primer
Ministro Papademos precisó el costo de rechazar el paquete. Dijo que
sería "lanzar al país a una desastrosa aventura" y "crear condiciones de
caos económico y explosión social descontrolada". Y
agregó: "El país se vería arrastrado a una vorágine de recesión,
inestabilidad, desempleo y miseria prolongada y esto tarde o temprano,
sacaría al país del euro". Todo esto es probablemente cierto, pero no
sirvió para convencer al pueblo griego de que se corte su propia
garganta con el fin de que no sean otros los que lleven a cabo dicha
operación dolorosa. Hay una oposición masiva al plan de austeridad.
Según las
encuestas de opinión, el 90% de la gente se opone a él. A pesar de
ello, el gabinete griego aprobó el paquete el viernes, pero sólo después
de que seis miembros hubieran renunciado. LAOS, el pequeño partido
nacionalista de derechas encabezado por Giorgios Karatzaferis, retiró su
apoyo, pero con los dos principales partidos continuando su respaldo a
las draconianas medidas, el primer ministro, Lucas Papademos, preveía
ganar la aprobación parlamentaria. Al final, todos los partidos de la
coalición se ha escindido y se encuentran en crisis. Veintidós diputados
fueron expulsados del PASOK por votar en contra del plan, y otros
nueve que se abstuvieron han sido sancionados. Veintiún diputados fueron
expulsados del partido conservador, el ND. El segundo grupo más
numeroso en el parlamento lo componen ahora los 64 miembros expulsados
"independientes". ¿Qué demuestra todo esto? Solamente que este
parlamento desacreditado no representa al pueblo. Las encuestas
muestran fuertes caídas en el apoyo tanto para el PASOK como para Nueva
Democracia. El apoyo al PASOK incluso antes de la votación del domingo
era sólo del 8 al 9%. Ahora habrá caído aún más. Nada ha sido resuelto
por esta votación. El Gobierno todavía tiene que cumplir con las duras
condiciones vinculadas al préstamo y debe cumplir con la fecha límite de
este viernes para llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos y
devolver un bono pendiente de 14.400 millones de Euros para la fecha
límite del 20 de marzo. Todo comentarista serio da por hecho que al
final Grecia se verá obligada a abandonar la zona del euro –y,
probablemente, la Unión Europea–. Los planes de contingencia para el
retorno al dracma ya se han elaborado en Atenas, Berlín y Bruselas. Es
sólo una cuestión de tiempo. Las cifras revisadas para el año 2011
muestran que la
economía se contrajo un 6,8%, más de lo que se pensaba al principio, un
7% en el último trimestre de 2011 en términos anualizados. Incluso si
todas las disposiciones del último plan de austeridad se aplicaran, no
van a resolver el déficit. Las previsiones iniciales eran que estas
medidas reducirían el déficit de 160% del PIB (el nivel actual) a (un
todavía muy alto) 120%. Sin embargo, los cálculos más recientes indican
que, incluso si el plan se lleva a cabo (lo cual es improbable), el
déficit aún se situaría en el 136% en el año 2020. A
pesar de ello, los jefes de la UE, liderados por Angela Merkel, siguen
siendo implacables. Incluso los profundos recortes acordados por el
gobierno de Atenas no los satisface. El Ministro de Finanzas alemán,
Wolfgang
Schaeuble, declaró en una entrevista al periódico Welt am Sonntag:
"Las promesas de Grecia ya no son suficientes para nosotros". Y
agregó: "Grecia necesita hacer sus propios deberes para volverse
competitiva, sea en conjunción con un nuevo programa de rescate o por
otro camino que en realidad no deseamos tomar." Los líderes de Alemania
no aceptan las últimas medidas como buena moneda. Ellos quieren un
acuerdo firmado por los partidos del gobierno de que estas medidas se
llevarán a cabo independientemente de los resultados de las elecciones
que se han convocado para abril. Ellos también quieren que parte del
dinero del rescate se deposite en un fondo especial fuera del control de
Grecia, de manera que los acreedores sean pagados primero y sólo si
después queda dinero el Estado puede gastarlo. También exigen que los
griegos realicen unos recortes adicionales de 325 millones de euros.
Berlín también está
exigiendo una mayor clarificación sobre cómo Grecia reducirá sus costos
laborales en un 15%. En otras palabras, quieren exprimir sangre de una
piedra. Estas amistosas intervenciones alemanas no hicieron nada para
ayudar al Sr. Papademos, cuyo gobierno es ahora como un buque zozobrando
contra rocas en altamar. La infame Troika quería que su gobierno durara
hasta el final de este año. En su lugar, ya se está haciendo aguas por
todos los lados. Al igual que todos los planes de los líderes de la UE,
la coalición de "unidad nacional" está llegando a un desenlace rápido.
