¿Cómo convencer durante tanto tiempo que la terraza de Mérida, la Otra
Banda y los valles perpendiculares a la ciudad estaban saturados y que
no cabía un alma más? Era vox populi que el crecimiento de la ciudad
sólo podía orientarse hacia el Sur (municipios Campo Elías y Sucre),
hacia el Norte (Santos Marquina) y en el valle bajo del Chama paralelo a
la ciudad (Libertador). Así sucedía y asentamientos de todos los tipos y
colores se fueron estableciendo en esas direcciones, sobre todo en el
destino más cómodo, el del valle bajo del Chama. Había como una ceguera
generalizada que hacía creíbles afirmaciones sin prueba alguna, porque
nadie mostraba catastro o inventario de tierras confiable, hasta que. . .
Hasta que el pueblo, haciendo historia, comenzó a “custodiar” terrenos urbanos sin uso. Aparecieron entonces hectáreas y hectáreas en engorde, como si esta práctica absurda pudiera considerarse una actividad económica legal. Ningún país admite que la tenencia de terrenos urbanos se considere una inversión, y sólo los impuestos municipales serían superiores a cualquier ganancia esperada por su posesión; en otros (los yunaites, por ejemplo) tras el pago del justiprecio, es permitida la expropiación hasta por particulares, en función de destinos de “interés ciudadano”, como supermercados y centros comerciales.
La reacción de los terráfagos fue inmediata y la del gobierno regional inconsecuente con el pueblo. Toda la derecha se cerró en defensa del “derecho de propiedad”, acosando por todos los medios posibles a los “invasores” (llegaron a pagar a gente que se hicieron pasar por custodios, para proteger sus terrenos), dificultando la adquisición de los baldíos por los custodios o por organismos del Estado. El ejecutivo regional actúo como lo que era, un gobierno de derecha, mostrando poco interés en solucionar a favor del pueblo la custodia de terrenos. En fin, muy pocas áreas ocupadas se convirtieron en proyectos de vivienda ejecutados, y el engorde de terrenos continuó siendo la inversión preferida de la godarria merideña, incluyendo en ella la iglesia y la ULA.
Brotaron en los terrenos en engorden carteles con proyectos improvisados o resucitaron otros abandonados durante décadas; colocaron en otros una grúa, otros materiales de construcción y un rancho de zinc, los limpiaron de maleza y árboles (tala criminal). . . todo para aparentar, porque sólo una que otra obra se inició y el engorde continúa igual, bajo la mirada perpleja del pueblo que no puede creer que un gobierno revolucionario no actúe como tal.
Sobre este particular, ¿Qué espera el pueblo de Mérida de un alcalde revolucionario? Primero, establecer apremiantemente la obligatoriedad de presentar a la Alcaldía los documentos que demuestren la propiedad de los terrenos urbanizables, que allí caen muchos. Segundo, expropiar por utilidad pública los necesarios para servicios urbanos (educación, sanidad, cultura, esparcimiento, vialidad, servicios comunitarios. . . ). Tercero, exigir el inicio inmediato de los proyectos que pudieran presentar, privilegiando los de construcción de viviendas de interés social. Cuarto, establecer impuestos municipales e imponer condiciones de mantenimiento (cercas, limpieza, etc.) que hagan antieconómico el engorde, y establecer la obligatoriedad de ofrecerlos en venta en primera instancia a la Alcaldía o a los organismos del Estado encargados de la adquisición de terrenos para la Gran Misión Vivienda. Quinto, todo lo que se le ocurra a un candidato a alcalde que verdaderamente piense estar al servicio del pueblo.
En abril, anunciaron, sería la selección de los candidatos. Les queda tiempo a los pretendientes de esbozar el Plan Estratégico Municipal que presentarán al Consejo Local de Planificación Pública, para que podamos escoger a quienes nos den certeza de que la Revolución continúa y el Socialismo es la meta.
¿Mucho camisón pa´Petra? Para muchas Petras sí, sobre todo las Petras que creen en que la propiedad privada es sacrosanta, y en todo lo que de allí se deriva, porque esa es una de las matrices más importantes de la ideología dominante.
No se pierdan el próximo capítulo, con otro resumen (a pesar de las ganas de seguir indefinidamente con el bla bla bla) sobre lo que venía sucediendo en la periferia a donde fueron enviados los pobres a solucionar su problema de vivienda, porque, donde el dolor desgarre, donde la burguesía amenace, donde la miseria oprima, allí estará, Tamakúnnnnn, el vengador errrrrrante. (080213/23:13)
osoriof@cantv.net
osorioc@gmail.com
Hasta que el pueblo, haciendo historia, comenzó a “custodiar” terrenos urbanos sin uso. Aparecieron entonces hectáreas y hectáreas en engorde, como si esta práctica absurda pudiera considerarse una actividad económica legal. Ningún país admite que la tenencia de terrenos urbanos se considere una inversión, y sólo los impuestos municipales serían superiores a cualquier ganancia esperada por su posesión; en otros (los yunaites, por ejemplo) tras el pago del justiprecio, es permitida la expropiación hasta por particulares, en función de destinos de “interés ciudadano”, como supermercados y centros comerciales.
La reacción de los terráfagos fue inmediata y la del gobierno regional inconsecuente con el pueblo. Toda la derecha se cerró en defensa del “derecho de propiedad”, acosando por todos los medios posibles a los “invasores” (llegaron a pagar a gente que se hicieron pasar por custodios, para proteger sus terrenos), dificultando la adquisición de los baldíos por los custodios o por organismos del Estado. El ejecutivo regional actúo como lo que era, un gobierno de derecha, mostrando poco interés en solucionar a favor del pueblo la custodia de terrenos. En fin, muy pocas áreas ocupadas se convirtieron en proyectos de vivienda ejecutados, y el engorde de terrenos continuó siendo la inversión preferida de la godarria merideña, incluyendo en ella la iglesia y la ULA.
Brotaron en los terrenos en engorden carteles con proyectos improvisados o resucitaron otros abandonados durante décadas; colocaron en otros una grúa, otros materiales de construcción y un rancho de zinc, los limpiaron de maleza y árboles (tala criminal). . . todo para aparentar, porque sólo una que otra obra se inició y el engorde continúa igual, bajo la mirada perpleja del pueblo que no puede creer que un gobierno revolucionario no actúe como tal.
Sobre este particular, ¿Qué espera el pueblo de Mérida de un alcalde revolucionario? Primero, establecer apremiantemente la obligatoriedad de presentar a la Alcaldía los documentos que demuestren la propiedad de los terrenos urbanizables, que allí caen muchos. Segundo, expropiar por utilidad pública los necesarios para servicios urbanos (educación, sanidad, cultura, esparcimiento, vialidad, servicios comunitarios. . . ). Tercero, exigir el inicio inmediato de los proyectos que pudieran presentar, privilegiando los de construcción de viviendas de interés social. Cuarto, establecer impuestos municipales e imponer condiciones de mantenimiento (cercas, limpieza, etc.) que hagan antieconómico el engorde, y establecer la obligatoriedad de ofrecerlos en venta en primera instancia a la Alcaldía o a los organismos del Estado encargados de la adquisición de terrenos para la Gran Misión Vivienda. Quinto, todo lo que se le ocurra a un candidato a alcalde que verdaderamente piense estar al servicio del pueblo.
En abril, anunciaron, sería la selección de los candidatos. Les queda tiempo a los pretendientes de esbozar el Plan Estratégico Municipal que presentarán al Consejo Local de Planificación Pública, para que podamos escoger a quienes nos den certeza de que la Revolución continúa y el Socialismo es la meta.
¿Mucho camisón pa´Petra? Para muchas Petras sí, sobre todo las Petras que creen en que la propiedad privada es sacrosanta, y en todo lo que de allí se deriva, porque esa es una de las matrices más importantes de la ideología dominante.
No se pierdan el próximo capítulo, con otro resumen (a pesar de las ganas de seguir indefinidamente con el bla bla bla) sobre lo que venía sucediendo en la periferia a donde fueron enviados los pobres a solucionar su problema de vivienda, porque, donde el dolor desgarre, donde la burguesía amenace, donde la miseria oprima, allí estará, Tamakúnnnnn, el vengador errrrrrante. (080213/23:13)
osoriof@cantv.net
osorioc@gmail.com