La burguesía ya no controla los acontecimientos. Más bien, los eventos
les controlan a ellos. Las nuevas elecciones tendrán que ser convocadas
en abril. No sabemos quién va a ganar, pero sí podemos decir quién va a
perder. Hay un estado de ánimo airado dirigido contra todos los
partidos de la coalición actual. Todos los partidos están en
crisis.
Las elecciones en el mejor de los cosos producirán otro gobierno de
coalición débil a favor de austeridad, probablemente encabezado por el
conservador ND. Esto no va a resolver nada y va a dar lugar a más
agitación. Una coalición inestable tras otra caerá.
Una situación prerrevolucionaria
Lenin señaló hace mucho tiempo que hay cuatro condiciones para una
situación revolucionaria: 1) la clase dominante debe estar dividida y en
crisis, 2) la clase media debería estar vacilando entre la burguesía y
la clase obrera, 3) las masas deberían estar dispuestas a luchar y hacer
los mayores sacrificios para tomar el poder y 4) un partido y una
dirección revolucionaria que esté dispuesta a dirigir la clase obrera a
la conquista del poder. En
Grecia, en la actualidad, todos estos factores están presentes, excepto
el último. La clase dominante griega está en crisis. No tiene
soluciones al actual callejón sin salida. Sus principales figuras son
una imagen de la impotencia y la indecisión. Están siendo molidos entre
dos piedras de molino gigantescas: por un lado, la presión despiadada
del capital internacional, por el otro, la feroz resistencia de las
masas. La crisis de la clase dominante se refleja en las crisis y
escisiones en cada uno de los partidos gubernamentales. Ya han sido
expulsados más de cuarenta parlamentarios por no votar por el plan de
austeridad. Sin embargo, las medidas disciplinarias no van a resolver
nada. Es como tapar con papel de empapelar las grietas de una pared
causadas por un masivo movimiento sísmico de las placas tectónicas. El
actual
gobierno carece de toda legitimidad ante los ojos de las masas. Se
trata de un gobierno de los banqueros que nunca fue elegido por nadie.
El odio hacia los banqueros y los ricos en general es universal. El
estado de ánimo general de rebelión se ha extendido a las clases medias
que han visto su nivel de vida reducido: las pequeñas empresas que han
sido empujadas a la bancarrota; los funcionarios públicos que han
perdido sus puestos de trabajo; los taxistas que se enfrentan a la
ruina… No es cierto que la clase media esté vacilante entre la burguesía
y el proletariado. La clase media griega se ha visto obligada por cruel
necesidad a tomar el camino de la revolución. ¿Qué
pasa con la clase obrera? Durante los últimos dos años, el proletariado
de Grecia ha mostrado
una
enorme combatividad y determinación. Ha habido 17 huelgas generales y
numerosas manifestaciones y protestas masivas de todo tipo. Hay que
preguntarse: ¿qué más podemos exigir de la clase obrera? ¿Qué más
podemos esperar? Es cierto que la huelga general de 48 horas convocada
por los dirigentes sindicales la semana pasada no fue un gran éxito.
¿Acaso esto indica que el estado de ánimo de la clase obrera se está
enfriando? ¿Significa que las masas se han reconciliado con lo
inevitable, y que la burguesía ha logrado restablecer el equilibrio
necesario? Por el contrario, el viejo equilibrio político y social ha
sido completamente destruido en Grecia. No va a ser restablecido
fácilmente o rápidamente. ¿Cómo se puede explicar la disminución de la
respuesta a la convocatoria de una huelga general de 48 horas? La
contestación es muy simple: los trabajadores griegos han entendido que
las huelgas de uno o dos días no
resuelven nada. Hay ciertas situaciones en que las huelgas y
manifestaciones masivas pueden obligar a un gobierno a cambiar sus
políticas. Pero esta no es una de ellas. La crisis es demasiado
profunda para que le permita a la burguesía cualquier margen de
maniobra. No van a abandonar el curso tomado que, en cualquier caso,
está siendo dictado desde Berlín y Bruselas. Los dirigentes sindicales
en Grecia – al igual que sus homólogos de otros países– no entienden la
gravedad de la situación. A pesar de que se consideran a sí mismos como
realistas supremos, en realidad son los más ciegos de los ciegos. Están
viviendo en un pasado que ya ha retrocedido a las brumas de la historia.
Los dirigentes sindicales se imaginaron que con una pequeña muestra de
oposición, podrían persuadir a la burguesía para llegar a algunos
compromisos con ellos. "Después de todo, nosotros somos moderados, no
revolucionarios". Pero
en
lugar de compromisos todo lo que reciben es una patada en los dientes.
La verdad es que los dirigentes sindicales utilizaron la táctica de un
día de huelga general como una manera conveniente de permitir
desahogarse a las masas. Una huelga general de un día en realidad es
sólo una manifestación. Puede ser útil en la movilización de la clase,
atrayendo incluso a las capas más atrasadas e inertes. En las calles,
los trabajadores sienten su poder colectivo y crece su confianza. Ese
es el lado positivo de una huelga general de un día. Pero si lo mismo se
repite sin cesar, sin mostrar ningún resultado concreto, los
trabajadores se cansan de ella. Pueden ver que todas estas huelgas les
han supuesto perder mucho dinero, pero no han logrado su objetivo.
Llegan a la conclusión de que se requiere alguna forma de acción más
fuerte. Pero, ¿qué tipo de acción es esa? Aquí la cuestión de la
dirección adquiere una
importancia candente. Puros métodos sindicales no pueden resolver el
problema, porque la naturaleza del problema no es sindical sino
político. Se trata de una cuestión de clase contra clase, de
trabajadores contra jefes, ricos contra pobres: en última instancia, se
trata del poder del Estado. La táctica de las huelgas generales de uno o
dos días se ha agotado por completo. La única posibilidad ahora es la
de una huelga general indefinida para derrocar al gobierno. Pero una
huelga general indefinida ya no es una manifestación. Plantea a
quemarropa la cuestión de ¿quién es el dueño de la casa? ¿Quién
gobierna: usted o nosotros? En otras palabras, se plantea la cuestión
del poder. Ninguno de los actuales dirigentes de la izquierda está
dispuesto a plantearse esta cuestión. Tienen miedo de explicar a la
gente de Grecia lo que necesita saber: que no hay solución a los
problemas de Grecia siempre y cuando el poder esté
en
manos de un puñado de ricos parásitos: los banqueros, los capitalistas,
los terratenientes y los magnates navieros. No
es posible curar el cáncer con una aspirina. Lo que se necesita es un
genuino gobierno de izquierda, un gobierno obrero que esté dispuesto a
expropiar a los banqueros y a los grandes capitalistas –tanto griegos
como extranjeros– e introducir una economía nacionalizada y planificada,
bajo el control democrático y la administración de la clase obrera.
Con el fin de liberar a la economía griega del dominio del capital
extranjero, todas las deudas deben ser repudiadas y debería haber un
monopolio estatal del comercio exterior. Se
deben
tomar medidas drásticas revolucionarias contra los especuladores y las
personas que envían su riqueza al extranjero. Estas son las condiciones
previas, sin las cuales no hay solución posible. Sin embargo, incluso
estas medidas no serán suficientes. Bajo condiciones modernas, ningún
país puede salvarse en base a líneas puramente nacionales. El socialismo
en un solo país es una utopía reaccionaria, como la experiencia de la
URSS y China muestran claramente. Una Grecia socialista debería hacer un
llamamiento a los trabajadores de Europa a seguir su ejemplo: sacudirse
el yugo del capital y unirse en una Federación Socialista Europea,
construida sobre los cimientos sólidos de la igualdad y la solidaridad.
Lo único que se interpone entre la clase obrera y el poder es la falta
de dirección. Las encuestas de opinión indican que los partidos de
izquierda (Synaspismos, el KKE y la Izquierda Democrática) tienen más
del 40%.
Esto
demuestra que la clase obrera está mirando a la izquierda para resolver
sus problemas. Pero las tácticas sectarias les impide unirse a la
acción. El KKE se niega a colaborar con otros partidos de izquierda.
Incluso convocaron una manifestación el domingo por separado. Eso es un
error fatal. ¡La clase obrera exige una acción conjunta contra la clase
capitalista y una política genuinamente socialista! Lo que se requiere
es la aplicación de la política leninista del Frente Unido. Tales
política y programa serían suficiente para barrer a los partidos
burgueses al basurero de la historia al que pertenecen. Que nuestra
bandera sea la del socialismo y del internacionalismo proletario. Esta
es la única salida para los trabajadores de Grecia, Europa y el mundo
entero. Londres, 14 de febrero 2012
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“La sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial. En reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente: el goce del hogar, de la vida, de la naturaleza, de la cultura”. Lin Yutang
Cervantes
Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobretodo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia dondequiera que esté.
MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.
MIGUEL DE CERVANTES
Don Quijote de la Mancha.